Objetos universales: La lavadora, una revolución social
Desde el primer tambor giratorio hasta que funcionase pulsando un solo botón, este aparato fue mejorando poco a poco la calidad de vida de las mujeres en los domicilios
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Para muchas personas la lavadora cambió la sociedad más que internet. Aunque la eléctrica permitió realizar la colada en casa, la verdadera revolución fue la automática. Ésta liberó a la mujer parcialmente del trabajo doméstico y permitió su incorporación en el mercado laboral contribuyendo al cambio social. Cuando Felipe II hace de Madrid capital de su imperio, muchas mujeres se ven atraídas por las posibilidades de trabajo y acaban instaladas en las laderas del Manzanares, donde se instalan los lavaderos, desde 1561 hasta 1927. Fueron retratadas por pintores como Goya en sus cartones para tapices (1780), o en la pintura costumbrista de Eusebio Pérez de Valluerca que en 1887 refleja la actividad de las lavanderas de Madrid. A finales del siglo XIX había unas cuatro mil lavanderas en la ciudad inaugurando la reina María Victoria, esposa de Amadeo de Saboya, un Asilo para ellas atendido por las Hijas de la Caridad en 1872, lugar en el que podían acudir si se ponían enfermas y dejar a sus hijos hasta los cinco años para poder desarrollar su oficio, que era habitual para las mujeres con pocos recursos en todas las ciudades de España.
En 1930 el lavado de toallas grandes de felpa se pagaba a 0,25 pesetas la unidad y la docena de servilletas a 0,30 pesetas. La popularización progresiva de medios mecánicos de lavado y la existencia de agua corriente en las casas hicieron que este oficio desapareciese progresivamente. Aunque la primera lavadora eléctrica se patentase a principios del siglo XX en Chicago por Alva John Fisher, un ingeniero estadounidense de Chicago acoplando un motor eléctrico al tambor giratorio que invertía el sentido del giro para evitar que la ropa se apelmazase. El tambor giratorio había sido patentado previamente por James King pero era de carácter manual. Esta lavadora tenía un gran defecto, el motor no estaba bien aislado del tambor, por lo que las salpicaduras de agua producían cortocircuitos y descargas eléctricas, siendo un aparato muy peligroso. Otras empresas como la Upton Machine Company, la que sería precursora de Whirpool se lanzó también a la producción de lavadoras patentando en 1938 el primer modelo que agitaba la ropa y el agua con un motor más seguro.
Todas las compañías de tecnología se lanzaron a la mejora y venta de lavadoras con motor resistente al agua como la lanzada por General Electric o Westinghouse en 1948. Esta lavadora semiautomática debía competir con las lavanderías eléctricas, una industria bien organizada. El comercio de lavadoras exploró varios métodos para impulsar las ventas llegándose a utilizar argumentos racistas en la publicidad para disuadir a familias blancas de utilizar lavanderas negras.
En los años 40, un 60% de los hogares americanos tenían una máquina de lavar eléctrica. El producto iba destinado a las mujeres, amas de casa perfectas y modernas al servicio del hogar para la publicidad del momento, ellas debían aprender a manejar un aparato dedicando dos horas de su tiempo en el que tenían que escurrir, separar y ayudar la máquina a realizar su trabajo, sacando el agua del aparato. Aunque en España llegaba el modelo Power Washer desarrollado por Siemens en 1932, la realidad es que era muy caro y aparatoso por lo que no caló en la sociedad. Esta máquina distribuía el lavado de ropa en dos tambores, un tambor de eje horizontal, con función de marcha atrás controlada electromecánicamente y un selector de calor y un tambor de aclarado. Durante la Segunda Guerra Mundial todas las empresas de tecnología fueron dedicadas a la construcción de armamento, lo que detuvo un tiempo la producción y permitió el avance de la tecnología.
La siguiente evolución fue la lavadora automática, que escurría la ropa, se llenaba y vaciaba automáticamente. El primer modelo del mercado fue la Lavamat, patentada por AEG en 1958. Era la primera que funcionaba presionando un simple botón, modelo que se fue perfeccionando. En España llega a los hogares en los años 60, marcas como Balay o Bru produjeron lavadoras automáticas accesibles a las economías familiares del momento, son los años del desarrollismo español, del seiscientos, de la emigración rural a las ciudades. Mejoraba progresivamente el nivel de vida de los españoles. Fueron los años de la revolución social de las amas de casa, que como consecuencia de su liberación parcial del trabajo doméstico tuvieron más tiempo y posibilidades de trabajo fuera del domicilio. En los 90 llegaron al mercado las lavadoras con programa de lavado a diferentes temperaturas, gracias a los microprocesadores se podía seleccionar el programa adaptado a cada tipo de tejido. Lejos quedaron las tablas de lavado y la ceniza blanqueadora, las lavanderas del Manzanares nos parecen hoy seres de otro milenio.