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España hace cincuenta años

Europa clamó por un indulto de Franco

La izquierda europea se echó a la calle en septiembre de 1975 para protestar contra las sentencias de muerte a las que el régimen franquista condenó a cinco terroristas

El primer ministro sueco, Olof Palme, por las calles de Estocolmo con una hucha y un cártel
El primer ministro sueco, Olof Palme, por las calles de Estocolmo con una hucha y un cártelX

Olof Palme, primer ministro sueco, salió a las calles de Estocolmo con una hucha y un cartel. Era septiembre de 1975. El socialdemócrata nórdico encabezaba las protestas de la izquierda contra las sentencias a muerte de cinco terroristas –tres del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de ETA– en la España de Franco. «Este dinero es para las familias de los represaliados por el fascismo español», iba diciendo Palme. Su intención era aislar a nuestro país si no cedía a las peticiones de clemencia.

A esto se apuntó Luis Echeverría, presidente de México, y líder del Partido Revolucionario Institucional. El mexicano solicitó a Kurt Waldheim, a la sazón secretario general de la ONU, que se celebrase una reunión urgente del Consejo de Seguridad. Su propósito era expulsar a España de la comunidad internacional.

Waldheim, austriaco, gestionó la protesta. Lo curioso es que en junio de 1975 había visitado España sin reprochar nada al dictador, y once años después saltó la noticia de que había pertenecido al partido nazi entre 1938 y 1945. Volviendo a 1975, el asunto se debatió en la ONU. El representante español recordó al mexicano que en 1971 el mismo Echeverría fue acusado de organizar la matanza de opositores conocida como «Matanza del Jueves de Corpus», cuando paramilitares del gobierno asesinaron a 225 personas.

Pablo VI pidió clemencia en tres ocasiones y quiso hablar con Franco por teléfono, pero no le pasaron la llamada, según cuenta el historiador Vicente Cárcel Ortí. El Papa, cuando era el arzobispo Montini de Milán, envió un telegrama a Franco pidiendo el indulto del comunista Julián Grimau, cosa que tampoco atendió.

Todo esto hizo que la prensa del Movimiento Nacional tratara a Pablo VI como «enemigo de España», pero en realidad era un convencido de la paz, y estaba en contra de cualquier tipo de terrorismo y de la pena de muerte allá donde fuese. Nicolás Franco, el hermano del dictador, también le escribió una carta diciendo: «Querido Paco, estamos viejos... No firmes. Tú eres un buen cristiano, después te arrepentirás».

Los nueve países de la Comunidad Económica Europea (CEE) protestaron, y otros tres llamaron a consultas a sus embajadores. Pero volvieron a comienzos de octubre de 1975, después de los fusilamientos, como si nada hubiera pasado, comenzando por el alemán y el británico, ambos de gobiernos de izquierdas presididos por Helmut Schmidt y Harold Wilson respectivamente. Estados Unidos dijo que las ejecuciones eran una «cuestión interna» de España y que no serían un obstáculo para las negociaciones del nuevo acuerdo sobre las bases americanas.

Sin embargo, mientras, los activistas de la extrema izquierda salieron a las calles de media Europa. Los comunistas franceses se manifestaron en París e hicieron pintadas en la fachada de la embajada española. Lo mismo ocurrió en Roma. En Lisboa, los manifestantes asaltaron la embajada española y la incendiaron, quemando así numerosas obras de arte.

En Alemania Occidental, la izquierda se manifestó en Berlín, Heidelberg, Friburgo y Stuttgart, y en Frankfurt hicieron explotar una bomba en la cámara de comercio española. Recordemos que en dicho país funcionaba el grupo terrorista Fracción del Ejército Rojo desde 1970, y que esta banda asesinó en abril de 1975 a dos rehenes en la embajada alemana en Suecia, y que varias personas murieron cuando detonaron los explosivos que habían colocado en el edificio. Lo mismo ocurrió cuando en diciembre asaltaron la sede vienesa de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y asesinaron a tres individuos. En Londres hubo otra manifestación, y eso que el terrorismo había dejado 206 muertos en el Reino Unido en 1975, cuando la pena capital llevaba derogada diez años.

Desproporcionado

También hubo violencia callejera para protestar en lugares como Bélgica, Grecia, Países Bajos, Austria, Dinamarca, Noruega, Italia y Suiza. En Turquía explotó una bomba en la residencia del embajador español. En Bruselas atacaron la sede de la compañía Iberia, un restaurante español, y hubo choques con la policía cuando intentaron asaltar nuestra embajada. En Roma la extrema izquierda incendió tres autocares de agencias de turismo españolas, y atacó las sedes de representación de España. En París asaltaron la oficina de turismo española y la incendiaron. Giscard D’estaing, presidente francés, aprovechó para criticar a España, lo que precedió a la congelación de las negociaciones de España con la CEE.

Hubo quien dijo que ese movimiento fue desproporcionado porque no se criticó con igual dureza las ejecuciones en otros países, ni se medía igual la vida humana. Es decir; que las protestas de la extrema izquierda fueron tan virulentas porque se trataba del régimen de Franco. Solzhenitsyn, premio Nobel que algo sabía de dictaduras, dijo poco después que Carrero Blanco había sido asesinado en 1973 y «toda la Europa civilizada estaba encantada». Las ejecuciones tuvieron lugar el 27 de septiembre, de las que hablaremos la semana que viene.