Historia

Por qué Felipe II pidió antes de morir que se abriera la tumba de su padre Carlos I

El monarca español tuvo una extraña petición que quería cumplir antes de fallecer

Felipe II vistió de riguroso luto desde 1658 a raíz de la muerte de su hijo Carlos
Felipe II vistió de riguroso luto desde 1658 a raíz de la muerte de su hijo CarlosInternational Center of Photography / Magnum PhotosInternational Center of Photography / Magnum Photos

El reinado de Felipe II se caracterizó con la exploración global y territorial a través de los océanos Atlántico y Pacífico. Cogió el testigo de su padre, Carlos I de España y V de Alemania, y heredó todo un Imperio español que se encontraba en pleno apogeo, donde no se ponía el Sol. En referencia a esa frase hecha, las fronteras hispánicas llegaron a todos los límites del planeta Tierra.

Con este monarca de la Casa de los Austrias, la monarquía española llegó a ser la primera potencia de Europa. Era un hombre reservado, que ocultaba su timidez e inseguridad, dado el puesto que ocupaba, bajo una imagen de un hombre serio, frío e insensible, según explican los historiadores. Se le conocía como "El Prudente". Felipe II, nacido en 1527, falleció en San Lorenzo de El Escorial en la madrugada del 13 de septiembre de 1598. Justo antes de morir, hizo una extraña petición, en la que pidió que abrieran la tumba de su padre.

Esta es la razón por la que Felipe II quiso abrir la tumba de Carlos I antes de morir

Felipe II ordenó que se construyera un ataúd de plomo que cerrara herméticamente y evitara los malos olores. Este féretro debía ser introducido en otro de madera, y todo ello, con la aprobación en vida del propio monarca. Al mismo tiempo, ordenó que abrieran el ataúd de su padre "para ver cómo estaba amortajado y dispuesto, porque él quería quedar de manera idéntica", dice el periodista Javier Ramos en su publicación "La España Sagrada. Historia y viajes por las reliquias cristianas (Arcopress).

El rey murió en El Escorial, con su hijo, Felipe III, como testigo. Los libros históricos explican que el monarca tenía asma, artritis, cálculos biliares e incluso fuertes dolores de cabeza, que podían ser ocasionados por una sífilis congénita. Su salud se veía cada vez más deteriorada en sus últimos meses de vida, tanto que hasta perdió la movilidad en su mano derecha. La hidropesía y la incapacidad de ingerir sólidos cada vez le hacía agonizar más hasta su muerte.

"Se celebraron 62.500 misas y se ordenó otras seis misas diarias, más 24 de réquiem en los aniversarios de su nacimiento y muerte", explica el autor del libro. Eran sus últimos deseos antes de morir, escritos en su testamento y finalmente cumplidos.

Ahí, en el Panteón de Reyes de El Escorial descansan doce de los dieciséis monarcas que ha habido en España desde el siglo XVI. Solo Felipe V y Fernando VI (enterrados en la Granja de San Ildefonso), Amadeo I (en Turín) y José I (en París) no yacen en este lugar. Por supuesto, Felipe II descansa junto a su padre, Carlos I. Y así, se cumplió su petición de ser enterrado exactamente igual que el primer emperador del Imperio Español.