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Estas son las brujas del norte de España que viven en sus fuentes

Cantabria, País Vasco y Castilla albergan incontables leyendas alrededor de aguas y ríos, como la Anjana cántabra de la Fuentona, las xanas asturianas o las lamias del País Vasco
La fuentona de Ruente, en Cantabria, es una de los lugares en los que magia y agua se juntan
La fuentona de Ruente, en Cantabria, es una de los lugares en los que magia y agua se juntanLa Razón

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Las fuentes y manantiales del norte de España son ricas en leyendas acerca de hadas y brujas, o de diversos prodigios que suceden en su derredor. Ya el escritor romano Plinio el Viejo comentaba las maravillas de las llamadas Fuentes Tamáricas, que localizaba en número de tres en algún misterioso lugar del país de los cántabros. Como veíamos en páginas anteriores, una de las localizaciones que se ha querido buscar para este paraje mítico en la realidad geográfica es el de Ruente, en Cantabria, un manantial fabuloso que surge de una cueva renombrada. Hay en relación con este lugar una leyenda acerca del ser que habita en el interior de la gruta de Ruente. Se trata de una criatura característica de la mitología cántabra, una mujer mágica llamada la Anjana, que sería la causa de que las aguas dejaran de fluir intermitentemente y también de los oráculos y profecías que refieren las fuentes antiguas.
No es raro que exista actividad oracular donde hay aguas subterráneas y, sobre todo, termales, como se ve a lo largo de la experiencia histórica del mundo antiguo. Pensando en los oráculos grecorromanos habría que citar muchos lugares, desde Hierápolis, en Anatolia (la actual Pamukkale en Turquía), hasta Claros o Dídima, en la costa del Asia Menor griega, por no hablar de Delfos, con su fuente Castalia, entre otros lugares con actividad geotérmica. Junto a esos oráculos de las fuentes abundan ninfas, náyades o profetisas de las aguas. Pero hay muchas otras localizaciones para estas célebres Fuentes Tamáricas, como puede ser la de La Reana, en Velilla del Río Carrión (Palencia). Las intermitencias de la fuente, que se cortaba y volvía a fluir, eran consideradas signos oculares en tiempos remotos.
En el caso de Ruente, cabe hablar de la Anjana cántabra, que normalmente es un hada buena de la mitología de aquel lugar que protege a las gentes del país y también cuida de los enamorados y de los que se pierden en los frondosos bosques de la zona. Es una joven de pequeña estatura que habita junto a los manantiales y allí se aparece a los pasantes: una de las típicas criaturas fantásticas y feéricas femeninas del norte de España, que también abunda en toda la cornisa cantábrica, como ya vimos en la entrega anterior de esta serie, desde el País Vasco a Galicia, donde abundan también lamias y sirenas, o en Asturias.
Este tipo de hadas habitan junto a ríos y fuentes y allí se peinan o hilan en espera del encuentro mágico con el varón que pierde sus pasos en el bosque y que luego tendrá una extraña relación con ella. Fruto de esta leyenda de la Anjana cántabra de la Fuentona –por no hablar de las xanas asturianas o las lamias vascas– hay una nutrida serie de leyendas que han sido consignadas en la literatura y en el folclor.
Las lamias son la versión vasca de las sirenas, que aparecen también en las costas de Pontevedra. Son hadas normalmente buenas y hospitalarias que acogen a los viandantes que se pierden en los bosques cerca de sus grutas, que están junto al mar o a los manantiales peinando sus largos cabellos. La lamia vasca parece una mujer normal, pero tiene algún detalle extraño o sobrenatural, como una pata de gallina, de oca o de cabra, en lugar de piernas humanas. Otras veces aparecen como mujeres con un solo ojo, como las grayas griegas. En general no son peligrosas, aunque han llegado a seducir o a raptar a algunos hombres en las leyendas típicas de pueblos pesqueros. La dama pata de cabra, que se casa y da descendencia a Diego López de Haro, primer señor de Vizcaya, según la leyenda transmitida por el Conde de Barcelos, es paralela sin duda a estas criaturas del folclor septentrional. Otra casa noble, esta vez gallega, la de los Mariño, afirma descender del matrimonio de uno de sus ancestros con una de estas hadas sirenas, la de la isla de Sálvora. En fin, es un tema muy repetido el de las hadas de las aguas del norte de España. Lo interesante es constatar cómo estas leyendas paganas, relacionadas con las antiguas religiones celtas, cántabras o vasconas, se van cristianizando con el pasar del tiempo y se relacionan con los milagros y martirios de las santas y santos del norte, como veremos en otra ocasión, para cerrar estas incursiones evocadoras en la geografía mítica de España de cara al comienzo de la temporada estival.