Cargando...
Sección patrocinada por

Historia

Y si arden Las Médulas... se quema la geografía mítica de España

Hablamos de un lugar, en León, donde historia y leyenda confluyen magistralmente con la naturaleza, un paraje sobrecogedor que se ha convertido en patrimonio universal.

Y si arden Las Médulas... se quema la geografía mítica de España La Razón

Nos desayunamos con la terrible noticia del incendio –otro más– que afecta a otro maravilloso paisaje de nuestra geografía sentimental. En este caso se trata de las Médulas, en León, uno de los enclaves más singulares que existen. Este conjunto natural y paisajístico es una pieza excepcional del atlas mítico de España, por su apariencia casi sobrenatural que se puede contemplar desde diversos miradores. El paisaje habla por sí solo, sobran estas palabras: es un lugar donde historia y leyenda confluyen magistralmente con la naturaleza, un paraje sobrecogedor que se ha convertido en patrimonio universal. La acción del ser humano en el paisaje corre parejas con el bosque autóctono y crea en la memoria colectiva un acervo narrativo que se concreta a través de diversos mitos y leyendas, cuentos, ensayos y novelas. Pero todo esto puede cambiar dramáticamente por la acción del fuego, que, como todo apocalipsis inesperado, queda a la vuelta de la esquina. Pensemos por un momento en la larga historia de Las Médulas, que eran el destino final de una vía de la plata con la que los romanos querían acceder a esta zona metalífera desde la Bética (aunque este corredor, como se ha demostrado, es prehistórico y es una de las vías de acceso del sapiens al norte de la Península).

Pero hagamos un poco más de historia mítica. El naturalista romano Plinio comentó ya en su día este impresionante paisaje, creado por la minería romana. Desde comienzos de la era común los romanos explotaron intensamente el lugar mediante el método llamado de la “ruina montium”, o cortas de minado, que derrumbaba grandes extensiones de montaña merced a la fuerza del agua, que fluye generosamente en la zona. Los grandes cortes en el monte se le antojaban al visitante obras casi sobrenaturales, como realizadas por gigantes mitológicos, con las galerías que horadaban la piedra y la tierra, las oquedades y los farallones que iban descarnando la montaña y que tanto ayer como hoy eran dignos de verse. Esa tierra rojiza, casi sangrante, abierta al aire libre, creaba un contraste mágico con el verde de los árboles autóctonos, uno de los bosques más bellos de la península. Y es que la llegada de otras especies de árboles en paisajes del norte ha cambiado un tanto los bosques, pero Lugo, León y Orense, desde la Ribeira Sacra al Bierzo, conservan algunos de los bosques autóctonos más hermosos de España. Las Médulas es un buen ejemplo. Pero esa impresión magnífica puede cambiar para siempre por los efectos del malhadado fuego que los asuela cada vez más frecuentemente en verano.

Si queda afectada esta zona fantástica de nuestra geografía, no solo se perdería patrimonio histórico y natural, sino que también podría quedar tocado el patrimonio inmaterial de las narraciones. Una de ellas, por ejemplo, contaba que el color rojizo de aquella tierra abierta no era debida a la minería, sino que tenía que ver con la sangre de los pueblos autóctonos que fueron combatidos por los romanos para hacerse con el control de la zona. La propia toponimia del lugar tiene leyenda popular, pues dice que había un caudillo llamado Médulo que defendió este paraje de la invasión de los romanos que, como se sabe, desde época de Augusto sometieron todo el norte peninsular. Hay otras muchas leyendas que tienen como trasfondo el oro y las divinidades prerromanas de la región. Los cuentos y mitos del lugar hablan de unos extraños personajes que habitan en lo profundo de la tierra, en las cuevas y galerías de las Médulas, a veces llamados “mouros”, que guardan tesoros de metales y piedras preciosas. En suma, que además del paisaje único y singular, de naturaleza imprescindible, el fuego podría acabar afectando a la historia y la memoria.

Hay que recordar la estupenda mitología de esta zona, no solo el monte y el bosque, sino también el lago de Carucedo, también situado en la parte más occidental de la comarca de El Bierzo, a pocos minutos de las Médulas: hay leyendas de doncellas del lago, que combinan bien con los “mouros” malévolos en las cuevas, cuentos y fábulas que hablan de misteriosas criaturas de los bosques, magos y brujos inefables y seductoras ninfas de las fuentes, monjes pecadores y dioses disfrazados que provocan diluvios e inundaciones de pueblos malditos. Acaso solo la literatura pueda salvarlos del fuego, en la memoria de las gentes y en la recreación de los escritores. Los montes y lagos de León son sede de inolvidables cuentos, de los que algunos de los más conocidos escritores de la zona, de gran tradición literaria (como Mateo Díez, Merino o Llamazares), han ido recogiendo. Un homenaje a este patrimonio es “El filandón” (1984), la preciosa película de Chema Sarmiento que refleja la tradición popular de los cuentacuentos de aquellos lares, cuando, después de la cena, se cuentan historias al amor de la lumbre mientras se cose o se hila... Esperemos, en todo caso, que no se confirmen las amenazadoras noticias que hablan de la quema de Las Médulas. Sería una tragedia