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Laguna Negra: las aguas más misteriosas de la Historia de España

En muchas tradiciones, los lagos, de los celtas al Ness, entrañan un misterio o criaturas de lo profundo en sus oscuras aguas que, en España, se encuentra en Vinuesa (Soria)
La Laguna Negra soriana
La Laguna NegraLa Razón

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«Y Alvargonzález veía, /como Jacob, una escala / que iba de la tierra al cielo / y oyó una voz que le hablaba. / Mas las hadas hilanderas, / entre las guedijas blancas / y vellones de oro han puesto / un mechón de negra lana». El patriarca malhadado de la leyenda castellana que cantan los versos de Antonio Machado ve en sueños, como un héroe bíblico, un futuro funesto y de luto: dos hijos de mala semilla que acabarán con sus días en el más célebre parricidio de las leyendas de Castilla y un tercer hijo bueno que será la segunda víctima. Todo sucede a la orilla de las oscuras aguas y manantiales de Soria, en torno a la Laguna Negra. «A la vera de la fuente / quedó Alvargonzález muerto. / Tiene cuatro puñaladas / entre el costado y el pecho […]». Ahí están, sin duda, las más misteriosas aguas oscuras de la geografía mítica de España.
Las aguas oscuras siempre han sido mediadoras y transmisoras, evocan la conducción a un lugar de tránsito entre los mundos en las antiguas leyendas. Las historias de la mitología clásica o centroeuropea son ricas en lagunas y lagos, aguas que no corren sino que quedan inmóviles y reflejan un mundo más allá de la experiencia. Suelen ser lugares de paso, especialmente las lagunas, con sus aguas estancadas y sinuosas que espejean el más allá y muchas veces son portales hacia él. En la antigüedad griega, el dios Dioniso, además de patrocinar el éxtasis y la embriaguez, en su advocación de Limneo («el de la laguna») evocaba la permeabilidad de las puertas del Hades en fiestas como las de Antesterias. Allí abría las puertas del infierno durante las fiestas carnavalescas en las que se subvertía el orden establecido. En los mitos celtas es imposible olvidar a la sempiterna dama del lago, un hada recurrente en aquella mitología como mediadora a una dimensión feérica y misteriosa en la que ella y otras criaturas de ensueño otorgan objetos de poder, desde la espada Excalibur, el anillo perdido y reencontrado en las aguas oscuras y otros muchos. Las aguas suelen ocultar monstruos y criaturas sin cuento, como el escocés lago Ness, y nos recuerdan que son la entrada a un más allá de ensueño. Parecida es la famosa Laguna Negra de la soriana Vinuesa, al pie de los montes de Urbión. Hay testimonios desde el siglo XVI de avistamientos inquietantes de extrañas criaturas que supuestamente moran en sus profundidades. Cuentos populares, viejas tradiciones, folclore de raigambre celtíbera que luego pasa al mundo romano y medieval, hablan de pueblos sumergidos bajo las aguas –como tras las fuentes y colinas irlandesas– que se atisban en ese cristal oscuro, criaturas fantásticas y de cadáveres insepultos que aguardan su venganza o su redención, o que directamente retornan y desfilan con las ánimas para terror de los desprevenidos.
[[H2:«El que mira en esa agua muere»]]
A veces es una criatura en forma de dragón que mora bajo las aguas y de vez en cuando se deja ver. Otras son voces de ánimas condenadas que vagan por ese portal subacuático a profundidades insondables. Y muchas veces el monstruo es una mujer, como recuerda Pío Baroja en «El Mayorazgo de Labraz» (1903): «Porque es una laguna donde hay una mujer que vive en el fondo y mata al que se acerca. Todo el que mira en esa agua muere». El horror lo causa la idea de que, al ser tan oscura, no tiene fondo, o que este es una puerta que comunica directamente con el más allá.Pero es célebre sobre todo por la leyenda que, acaso a partir de una tradición popular o un crimen recordado en romances de ciegos y pliegues de cordel, recogió Machado en prosa y en verso: la historia de los tres hijos de Alvargonzález. El pequeño y favorito del padre marcha a hacer las Américas, mientras los otros dos, que quedan en su pueblo, dan muerte al padre por avaricia y maldad y sepultan su cadáver en las aguas: «Hasta la Laguna Negra, / bajo las fuentes del Duero, / llevan el muerto, dejando / detrás un rastro sangriento; / y en la laguna sin fondo, /que guarda bien los secretos / con una piedra amarrada / a los pies, tumba le dieron». Sus tierras de labor quedan malditas y baldías –leitmotiv de las leyendas celtas– y cuando el tercer hijo indiano regresa enriquecido y les compra una parte, lo matan también por envidia y lo arrojan a la laguna. Pero la venganza de las ánimas perdidas, a manos de aquella naturaleza salvaje, no se hará esperar: «Llegaron los asesinos / hasta la Laguna Negra; / agua transparente y muda, / que enorme muro de piedra, / donde los buitres anidan / y el eco duerme, rodea…».