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El Real Cuerpo de Artillería español, 263 años pegando cañonazos

Tal día como hoy de 1762, se firmaba el decreto que daría origen a este Cuerpo, que marcaría un antes y un después en la historia militar de España 

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Tal día como hoy de hace 263 años, el 29 de enero de 1762, el rey Carlos III firmaba en Aranjuez el decreto que daría origen al Real Cuerpo de Artillería. Esta decisión, aparentemente administrativa, marcaría un antes y un después en la historia militar de España, sentando las bases de una institución que, a lo largo de los siglos, se convertiría en un pilar fundamental de su poderío y defensa.

Antecedentes: una artillería dispersa y heterogénea

Para entender la trascendencia de la creación del Real Cuerpo de Artillería, es necesario analizar el contexto previo. Hasta ese momento, la artillería española era un conjunto heterogéneo de fuerzas, dispersas en diferentes unidades y territorios, con una organización y una formación variadas. Esta situación, heredada de siglos anteriores, generaba ineficiencia y dificultades a la hora de coordinar y emplear eficazmente la artillería en el campo de batalla.

La necesidad de una reforma se hizo evidente tras la Guerra de Sucesión Española (1701-1715), que puso de manifiesto las carencias y debilidades del sistema artillero español. La falta de una estructura unificada, la diversidad de calibres y modelos de cañones, la escasez de personal cualificado y la ausencia de una formación reglada lastraban el potencial de la artillería, que en aquella época ya se perfilaba como un arma decisiva en la guerra moderna.

La creación del Real Cuerpo de Artillería: una decisión estratégica

La decisión de crear el Real Cuerpo de Artillería fue una medida estratégica impulsada por la Ilustración y el reformismo borbónico. El rey Carlos III, influido por las ideas de la época, era consciente de la necesidad de modernizar el ejército y la administración para fortalecer el poder de la monarquía y proyectar la influencia de España en el escenario internacional.

La creación del Real Cuerpo de Artillería respondía a una doble exigencia: por un lado, unificar y racionalizar la artillería, dotándola de una estructura jerárquica y una formación homogénea; por otro lado, potenciar esta arma, que había demostrado su importancia creciente en los conflictos bélicos del siglo XVIII.

El encargado de llevar a cabo esta ambiciosa reforma fue el conde de Gazola, un militar y matemático ilustrado que, tras analizar la situación de la artillería española, propuso un plan de reorganización que fue aprobado por el rey Carlos III el 29 de enero de 1762.

El Reglamento del Nuevo Pie: la base de la modernización

El documento clave de esta reforma fue el "Reglamento del Nuevo Pie", que establecía la estructura y organización del Real Cuerpo de Artillería. Este reglamento, inspirado en modelos europeos como el francés, sentó las bases de la modernización de la artillería española, adaptándola a las exigencias de la época.

El Reglamento del Nuevo Pie unificó las diferentes unidades de artillería existentes en un solo cuerpo, dividiéndolo en cinco departamentos: Barcelona, Sevilla, La Coruña, Valencia y Segovia. Cada departamento estaría mandado por un coronel con el título de Comandante General de Artillería.

Además, se creó la Compañía de Caballeros Cadetes, que sería el embrión del futuro Real Colegio de Artillería de Segovia, donde se formarían los oficiales de artillería. Se adoptó el ascenso por antigüedad, suprimiendo el antiguo malestar por la forma de ascender.

El 16 de mayo de 1764 se inauguraba el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, bajo la dirección del propio conde Félix Gazola, convirtiéndose en el único centro de formación para los oficiales del Arma.

Entre algunas de las actividades desarrolladas por el Real Colegio, cabe destacar los Estudios Sublimes, impartidos a los subtenientes y a las personas civiles que lo deseasen, que se materializaron con la inauguración en 1792 del laboratorio de Química en la Plazuela del Alcázar, para llevar a cabo un curso de Química y Metalurgia. La persona responsable de la dirección del curso fue el ilustre profesor Luis de Proust, descubridor de la “Ley de las proporciones definidas”.

El Colegio permaneció en el Alcázar durante prácticamente un siglo, salvo dos paréntesis debidos, el primero, a la Guerra de la Independencia (1808) y, el segundo, a la invasión de los “Cien mil hijos de San Luis” (1823). Finalmente, el incendio del 6 de marzo de 1862 destruyó el monumento prácticamente en su totalidad, afectando también a los bienes culturales que constituían el germen de la actual colección museográfica, y obligó al traslado del Colegio de Artillería a una nueva sede.

La creación de la Academia de Artillería

El incendio del Alcázar marcó el traslado de la sede del Real Colegio de Artillería al antiguo convento de San Francisco. Abandonado tras la desamortización de 1836, el convento de San Francisco pasó a ser propiedad del Ministerio de Guerra en 1851, utilizándose como alojamiento de parte de los alumnos externos del Colegio de Artillería. El centro docente continuó allí su actividad hasta su cambio de denominación en 1867, momento en el que se fusionó con la Escuela de Aplicación en un único centro que tomó el nombre de Academia de Artillería.

Los sesenta primeros alumnos que ingresaron, así como los que les precedieron, cuya edad de ingreso oscilaba entre los 12 y 15 años no cumplidos, cifra que será variable en el tiempo, fueron instruidos para ser promovidos al empleo de subtenientes, siempre y cuando hubiesen cumplido al menos los 18 años. Para su ingreso, debían acreditar el correspondiente certificado de nobleza. A las duras condiciones de formación, se sumaron las climáticas de la región.

Al margen de materias como cálculo, geometría, mecánica, fortificación y artillería, dibujo, esgrima, etc., desarrolladas en las aulas que al efecto se encontraban en el interior del recinto, se sumaban las de instrucción con los materiales propios de artillería en la Plazuela del Alcázar. Para los ejercicios de tiro, se desplazaban a la dehesa, situada en las inmediaciones de la actual «PCAMASA 2»; en 1868, ante la falta de espacio, se iniciaron las obras del actual acuartelamiento de Baterías.

En la actualidad, la Academia de Artillería se integra dentro del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), manteniendo como centro docente sus cometidos tradicionales de formación y perfeccionamiento del personal militar perteneciente al Arma de Artillería e incorporando nuevas funciones en su papel de centro de adiestramiento y simulación e inspección de Artillería.

Desarrollo y evolución del Real Cuerpo de Artillería

A lo largo de los siglos, el Real Cuerpo de Artillería ha experimentado un desarrollo y una evolución constantes, adaptándose a los cambios tecnológicos y a las nuevas exigencias de la guerra.

En el siglo XIX, la artillería española participó en las guerras napoleónicas y en las guerras carlistas, demostrando su valor y su capacidad de adaptación a diferentes escenarios y tipos de conflicto.

La invención de la pólvora sin humo y la mejora de la tecnología de los cañones revolucionaron la artillería en el siglo XIX, y el Real Cuerpo de Artillería se mantuvo a la vanguardia de estos avances, incorporando nuevos materiales y técnicas a su arsenal.

En el siglo XX, la artillería española tuvo un papel destacado en la Guerra Civil Española (1936-1939), donde se utilizaron diferentes tipos de cañones y sistemas de artillería, tanto en el bando republicano como en el bando franquista.

Tras la Guerra Civil, el Real Cuerpo de Artillería se integró en el nuevo Ejército Español, y continuó su proceso de modernización y adaptación a las nuevas tecnologías y a las nuevas formas de guerra.

Situación actual del Real Cuerpo de Artillería

En la actualidad, el Real Cuerpo de Artillería sigue siendo una parte fundamental del Ejército Español, y sus unidades participan en diversas misiones tanto dentro como fuera de España.

La artillería moderna ha evolucionado enormemente desde su creación en el siglo XVIII, y ahora incluye una amplia gama de sistemas de armas, desde cañones de campaña hasta lanzacohetes múltiples y sistemas de misiles.

El Real Cuerpo de Artillería se ha adaptado a estos cambios, incorporando las últimas tecnologías y manteniendo un alto nivel de preparación y profesionalidad. Sus miembros reciben una formación integral y especializada, que les permite manejar los sistemas de armas más modernos y participar en misiones de alta complejidad.

Además de su papel en la defensa nacional, el Real Cuerpo de Artillería también contribuye a la seguridad internacional, participando en misiones de paz y cooperación en diferentes partes del mundo.

Conclusión: un legado de servicio y excelencia

La creación del Real Cuerpo de Artillería en 1762 fue una decisión estratégica que marcó un hito en la historia militar de España. Desde entonces, esta institución ha sido un pilar fundamental de la defensa nacional, adaptándose a los cambios tecnológicos y a las nuevas exigencias de la guerra, y contribuyendo a la seguridad y al bienestar de España y de sus ciudadanos.

El Real Cuerpo de Artillería es un legado de servicio y excelencia, un ejemplo de profesionalidad y compromiso con la defensa de los valores y los intereses de España. Su historia es una muestra de la capacidad de adaptación y superación de los españoles, y su futuro está lleno de retos y oportunidades en un mundo en constante cambio.