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Siglo XIX

«¡Con Paquita no!» La homosexualidad de Francisco de Asís, el ariete de la izquierda para derrocar a Isabel II

Una biografía del rey consorte despeja los tópicos a menudo usados para denigrar a un personaje que tuvo sus luces y sus sombras en la Historia de España

Retrato de la reina Isabel y Francisco de Asís.
Retrato de la reina Isabel y Francisco de Asís. LR

Si la imagen de Isabel II está deformada por la propaganda política desde el siglo XIX, lo mismo cabría decir de su esposo, Francisco Asís de Borbón. De la reina se dijo, y todavía se repite, que era una «ninfómana». Ese relato fue extendido por la izquierda porque destruir su vida privada servía para desautorizar sus decisiones públicas. Al tiempo, sus críticos se presentaban como virtuosos en la intimidad (ejem, ejem) y, como consecuencia, en sus medidas políticas. Ambas cosas ocurren hoy también. Esa visión de Isabel II resulta muy machista y misógina: los mismos que se tildan de «feministas» consideran que «ninfómana» es tener seis o siete parejas sexuales en una vida de 73 años. También es una interpretación muy condescendiente: «Pobrecilla, no tenía estudios y la engañaban». Esta imagen retorcida ha sido construida por reputados literatos como Galdós o Valle-Inclán, así como por reconocidos historiadores, con la intención de vincular la monarquía con la inmoralidad, la deshonestidad, la corrupción, la lascivia y la ociosidad. Frente a ese compendio de «defectos» colocaban a la República como culminación de todas las virtudes.

Una cosa parecida, decía, ha ocurrido con Francisco Asís de Borbón, envuelto en ese relato político para generar una imagen negativa de la monarquía. Con el mismo machismo se usó su homosexualidad para denostar sus actividades públicas. Si era gay no podía hacer nada respetable, ni sus opiniones eran útiles. Este relato lo produjo con más intensidad la izquierda, ya que Francisco de Asís era un hombre católico y conservador, y muy respetuoso con el tradicionalismo. Ahora bien, conviene separar lo privado de lo público. Romper la descalificación por su homosexualidad no debería suponer bendecir sus decisiones políticas con Isabel II, la corte y los partidos.

Ricardo Mateos Sáinz de Medrano y Jonatan Iglesias Sancho han escrito una biografía de Francisco de Asís de Borbón (Almuzara, 2025) justamente para desmontar los tópicos sobre la vida privada del rey consorte y visibilizar a un personaje hasta ahora oculto. Han trabajado durante tres años en numerosos archivos para conocer de primera mano la personalidad del rey y de su entorno, su evolución, intereses y sentimientos. El resultado es muy satisfactorio. No niegan su homosexualidad, simplemente no la juzgan ni usan para explicar sus motivaciones políticas. Los autores son reconocidos especialistas en historia cortesana. Ricardo Mateos es autor, entre otros libros, de «La reina María Cristina» (2008), y «Las cuñadas de Isabel II. Las infantas más raras que ha dado España» (2022), que escribió con Jonatan Iglesias Sancho, el otro autor, que ha publicado «¡Salvad al zar!» (2021) y tiene el canal de youtube «El cronista de la Corte».

Los tópicos sobre Francisco de Asís de Borbón, recuerdan los dos historiadores, son que fue un «marica», cornudo, aviricioso e impotente, asuntos que le generaban muchos complejos y le convirtieron en mala persona. Ha habido muchos mitos en torno al personaje. No es cierto que Isabel II dijera «¡Con Paquita no!» cuando supo que el elegido era Francisco. Es una frase apócrifa, inventada en el posterior conflicto entre los cónyuges, y con la misión de dañar la imagen de María Cristina, la Reina Madre que había negociado el matrimonio, y la del propio rey consorte. Sobre él se decían cosas como: «Paco Natillas es de pasta y flora, y mea de cuclillas como una señora». No obstante, el problema de Francisco era otro. Padecía un defecto hipogenital con hipospadias, lo que suponía una malformación de los genitales consistente en que la uretra se abría en la cara interior del pene o en el escroto. Esto no le impedía el coito, pero le obligaba a orinar en cuclillas. Esto fue un problema en el matrimonio con Isabel II, desmenuzado al mínimo detalle por Ricardo Mateos y Jonatan Iglesias.

Los hijos de la reina

Luego está la cuestión de la paternidad de los hijos de la reina. Los autores lo tienen claro: no hay prueba documental de nada, salvo que se hagan pruebas de ADN, lo que no va a pasar. El libro incorpora un retrato de Enrique Puigmoltó, el supuesto padre de Alfonso XII. El lector puede comprobar si existe parecido. También se puede ver un retrato de Antonio Ramos de Meneses, al que los autores califican de «amigo íntimo» del rey Francisco, aunque podemos entender que fue su pareja durante el resto de su vida.

«Paquito», que es como Ricardo Mateos y Jonatan Iglesias llaman a Francisco de Borbón porque era su nombre familiar, quizá supo que los hijos de Isabel II no eran suyos. Los autores insisten en que puede ser, pero que no es demostrable. Sin embargo, y he aquí lo importante, el rey consorte se comportó como un buen padre con todos ellos. No era solo una cuestión sentimental, sino que Francisco había asumido su papel tradicional y las costumbres de las cortes europeas, en las que la infidelidad era moneda corriente. No en vano, cuentan los autores, «Paquito» era un hombre culto para ser infante. Había recibido educación en el Palacio Real de Madrid, como todos, luego en el Liceo Enrique IV de París, y finalmente viajó por Europa hasta llegar a la corte de Viena. A diferencia de muchos otros, leía filosofía y tratados de arte, y por ello mandó construir el Palacio Baviera en Aranjuez y hacer obras en el Palacio de Riofrío, a donde iba a cazar. El rey consorte, cuentan los autores en el libro, fue el más sensato de la familia Borbón, siempre atento a los borbones de Parma, Nápoles, Francia y España, incluidos los carlistas. Esto se debió, dicen, a que era un hombre con ideas sólidas, conservador y religioso, mientras que su entorno, sobre todo Isabel II, se desmoronaba por cuestiones políticas, económicas o sentimentales. Ricardo Mateos y Jonatan Iglesias han comprobado en la correspondencia que recurrían a él quienes tenían problemas. Es cierto que no tenía un carácter fácil, ya que era lo que la psicología entiende como pasivo-agresivo; es decir, que acumulaba agravios sin decir nada y un buen día los recriminaba con violencia. En este sentido, algún episodio con su esposa hay en el libro .

El exilio fue una liberación para Francisco de Asís. Ya no tenía que aguantar protocolo alguno ni fingir. Fue entonces él mismo, con Meneses y su vida, cuidando a la familia y su bienestar personal. De hecho, en los trabajos para la Restauración de los Borbones, Francisco no quiso protagonismo alguno, sino que se resolviera el asunto para desaparecer. Así se lo escribió a María Cristina, su suegra, en julio de 1874: «Los padres, una vez que triunfe Alfonso, debemos ‘eliminarnos’. Sí, Mamá, lo que es yo, no vuelvo a España por nada del mundo. Lo prometí en el 68 y lo cumpliré». También se lo dijo a Isabel II, que quiso volver con él a comienzos de 1874, con mediación del Papa y de María Cristina, entre otros. La respuesta de «Paquito» fue contundente, como transcriben los autores del libro: «He pasado a su lado 24 años y he sufrido no poco. Ahora tengo tranquilidad: que me deje pasar en paz 24 años». Esto no impidió que fuera el padrino en la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes, en 1878, viajando a España por primera vez desde que pisó suelo español de incógnito en 1872.

Débil y enfermo, sufrió una caída a principios de abril de 1902. Ya tenía un bisnieto. De aquel golpe le quedó un gran malestar y muchas lagunas mentales. Tras un paseo se creyó morir, y volvió al castillo de Epinay, su residencia. Isabel II, que marchó desde París para verle, dijo «¡Ay, Paquito! ¿Pero qué te ha pasado?». Murió el jueves 17 de abril de 1902. En la parte final del libro, que transcurre desde 1874, el lector puede encontrar muchas pequeñas anécdotas y detalles tan curiosos como entrañables de la vida de Francisco, que sirven muy bien para hacerse una idea exacta de la vida burguesa y cortesana de la época.