Aspasia de Mileto: sabiduría, poder y escándalo
Aún destacando en la Atenas clásica y siendo admirada por Sócrates debido a su nivel de retórica, pasó a la historia bajo la sombra de Pericles
Madrid Creada:
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Aspasia de Mileto debería resonar junto a los grandes nombres de la Atenas del siglo V a.C. como Platón, Sófocles o Tucídides. Sorprendentemente, su figura sigue siendo una gran desconocida. Fue una de las oradoras más notables de su tiempo, además de logógrafa (cronista de tiempos anteriores a Heródoto). Pero como ha sucedido a lo largo de la historia, cuando una mujer es influyente se le asignan etiquetas peyorativas. En el caso de Aspasia, se la acusó de «hetaira», un término que designaba a mujeres libres («acompañantes») y que fue usado para desacreditarla. Estos ataques eran motivados en realidad, no por sus acciones, sino por el deseo de difamar a su pareja, el prestigioso político Pericles. Como consecuencia, su legado se ha visto oculto por la sombra de la crítica satírica, sus escritos se perdieron y el recuerdo de su figura parece el apéndice amoroso de su compañero, convertido en la anécdota que provocó las lágrimas del político. A pesar de las críticas que la rodeaban, logró destacar en una Atenas que relegaba a las mujeres a un estatus de segunda clase. Usó su posición para fundar una escuela de retórica y logró tener influencia sobre algunos de los personajes más importantes, incluidos filósofos y políticos.
Aunque se desconoce su fecha exacta de nacimiento, sabemos que Aspasia nació en Mileto (actual Turquía) debido a su apellido toponímico y que vivió en el siglo V a.C. Poco se conoce sobre cómo llegó a Atenas. Lo cierto es que, como muchas mujeres de la Historia, su figura empieza a cobrar relevancia cuando se asocia con un hombre poderoso: en su caso, Pericles, uno de los líderes más influyentes de la «polis» ateniense. A pesar de que nunca se casó con él, vivió como su compañera y fue consultada como una igual en temas políticos. Su influencia fue tal que algunos atenienses sospechaban que tenía demasiado poder sobre el estratego. De hecho, se dice que Aspasia ayudó a redactar la famosa «Oración fúnebre» de Pericles, un discurso clave en el ceremonial funerario griego que conmemoraba a los caídos en el primer año de la Guerra del Peloponeso.
La proyección de Aspasia sobre Pericles se tilda como negativa para muchos porque no entienden cómo una mujer pudo tener tanta sabiduría. Para entender la actitud de ella hay que comprender que la cultura en la que Aspasia creció era notablemente diferente de la de Atenas. En Mileto, ambos géneros compartían el aprendizaje en igualdad de condiciones, algo poco común en otras ciudades griegas. Cuando Aspasia llegó a Atenas en torno al 440 a.C. ya era una mujer educada y sofisticada proveniente de una familia adinerada. La sociedad ateniense confinaba a las mujeres locales al ámbito privado, pero al ser una «meteca» (es decir, una extranjera), estaba exenta de esas restricciones y pudo participar en la vida pública y filosófica de la ciudad. Pronto, estableció su hogar como un lugar de encuentro para los grandes pensadores de la época, un epicentro de erudición. Se sabe que Sócrates buscaba a Alcibíades en su casa y que otros sabios y políticos importantes la visitaban con regularidad. Incluso se dice que Sócrates la reconocía como una instructora en el arte de la retórica, lo que subraya su habilidad para influir en la élite intelectual. Platón, Jenofonte, Esquines socrático, Plutarco y Ciro el Joven mencionan el nombre y la personalidad de Aspasia en sus textos, varios de ellos en términos positivos y otros de forma más crítica.
Pero ser una mujer culta la convirtió en el foco de críticas y burlas, entre las que destaca la de Aristófanes en su obra «Los acarnienses». Se la acusó de ser la causante de la Guerra de Samos contra Mileto, ya que sus paisanos pidieron ayuda en la asamblea de Atenas. También el poeta Hermipo acusó a Aspasia de impiedad para debilitar a la figura de Pericles en la Guerra del Peloponeso. Como tantas mujeres excepcionales, fue mucho más que la sombra de un hombre. Aunque su nombre se haya entrelazado con el de Pericles, su verdadera relevancia estriba en cómo moldeó ideas y dejó huella en la vida intelectual de Atenas. Al final, su legado no puede medirse solo por sus asociaciones, sino por la profundidad de su influencia en un mundo que hizo de todo menos ignorarla.