Polémica artística

Hombres fuera y Picasso dentro: aunque sea en el baño de mujeres

"El almuerzo sobre la hierba" de 1961, reposa en este espacio universal de micciones anónimas que conforma el servicio, al lado de uno de los retretes

Audiencia de la artista Kirsha Kaechele
Audiencia de la artista Kirsha KaecheleCharlotte Vignau/MONA (Cortesía del Museo de Arte Antiguo y Nuevo, Hobart, Tasmania, Australia)

En un intento probablemente fallido de captar la vibración coyuntural de las consecuencias de la noticia que nos ocupa –rápido van a descubrir cuál– fácilmente encajable en una traducción estética furibunda, en la rebeldía gestual de, como mínimo, un arqueamiento generalizado de cejas por parte del sector masculino y la consabida pataleta argumental comparativa de "imagínate que hubiera sido al revés", de repente una se para a pensar. Tampoco mucho, que se desvía o se pierde.

Ingenua, lúdica y proyectada siempre en el inconfundible disfrute de lo fabulado, una imagina la cara que pondría o el comentario absolutamente antipático que haría Antonio Dumas –impecable como siempre Oscar Martínez a pesar de la irritación que causa aquí su personaje–, aquel gestor cultural con alergia a los revisionismos históricos y de género en el marco de los códigos expositivos, recién nombrado director de un museo de arte contemporáneo de Madrid y protagonista de la serie "Bellas artes" cuando viera que la artista Kirsha Kaechele ha decidido exhibir la pintura de estilo cubista "Mujer acostada en el sofá" pintada por Picasso en el 32 sobre un lavabo del nuevo baño de mujeres del Museo de Arte Antiguo y Nuevo (MONA) del sur de Australia, mientras que una versión del pintor malagueño del cuadro "El almuerzo sobre la hierba" de 1961, reposa en este mismo espacio universal de micciones anónimas al lado de uno de los retretes.

La propuesta, claro, no es casual, ni responde a un connato infantil de preferencias por el refugio silencioso de los sanitarios: tampoco a un insulto simbólico hacia la figura de Picasso ni a un ejercicio de rechazo hacia su obra. Se trata más bien de un pulso de resistencia, de una coherente continuidad performática con el discurso iniciado, de una declaración de intenciones con tinte feminista que nace después de que "Ladies Lounge" ("Sala de mujeres"), una instalación de arte creada por la propia Kaechele consistente en la habilitación de una sala dentro del MONA que albergaba algunas de las obras más aclamadas del museo (incluidas piezas de Picasso y Sidney Nolan y un tesoro de antigüedades de Mesopotamia, Centroamérica y África) y restringía el acceso a los hombres, se cerrara temporalmente después de que un tipo identificado como Jason Lau, alegara que en 2023 el museo le impidió el acceso a la instalación a pesar de haber pagado la entrada completa al recinto y una sentencia judicial terminara calificando de discriminatorio que el recinto contara con una muestra exclusiva para mujeres.

La artista Kirsha Kaechele y 25 seguidoras femeninas ingresando en la audiencia del tribunal tras la denuncia del hombre que se sintió discriminado, vistiendo uniforme azul marino
La artista Kirsha Kaechele y 25 seguidoras femeninas ingresando en la audiencia del tribunal tras la denuncia del hombre que se sintió discriminado, vistiendo uniforme azul marinoCharlotte Vignau/Mona Museum

Durante su defensa, Kaechele repasó una cronología de la experiencia de discriminación y exclusión vivida por las mujeres australianas, incluida la prohibición de trabajar en el sector de servicios públicos una vez casadas, el hecho de recibir salarios más bajos que los hombres por el mismo trabajo, algo en lo que se había involucrado la propia dirección del museo, o el escalofriante dato de que a las mujeres australianas no se les permitiera entrar en bares públicos hasta 1965. 1965. "Los hombres están experimentando "Ladies Lounge". Su experiencia de rechazo es la obra de arte", explicó entonces subrayando el carácter difuminado de los límites artísticos de una propuesta cuyo sentido mismo era precisamente la previsible reacción de indignación masculina generada.

"Volveremos a abrir la sala como una iglesia, colegio, establecimiento de lujo o instalación (...) mientras tanto, ¡disfrutad mujeres!", insta la artista estadounidense en su cuenta de Instagram defendiendo esta solución creativa de transformar el espacio en un baño para señoritas y así poder cumplir con la regulación a pesar de que el lounge continuase operando como un espacio exclusivo para mujeres bajo las excepciones legales correspondientes. Y es que como reivindicaba Ana Mendieta, "la transgresión sólo existe a partir del momento en que el arte se revela a sí mismo".