Historia

El triunfo de la Armada Invencible contra Inglaterra

¿Qué hubiera pasado si España hubiera ganado esa batalla? Que la flota inglesa hubiera quedado neutralizada y la costa de su país, desprotegida ante una invasión

Pintura anónima que representa a la Gran Armada enfrentándose a la flota inglesa y que bien podría recoger el triunfo de la misma ese alternativo 6 de agosto de 1588.
Pintura anónima que representa a la Gran Armada enfrentándose a la flota inglesa y que bien podría recoger el triunfo de la misma ese alternativo 6 de agosto de 1588.La Razón

La mañana del 6 de agosto de 1588 cambiaría para siempre el curso de la historia: las naves de la Felicísima Armada enviada por Felipe II contra Inglaterra destrozaron la flota enemiga, dejando vía libre al desembarco de los tercios.

Como sabemos, lo anteriormente descrito nunca sucedió: es una ucronía. Pero, ¿y si –haciendo un riguroso ejercicio de historia contrafactual– las estratégicas galeras de la Armada hubieran conseguido salvar a tiempo el temporal del 18 de junio? ¿Y si Medina Sidonia hubiera dispuesto así del decisivo as en la manga con el que superar tácticamente a la escuadra de lord Howard ante una eventual calma chicha? Finalmente, ¿y si Farnesio hubiera estado más receptivo y dispuesto a coordinarse con la flota del duque?

Con su escuadra de ocho galeras –y la punta de lanza de sus cuatro galeazas– disponible y razonablemente intacta, en cuanto el viento amainase en los albores de ese 6 de agosto, dejando a la flota inglesa prácticamente inmovilizada y por entero vulnerable, Medina Sidonia habría podido poner en práctica la estrategia por la cual el difunto Álvaro de Bazán, así como los entendidos Bertendona y Oquendo, habían insistido tanto al rey con poder contar con cuantas posible fuera, aún a riesgo de temporal indefensión frente al berberisco: lanzar a estas peligrosas y maniobreras naves a remo contra las naves enemigas y emplear una parte para remolcar rápidamente a los galeones más pesados y decisivos.

Con dos devastadores cañones de batir a proa y popa, así como otros cuarenta y ocho piezas más ligeras, y unos doscientos cincuenta soldados de los tercios del mar a bordo, las cuatro galeazas podían causar daños devastadores a las impotentes naves inglesas, o tomarlas directamente al abordaje una a una. Más ligeras, menos artilladas y tripuladas, no por ello eran las galeras menos peligrosas que sus homólogas oceánicas, capaces de abrir peligrosas brechas en los cascos de sus rivales, especialmente abriendo fuego a tiro de pistola. A remolque de cuatro de estas últimas, les seguirían los galeones San Martín –a la sazón insignia de Medina Sidonia– y Rata Encoronada, listos para unirse a la lid. Tras ellos, inevitablemente más despacio e, inicialmente, a mayor distancia, les seguiría el resto de las naves más potentes de la Armada, a remolque de sus embarcaciones menores. Asalto semejante, planificado a conciencia con el duque con los experimentados capitanes de su flota, y ejecutado por estos y sus endurecidas tripulaciones, habría puesto de rodillas a Lord Howard, a su flota… y a Inglaterra. Naturalmente, apercibimiento de la situación y de la maniobra hispana, los ingleses no habrían permanecido inactivos, sino que, inmediatamente, habrían desplegado sus propias chapuzas y barcazas para brindar el mejor remolque posible a sus naves más combativas.

Pericia hispana

Ahora bien, de poco les habría servido enfrentadas a las galeras enemigas que, en su aproximación, habrían dado fácil cuenta de las mismas o, sobre todo, sus tripulantes, condenando paulatinamente a lo mejor de la escuadra inglesa a permanecer expuesta al pairo. Cabe hipotetizar un furioso duelo entre los navíos insignia de ambos almirantes, el San Martín y el Ark Royal, donde, con toda probabilidad se impondría la muy superior pericia hispana en el combate cercano y el abordaje. Acaso Lord Howard dejara entonces la vida en la furiosa defensa de su nave. Naturalmente, la audaz embestida –que quedaría registrada como una de las mayores victorias navales de la historia– no habría triunfado sin coste para los hispanos, cuyas galeras habrían sufrido las desesperadas andanadas de sus rivales durante el avance, así como sus arrojadas tropas y comandantes, entre ellos seguramente más de alguno de renombre.

Sacudida, severamente diezmada y dispersada, la flota inglesa habría quedado invariablemente neutralizada, las costas de Inglaterra expuestas a una formidable flota hostil y, sobre todo, al desembarco del Ejército de Flandes que, al amparo de esta, cruzaría el canal en pocas jornadas. Carente de verdadero rival entre las huestes inglesas, Farnesio habría estado entonces listo para sentenciar el destino del reino insular y de su soberana, según los designios del Rey Prudente. Mas esa es ya otra historia…

Para saber más

Desperta Ferro Ucronías n.º 2

Monarquía Hispánica

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