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Grandes casos de corrupción de la Historia V

Cuando Pablo Escobar compró un puesto de diputado y fue de fiesta con Felipe González

Este caso es uno de los más flagrantes de toda latinoamérica, pues el «patrón» ya era conocido por sus actividades cuando compró el cargo

This undated file photo shows Medellin drug cartel leader Pablo Escobar who has been held at the Envigado Prison since 19 June 1991. Escobar and his lieutenants seized hostages, overpowered guards and escaped 22 July, 1992 after a gun battle left two dead. AFP

La figura de Pablo Escobar es conocida en el mundo entero con una extraña mezcla de fascinación y temor. Al final, el narcotraficante colombiano fue capaz de combinar un régimen de terror y violencia con un carisma natural que le granjeaba el apoyo de los suyos y de muchas personas en su Colombia natal. Por supuesto, series como «Narcos» o «El patrón del mal» no han hecho sino expandir el mito alrededor del colombiano y su particular personalidad. De tal manera, pocas cosas no se conocen ya de la vida de Escobar, aunque hay una, su época como diputado, que por algún motivo ha pasado relativamente por debajo del radar aunque es una muestra de hasta qué punto fue capaz de corromper a su propio país.

El imperio de Escobar había comenzado más o menos en torno al año 1974 y al comenzar los años 80 ya contaba con una fortuna e influencia envidiables tanto dentro como fuera de su propio país. Escobar, dado a lo excesivo desde sus comienzos, llevaba años tratando de construir una imagen de si mismo como una suerte de filántropo nacionalista. Así, en su Medellín natal llegó a construir 800 viviendas para los pobres, a la par que dirigía diferentes organizaciones de caridad que le aseguraban no sólo el control de los estratos más pobres de la sociedad –algo siempre bueno para su negocio– sino que también satisfacía su propio ego. El propio Escobar se entendía a sí mismo, según han afirmado sus allegados, como una especie de revolucionario, un líder de masas que pretendía cambiar su país a través de métodos poco ortodoxos. De tal manera, en 1980 fundaría el Movimiento de Renovación Liberal, un partido local que regaría con el dinero de la cocaína hasta conseguir formar parte del Partido Nuevo Liberalismo, una formación política fundada en 1979 que alegaba estar fuera del sistema y ser reformista. Siendo esta una imagen que no sólo cuadraba con la propia visión de Escobar, sino que le permitía presentarse a sí mismo como un exitoso empresario con una incursión en la política.

Patrón vengativo

Tras financiar con millones de dólares varias campañas electorales, en 1982 lograría un puesto de diputado al ser suplente de Jairo Ortega, un conocido político considerado como uno de los facilitadores del narcotráfico. Escobar destacaría durante esta etapa, pues gozaba de prestigio a la par que inmunidad política, lo que le facilitaba continuar con su política de «plata o plomo» pero, esta vez, contando con la ventaja de ser parte de la estructura política. Tanto fue así que llegó a ser invitado a España en ese mismo año a celebrar la noche electoral con altos cargos del PSOE en el hotel Palace de Madrid y conoció y habló con Felipe González. Según los asistentes la fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada y, al menos, se sabe que se consumieron grandes cantidades de alcohol.

Ahora bien, esta etapa duró poco ya que el diario «El Espectador», uno de los más antiguos y con abolengo de Colombia, reveló las operaciones de Escobar y su particular dureza. Esto causó un enorme revuelo y el propio «narco» atacó al diario afirmando que eran «representantes de la oligarquía» y que querían frenar el progreso de Colombia. Estas declaraciones le dieron aún más recorrido a las noticias y, finalmente, el líder del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, expulsó de forma sumaria a Ortega y Escobar por sus lazos con el narcotráfico.

Su imperio contaba, en los años 80, con una fortuna envidiable tanto fuera como dentro de Colombia

El «patrón», vengativo y violento como demuestra el estudio de su vida, tomó esto como una gran ofensa y decidió vengarse. Así, en 1989 el hombre que le había hundido su carrera política tuvo un final exageradamente violento y público a manos de sus sicarios. Galán fue tiroteado junto al concejal Julio César Peñaloza el 18 de agosto mientras daba un mitin y murió tras recibir cinco disparos delante de una multitud.

Escobar representa muy bien el tipo de corrupción que suele marcar el narcotráfico, donde la política y este sector tan destructivo para la sociedad, se coaligan gracias a los enormes beneficios que produce. Si bien Escobar es uno de los casos más famosos, México, Bolivia o la propia Colombia siguen marcados por la salvaje influencia de los narcotraficantes en sus sistemas políticos, que muchas veces, como en este caso, se venden al dinero del narco.