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La Guardia Civil, el cuerpo que comenzó a construir el Estado Español

La fundación en 1844 de la Guardia Civil representó, gracias a la capacidad de actuación que le proporcionó al gobierno nacional, una de las primeras piedras de la construcción del Estado Español moderno
Primera fotografía conocida tomada a un Guardia Civil, en Reinosa entre 1855 y 1857
Primera fotografía conocida tomada a un Guardia Civil, en Reinosa entre 1855 y 1857Patrimonio Nacional
La Razón
  • Yoel Meilán

    Colaborador

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La Guardia Civil es en la actualidad una de las ramas de las Fuerzas Armadas más importantes. En su ámbito de actuación entra el cuidado del medio ambiente y las reservas naturales, las actividades antiterroristas y la lucha contra las drogas entre muchas otras tareas. Pese a su actual importancia, nunca tuvo más relevancia que justo después de su fundación en 1844, cuando se volvió una herramienta indispensable para que España lograse consolidarse como un estado moderno.
La Guardia Civil fue creada en 1844 bajo el mando del II Duque de Ahumada, Francisco Javier Girón y Ezpeleta. Este cuerpo de las fuerzas armadas fue un proyecto del gobierno moderado del general Ramón María Narváez, que pretendía estabilizar el gobierno el país y el Estado tras el caos que había plagado la primera mitad del siglo XIX en España. Tras las primera Guerra Carlista (1833-1840) y la Guerra de Independencia (1808-1814), muchos ciudadanos habían sido formados en el uso de las armas. Miles de personas habían aprendido por las malas el oficio militar y, tras su servicio, fuese en nombre de uno u otro gobierno, se habían quedado sin nada. Muchos de ellos completamente solos y desamparados, pues sus familias habían muerto y sus hogares habían quedado arrasados. Ante esta situación se echaron al monte, a realizar actos de bandolerismo por las carreteras de toda España.
La Guardia Civil nacía como respuesta a esta situación, como un cuerpo de policía de escala nacional, bien equipada, con buenos sueldos y entrenamiento del máximo nivel que pretendía dejar atrás la utilización del ejército o las policías locales para combatir el crimen, que era lo común en aquella época pese a ser inefectivo. Ya fuese esto por la poca maniobrabilidad de convocar al ejército para solucionar pequeños problemas, o la limitada autoridad de la que disponían los cuerpos de policía locales, con jurisdicciones limitadas que dificultaban la persecución de los criminales.
Así, la Guardia Civil demostró ser increíblemente efectiva, realizando en poco menos de 3 años desde su fundación más de 39.000 intervenciones, según recoge el historiador Lorenzo Silva. De facto, acabando de esta manera con el peligro en los caminos de España. Tanto sería así que Facundo Infantes, segundo director de la Benemérita, afirmaría de forma orgullosa en 1854 que: «El robo de los carruajes públicos no causaba impresión diez años antes y desde la creación de la Guardia Civil, era visto con absoluto asombro».
No obstante, la Guardia Civil tenía también otra función, si cabe aún mas importante. Al mismo tiempo que unificaba la autoridad policial a una única institución a todo el territorio, dotaba al gobierno de un cuerpo de defensa. Cabe recordar que hasta este momento la forma estándar de imponer alguna decisión gubernamental consistía en llamar al ejército, cosa que aparte de resultar complicada organizativamente, era muy peligrosa a nivel político. El ejército durante la primera mitad del siglo XIX había consistido en una fuerza excesivamente politizada, siendo habitual que altos cargos, denominados como «Espadones», diesen golpes de estado para tratar de hacerse con el control. De tal manera, el ejército, más que defender al país, había ejercicio como una palanca de diferentes facciones para conseguir dominar la política nacional. Así pues, la fundación de la Guardia Civil buscaba acabar también con eso. Este nuevo cuerpo poseía una organización interna de carácter militar, con unos medios y entrenamiento que nada tenían que envidiar al ejército. De igual manera, dependía prioritariamente del Ministerio de Gobernación, es decir, del gobierno del momento, por lo que su lealtad no dependía de un oficial al mando, sino que respondía, en principio, ante el gobierno civil. Este cuerpo sería, entonces, la forma del Estado de dotarse de poder de actuación autónomo, base de lo que hoy consideramos un país efectivo. Y así ocurrió, pues la Guardia Civil logró bloquear numerosos intentos de golpes de Estado durante los siguientes años a su fundación y dotó al gobierno nacional de una capacidad antes impensable para actuar.
En este sentido, la Guardia Civil representa sin duda uno de los pasos más importantes de España para avanzar desde el Antiguo Régimen a un país moderno. Inició el proceso de autoridad autónoma del estado, unificando el control de las diferentes fuerzas policiales del país para lograr estabilidad, al mismo tiempo que dotaba al gobierno civil de una herramienta para su defensa e imponer las decisiones que tomaba.