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Juan Garrido, Estebanico y Beatriz de Palacios, historia de los negros que Conquistaron América con España

La presencia de militares mulatos o afroespañoles era muy habitual en las milicias españolas que se embarcaron hacia el Nuevo Continente
Los mulatos de Esmeraldas (1599), óleo del pintor mestizo Andrés Sánchez Gallque
Los mulatos de Esmeraldas (1599), óleo del pintor mestizo Andrés Sánchez GallqueMuseo de América
La Razón
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

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Quizá en demasiadas ocasiones la historia se simplifica y se cuenta sin matices. La gran epopeya de la llegada de los españoles a América es una de esas tramas enormemente complejas que se ha contado muchas veces y se simplifica obviando ciertos detalles que le restan algunos puntos de vista interesantes. Uno de ellos es la presencia habitual en la milicia y en las expediciones españolas de soldados y miembros del contingente de raza negra o mulata. Hombres (y mujeres) de origen africano, en algunos casos bereber y otros del África negra que lucharon hombro con hombro con los nacidos en la Península. Algunos casos destacados son los de Juan Garrido, Estebanico (o Estevanico), Juan Valiente y Beatriz de Palacios, entre muchos otros que han quedado en el anonimato.
Juan Garrido, por ejemplo, había nacido en África (era de raza negra y de origen bereber) y vivió en Portugal, donde se convirtió al cristinismo. Como recoge la Real Academia de la Historia, Garrido embarcó hacia Santo Domingo en 1510 como hombre libre y estando en Cuba, fue reclutado por Hernán Cortés para su viaje hacia el Yucatán (1519). “Vivió activamente la conquista de México, desde el desembarco en la isla de Cozumel hasta la destrucción de Tenochtitlan. Participó en la conquista de Tlascala y estuvo en la expedición de Cortés hacia el mar del Sur de 1532”. No solo eso: fue también parte de la expedición de Juan Ponce de León a Guadalupe, Dominica, Puerto Rico y La Florida. Por su contribución, recibió una encomienda (tierras) en Coyoacán y diversas fuentes le atribuyen la empresa de ser el primeo que plantó trigo en Nueva España.
En algunas ocasiones, los conquistadores de raza negra comenzaron siendo esclavos. Eso le sucedió a Juan Valiente, nacido en Senegal con el nombre de Sangor y enviado a México como esclavo. En 1530 fue comprado por Alonso Valiente, quien lo bautizó con el nombre de Juan, y a quien sirvió en Puebla. Según algunos testimonios, logró convencer a su amo de que le permitiese alistarse a las expediciones para, con el dinero obtenido por sus servicios, comprar su libertad. Juan viajó a Guatemala para unirse a la expedición de Pedro de Alvarado que se dirigía a Perú. Terminada aquella misión, se unió a la campaña de Diego de Almagro al sur de Chile, aunque la expedición no tuvo éxito. Sin embargo, sí lo tuvo una segunda campaña de Pedro de Valdivia, en la que Valiente contribuyó a fundar Santiago de Chile en 1541. Obtuvo por ello una encomienda de tierras y trató de resolver el pago por su libertad, pero en enviado con el dinero nunca lo entregó. Un emisario de Alonso valiente descubrió que Juan Valiente había fallecido en una campaña en 1553.
Beatriz de Palacios era mulata y por eso recibió el sobrenombre de La Parda. Fue una soldado y enfermera española que tuvo un papel fundamental durante la conquista de México a las órdenenes de Hernán Cortés. Entre sus múltiples habilidades estaban las de peletera, armera, cobradora, cocinera, amazona y encargada de tareas logísticas. Pero no solo eso: en la noche del 30 de junio de 1520 tomó las armas y luchó cuando las tropas de Hernán Cortés, formadas por españoles y miles de aliados tlaxcaltecas, sufrieron grandes pérdidas al ser atacadas por los aztecas. Ésta derrota les obligó a coger el camino de la huida y dejar atrás la ciudad de Tenochtitlan. Beatriz de Palacios, casada con Pedro de Escobar, ayudó a repeler los ataques durasnte la evacuación de Tenochtitlán y logró salvar su vida y la de otros militares. Palacios y su marido sobrevivieron a la conquista y se establecieron en Cuba en tiempos de paz.
Uno de los más destacados fue, sin duda, Estebanico (o Estevanico, Estevanillo, Esteban de Dorantes o Esteban el Negro), nacido en lo que hoy es Azamor y quien, como esclavo, llegó a Jerez de la Frontera a través de Portugal, donde fue comprado por Esteban Dorantes. Ansioso por encontrar el oro y la gloria en el Nuevo mundo, Dorantes se instaló en México, donde Pánfilo de Narváez, que había pasado más de veinte años como conquistador en México, había recibido un nombramiento real como gobernador de España. También este estaba ansioso por tomar el control de su nuevo territorio, explorarlo y empezar a explotar sus riquezas. Las compañías reunidas para esta empresa eran una variopinta colección de soldados de fortuna de muchas tierras, bajo el mando de oficiales españoles, y Dorantes y De Narváez sumaron fuerzas. Sin embargo, la primera expedición, en 1528, fue un desastre del que solo sobrevivieron 300 hombres, entre ellos, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes de Carranza y Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Lograron escapar de los indios nativos y reorganizarse en busca de una ruta para regresar a la Ciudad de México por lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos y norte de México.
Esta nueva expedición viajaba sin rumbo y sin mapas por la inmensa zona que hoy es la frontera entre México y Estados Unidos. Llegaron a la zona del Río Bravo o Grande y entraron en contacto con tribus de Norteamérica dedicadas a la caza del bisonte con las que convivieron. Finalmente, a orillas del Río Sinaloa o Petatlán encontraron a un grupo de exploradores españoles y con ellos regresaron a la Nueva España después de ocho años de increíbles vivencias, que fueron recogidas en el libro de Cabeza de Vaca “Naufragios”. Sin embargo, Estebanico formaría parte de otra de las grandes aventuras de la conquista: la búsqueda de las famosas Siete Ciudades de Cíbola, precediendo a Francisco Vázquez de Coronado. Falleció en América en 1539 aunque algunos dicen que se integró con los indígenas y desapareció con ellos.