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El "Toro de Fálaris", uno de los instrumentos de tortura más crueles de la Antigüedad

El nombre de este artilugio hace referencia a Fálaris, un tirano que gobernó en el siglo VI y que era conocido por su crueldad sin límites
Fálaris arroja a Perilo de Atenas al toro de cobre que el mismo creó
Fálaris arroja a Perilo de Atenas al toro de cobre que el mismo creóAnónimoDominio Público
La Razón

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A día de hoy, la controversia se centra en la moralidad de la pena capital, pero no hace tanto… esto ni siquiera estaba sujeto a debate. Lo que sí estaba sujeto a polémica era cómo debía realizarse esa ejecución. Por un lado, estaban aquellos que sostenían que la sentencia debía cumplirse de una forma rápida e indolora, que permitiese al condenado mantener cierta dignidad, y por otro lado estaban aquellos que sostenían que el ajusticiamiento no debía servir únicamente para castigar al condenado, sino que también debía servir para dar ejemplo al resto con su tormento.

Esta idea es la que sostiene la invención de la crucifixión o la del empalamiento, que no son únicamente método de ajusticiamiento, sino también de tortura. Cuando una persona es condenada a morir así, su tormento no termina en un instante, como puede ocurrir con el fusilamiento, el garrote vil, la inyección letal o la silla eléctrica. Es un martirio lento y tremendamente intenso. Ahora bien, de todos los instrumentos de ejecución/tortura jamás diseñados por el genio humano, quizás el más terrible de todos sea el que presentamos a continuación:

El nombre de este artilugio hace referencia a Fálaris, un tirano que gobernó en el siglo VI aC en la antigua ciudad-estado de Acragante, hoy llamada Agrigento (Sicilia). Su buen criterio en el gobierno permitió a la ciudad vivir un periodo de bonanza y prosperidad. Ahora bien, Fálaris no era precisamente un santo… y estaba muy lejos de poder ser considerado una buena persona. En realidad, el tirano era conocido por su extrema crueldad y por su “creatividad” a la hora de ajusticiar a los condenados. Se llegó a decir que practicaba el canibalismo y que tenía un especial gusto por los niños pequeños.
Diseño y funcionamiento del Toro de Fálaris
Diseño y funcionamiento del Toro de FálarisDominio Público

En una ocasión, Fálaris contactó a Perilo de Atenas, un hábil escultor, herrero e inventor de reconocido prestigio en la ciudad, para que le construyera una nueva máquina de tortura, cuya crueldad y salvajismo infundiera terror en el corazón de sus enemigos (y en el de cualquiera que osase contradecirle).

Perilo encontró una solución elegante al problema que Fálaris le había planteado: su propuesta era -básicamente- una estatua de cobre hueca y en forma de toro. En el momento de cumplir la sentencia, se abría un compartimento en el lateral de la figura y se introducía al condenado en el interior del toro. Y, por último, se encendía una gran hoguera en la parte inferior del artilugio. El metal se ponía al rojo vivo… y terminaba asando vivo a la víctima. El humo de su carne quemada y el sonido de sus alaridos salían en forma de bramido por un par de agujeros que su creador había dejado en la nariz del toro.

Fálaris estaba emocionado con su nuevo “juguete” … aunque todavía se mostraba escéptico con su eficacia. Perilo había dejado el listón muy alto y el tirano quería saber si el artilugio realmente cumpliría sus expectativas. Haciendo gala de la fama que justamente se había ganado, Fálaris decidió utilizar a Perilo como sujeto de pruebas, así que ordenó que fuera arrojado al interior del toro para que muriera asado.

Fálaris ordena arrojar a Perilo al interior de la escultura de bronce
Fálaris ordena arrojar a Perilo al interior de la escultura de bronceDominio Público
Tal y como explican algunas crónicas de la época, el creador del “Toro de Fálaris” no fue el único que padeció su tormento, sino que el propio Fálaris también tuvo que padecerlo. En el año 554 aC. se produjo un levantamiento popular que acabó definitivamente con su reinado… y con su vida. Al parecer, la turba enfurecida arrojó al tirano al interior de su propio toro para que muriera cocinado y pudieran escucharse sus bramidos.

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