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España mítica
Comarcas míticas: el paso de la Bureba
Esta región cercana a Burgos fue siempre una zona estratégica para controlar el territorio desde la península al resto de Europa: un ejemplo claro es Atapuerca

En la geografía mítica española hay lugares legendarios que constituyen entidades históricas a través de las edades, desde las más pretéritas hasta hoy. Son como un portal para viajar en el tiempo y conocer mejor nuestra peripecia. Pocos lugares son en ese sentido tan fascinantes como la comarca de la Bureba, crucial para la historia europea pero también en su prehistoria. La Bureba es un corredor situado en un emplazamiento privilegiado para entender el transcurrir de las eras de la humanidad, que en los últimos años ha cobrado especial relevancia gracias al famoso yacimiento de la Sierra de Atapuerca, donde se han encontrado los restos de los seres humanos más antiguos de Europa, cerca de un millón de años atrás. La Bureba es el cruce de caminos por excelencia que abre el interior de la península ibérica desde Europa pero también cruza los caminos de Occidente a Oriente, desde el valle del Ebro, que comunica con la vertiente mediterránea, a la atlántica que se abre hacia el Duero. Es una ruta que se despliega, como una rosa de los vientos, de uno a otro lado, vital para llegar a Galicia y a Portugal y también para acceder a la meseta. No es casual que una de las vías romanas más importantes de la península estuvieran aquí, la que iba desde Asturica Augusta a Burdigala, en el sur de Galia.
Clave en la historia antigua
Históricamente la Bureba ha permitido el cruce desde el centro y el sur de la península hasta el continente europeo para diversos clanes y contingentes humanos, desde los Neandertales hasta las tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia, y más allá. No por casualidad la vía que hoy es la autopista AP-1 era calzada romana, camino de Santiago y también red de comunicaciones en todas las épocas y para diversas especies del reino natural. Junto con otro paso importante para la Península, el de Huelva y el estrecho, que preside la comunicación entre Europa y África, la comarca de la Bureba fue siempre estratégica para controlar el territorio desde la península al resto de Europa. Un ejemplo clave es Atapuerca, donde se atestigua una ocupación constante de diversas épocas que muestra homínidos sucesivos, desde una especie indeterminada y antiquísima, hasta un homo antecessor de hace unos 850.000 años, y luego el preneandertal, neandertal y sapien fue siempre estratégica para controlar el territorio desde la península al resto de Europa. Hoy nos fascina conocer los detalles que nos desvelan los investigadores acerca de su cultura, de las luchas de clanes, de su tecnología de creciente complejidad, de su lenguaje simbólico y sus rituales, de sus creencias: todo lo que se va desvelando nos aterroriza y nos seduce a la vez porque muestra nuestro vínculo con el reino animal, tan indisoluble e indiscutible, pero también el vuelo poético y simbólico que alcanzaron ya nuestros primeros padres en literatura, arte o religión.
Pero la Bureba fue también escenario clave para la historia antigua, con el control de la zona por los Autrigones, una poderosa tribu íbera que controlaba el territorio con diversos fuertes, con capital en la actual ciudad de Briviesca. Luego, tras la pugna por su control con los iberos, la Bureba fue vital para el dominio de Hispania romana hasta la época de Augusto y más allá. Huelga decir que luego la recorrieron los pueblos germánicos hacia el sur y los árabes hacia el norte. Es también núcleo del condado de Castilla, en un lugar marcado por su cercanía de Burgos y del reino de Navarra a la par, que va conformando la peculiar personalidad de Castilla, de sus gentes y de su lengua, brotada del latín vulgar en una zona vascohablante y que pronto se extendió hacia zonas de otros sustratos. La Bureba osciló entre el dominio navarro y castellano hasta la época de Alfonso VIII.
Pero esta comarca es además patrimonio narrativo: hay que recordar fantásticas leyendas sobre la cuna de Castilla como el ciclo épico-romanceado de los Siete Infantes de Lara. Aunque doña Sancha, la madre de los malhadados infantes, era de Salas o Lara de los Infantes, la familia rival, la de doña Lambra, tía de los infantes, procedía de Bureba. La pelea surge por la loa entre las damas de los caballeros de cada tierra en los romances. La lucha a muerte entre Gonzalo de Lara y Alvar Sánchez de Bureba inicia el luctuoso ciclo de traición familiar de estos caballeros de leyenda. Otras historias medievales sobre el condado son muy atractivas, como por ejemplo la de Santa Casilda, la hija del poderoso rey de Toledo, Al-Mamun, en el siglo XI, que llegó a la Bureba para recibir los baños de unas aguas sagradas, las de San Vicente, para curarse de una dolencia. Al sanar en el desaparecido convento del santo, acabó abrazando el cristianismo y se convirtió en una reconocida eremita y bienhechora. La leyenda quiere ver en su nombre la palabra árabe «qasida», que significa «poesía» o «cantar», y, aunque esto sea solo una etimología popular, fue muy sugerente para la hagiografía, al entenderse su vida como «poesía para Dios». Casilda, patrona, de la Bureba y de la cabeza de su comarca, Briviesca, falleció en este lugar y cuenta con un importante santuario en Salinillas de Bureba. Hay que recordar los magníficos lienzos que le dedicó Zurbarán. No dejen de visitar estas tierras marcadas por el tránsito de tantas gentes y la superposición de tantas culturas y narrativas.
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