Historia

Manuel Fraga, el padre de la derecha liberal española

Su liderazgo político fue clave para consolidar la democracia en España, construir el Partido Popular y crear una derecha liberal en el país

Manuel Fraga fue elegido presidente del Partido Popular en el comité de refundación de 1989
Manuel Fraga fue elegido presidente del Partido Popular en el comité de refundación de 1989larazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@731b78c5

Manuel Fraga Iribarne nace en Villalba (Lugo) en 1922 en el seno de una familia acomodada y muy ligada a la política, habiendo sido su padre alcalde de la localidad durante la dictadura de Primo de Rivera. En poco tiempo destacaría en el mundo de los estudios y lograría acceder con el primer puesto a las oposiciones de Letrado de las Cortes en 1945, y la Escuela Diplomática en 1947. Su figura comenzaría a destacar entonces dentro del régimen, ascendiendo poco a poco, hasta que en 1962 es nombrado ministro de Información y Turismo. Es aquí donde comienza la andadura política de Fraga, cuya importancia en la construcción de la derecha liberal española resulta inestimable.

En primer lugar, pese a sus convicciones claramente conservadoras, se erige desde su ministerio como uno de los líderes clave de los llamados «aperturistas», un grupo de políticos jóvenes convencidos de la necesidad de modernizar el país económica y políticamente. Con autodeclarada inspiración en el liberalismo británico, Fraga comienza a apoyar pasos hacia la liberalización del régimen franquista, destacando la Ley de Prensa de 1966, que pretendía reducir la censura, y la ley de libertad religiosa de 1967, cuyo objetivo era acabar con la presión sobre los grupos religiosos no cristianos en el país.

Su carisma le hace destacar como una de las figuras políticas más populares del momento, arremolinando en torno a si mismo a buena parte de la élite política del país. Sería esta posición privilegiada la que le permitiría participar en la redacción de la Constitución de 1978, siendo considerado uno de los «Padres de la Constitución». De igual manera, su actitud relativamente abierta al diálogo con los partidos de izquierda, su talante democrático y su prestigio como antiguo ministro franquista, resultaron clave a la hora de legitimar el nuevo régimen democrático, calmando el alarmismo de los sectores más derechistas del país, que poco a poco se desinflaron a nivel electoral hasta casi desaparecer, siendo absorbidos por el partido de Fraga, Alianza Popular.

Y es que el gran hito político del gallego sería la creación de Alianza Popular, el germen del actual PP. Tras el colapso de la UCD en 1981, Fraga logró arremolinar a prácticamente toda la oposición a la derecha del PSOE en su partido, creando una organización nacional de una fuerza inusitada. La UCD había caído por su falta de ideología concreta y la derecha se había dividido en una pléyade de pequeños partidos, por lo que AP sirvió como la gran casa común. De los ladrillos del liberalismo conservador defendido por Fraga se pudo construir una oposición a la derecha, una fuerza política organizada, nacional y con líderes capaces de ganar elecciones. De la misma manera, se crearon organizaciones y «think tanks», como la Fundación Cánovas del Castillo o la FAES, que ayudaron a unificar la ideología del partido y establecer el pensamiento liberal como la base de la actuación de la derecha política desde entonces.

Un último servicio

Lo último que faltaba, curiosamente, para el éxito del proyecto de Fraga, era que Don Manuel –como le llamaban sus allegados– se echase a un lado. La imagen de Fraga como ministro franquista, excesivamente conservador y dado a ciertos arrebatos, lastraba la fuerza política de la formación, que necesitaba sangre nueva. Sería en ese momento cuando Fraga demostró su gran olfato político y decidió dar un paso al costado.

En 1989 Alianza Popular se refundó en el Partido Popular y, un año después, Fraga protagonizó una escena clave para la historia española. En el X Congreso del PP, al grito de «ni tutelas, ni tutías», el gallego daba paso a José María Aznar como nuevo presidente del partido. Una figura joven y carismática, con el liberalismo por bandera, que buscaba modernizar la imagen de la derecha en España para poder batir al PSOE. Esta sucesión sincera resultó clave. Fraga se apartó, se refugió en la Xunta de Galicia y dejó a Aznar actuar y traer el impulso que finalmente acabaría logrando en 1996 la primera victoria de la derecha política de la democracia.

Fraga fue clave para el liberalismo conservador español, guiando estos planteamientos desde el reformismo franquista a su consolidación y desarrollo dentro del Partido Popular. Así, llegando incluso, como los mejores líderes, a hacerse a un lado cuando su figura lastraba al partido. Si los planteamientos políticos pueden tener un padre, parece obvio decir que Fraga es el padre de la derecha liberal en España.