Ante la presencia de trampas

Arqueólogos temen abrir la tumba del primer emperador chino

Se trata del primer emperador de China, Qin Shi Huang, que podría estar repleta de trampas para quien ose interrumpir su descanso eterno

parte del conjunto de los Guerreros y Caballos de Terracota del Mausoleo de Qin Shihuang, situado en la ciudad china de Xian (China), un hallazgo formado por miles de estatuas que simbólicamente protegen la tumba del Primer Emperador, Qin Shihuang, quien gobernó entre los años 221 y 210 antes de nuestra era.
Parte del conjunto de los Guerreros y Caballos de Terracota de Xi'AnROMAN PILIPEYAgencia EFE

Hace 2.200 años se construyó un impresionante mausoleo que debía servir de enterramiento para una figura especial: el primer emperador de China, Qin Shi Huang, falleció a los 49 años de edad y sus restos fueron sellados en una cámara para siempre, preservando sus secretos. Seguramente hayan oído hablar del impresionante conjunto escultórico que fue preparado para escoltarle para siempre: los famosos guerreros de Xi'An, un ejército de terracota a tamaño real, le custodiaría para siempre. Pero nadie se ha atrevido a abrir la tumba del emperador, ya que los arqueólogos temen que esté repleta de trampas contra las manos y los ojos ajenos.

Por eso, en el corazón de China, en el distrito de Lintong, Xi'an (Shaanxi), la tumba sigue sin abrirse. A pesar de los años transcurridos desde que se descubrieron los guerreros que la rodean, los arqueólogos no se deciden ante un riesgo igual de importante: el temor a que una excavación pueda dañarla irreparablemente y perder información histórica invaluable. Las técnicas arqueológicas invasivas actuales implican un alto riesgo de causar daños irreparables, por lo que se ha decidido mantenerla cerrada.

Sin embargo, esa no sería razón suficiente, ya que las investigaciones sobre restos que datan de la misma antigüedad se han demostrado seguras y respetuosas con los materiales. Sobre la psicología de los arqueólogos planea una leyenda o más bien un testimonio: las palabras del antiguo historiador chino Sima Qian, quien, un siglo después de la muerte del emperador, recogió la existencia de trampas ocultas en el interior de la tumba. Se trataría de ballestas y flechas estratégicamente ubicadas para dispararse automáticamente ante cualquier intruso, así como un sistema de ríos de mercurio que imitaba los cauces de un río, diseñado para fluir ininterrumpidamente.

Este segundo aspecto es el quue da credibilidad al relato de las trampas de Sima Qian. Los investigadores han detectado con sus sistemas una concentración anómala de mercurio en la zona que respaldaría la tesis de que la tumba nunca ha sido abierta ni saqueada. "Se construyeron palacios y torres escénicas para cien funcionarios, y la tumba se llenó de artefactos raros y tesoros maravillosos. Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente", dice textualmente el historiador del imperio.

Además, se sabe que el emperador Qin Shi Huang, además de estar obsesionado con la vida más allá de la muerte, bebía mercurio porque confiaba en sus propiedades benéficas. Seguramente esa ingesta fue la que le causó la muerte. El mausoleo del emperador, que gobernó del 221 al 210 a.C., y que fue el primero en gobernar una China unificada, sigue escondiendo sus tesoros y sus respuestas.