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Guerra abierta

Huelga de guionistas: las razones tras la crisis de Hollywood

El Writers Guild of America, sindicato de guionistas más importante de EE.UU., ha dado comienzo a una huelga clave para el futuro del cine y las series y con las plataformas de "streaming" como principal enemigo

El sindicato de guionistas más importante de EE.UU. da comienzo a una huelga clave para el futuro del cine y las series
El sindicato de guionistas más importante de EE.UU. da comienzo a una huelga clave para el futuro del cine y las seriesWGA

Era una cuestión de tiempo, pero no por esperada la huelga de guionistasen el seno de Hollywood deja de ser extremadamente relevante. A las 9 de la noche hora española del 2 de mayo, el Writers Guild of America (sindicato mayoritario) lo hacía oficial: ningún guionista asociado escribirá o corregirá ningún libreto hasta que se alcancen las condiciones exigidas ante la AMPTP, patronal en la que se agrupan todos los grupos audiovisuales de relevancia, desde Disney, Warner y Universal hasta Netflix o Amazon. En la práctica, cerca del 98% del sector audiovisual de ficción quedará paralizado, según calculan medios especializados como "Deadline".

Aunque los detonantes del paro convocado por los lápices más importantes del audiovisual mundial puedan tener que ver con lo inmediato, en relación a los mínimos salariales y el número de guionistas mínimo por producción, lo cierto es que las causas son estructurales y se arrastran desde la pandemia. Fue entonces cuando el gremio de los guionistas, increíblemente golpeado y maltratado por los despidos en el audiovisual, comenzó a demandar mayores ingresos en términos de residuales, es decir, lo que se embolsan los escritores de las series cuando estas se emiten o cuando se venden de plataforma en plataforma. Desde la implantación del modelo Netflix, hace ya una década, los guionistas venden su trabajo al completo a los gigantes del «streaming», sacando los proyectos adelante pero despidiéndose, en la práctica, de los derechos de autor derivados de su propiedad intelectual. Si una serie, por ejemplo, finaliza su contrato de explotación en Amazon Prime Video y pasa a HBOMax por una importante suma de dinero, es muy probable que quien la escribiera apenas vea nada de ese dinero.

Una crisis inmediata

Pero, ¿qué consecuencias tendrá la huelga? La más inmediata pasa por los programas que dependen de un equipo diario, cuyo ejemplo más relevante es el de los conocidos como «Late Nights». Jimmy Fallon (que durante la MET Gala se adelantó a la convocatoria oficial), Jimmy Kimmel o Stephen Colbert, como rostros más conocidos de la progresía estadounidense y presentadores más relevantes del panorama actual, apoyarán las reivindicaciones del sector, llevando a sus programas a un paro parcial, yéndose a negro y obligando a sus cadenas (NBC, ABC y CBS) a emitir episodios antiguos. Una práctica a la que, de no llegar a un acuerdo pronto, también se sumarán John Oliver y su «Last Week Tonight» o el programa de Drew Barrymore. Dependiendo del alcance de la huelga y su duración, ello podría afectar también a las series todavía en producción, normalmente pertenecientes a la televisión lineal, y que podrían verse interrumpidas sin solución de continuidad, tal y como ocurrió en 2008 con «Perdidos» o «Anatomía de Gray».

Y es que son cinco lustros lo que hay que remontarse para encontrar una crisis de estas características en la Meca del cine, cuando a finales de 2007 fueron de nuevo los residuales, esta vez los de los DVD, los que levantaron a los guionistas en armas. «Durará más que aquella, pero menos que la de 1988», opinaba un ejecutivo en «The Hollywood Reporter», haciendo referencia al parón de 1988, patrón oro de las huelgas en el audiovisual estadounidense que se fue hasta las 22 semanas de duración. Es complicado vaticinar hasta qué punto la nueva huelga afectará a las plataformas, acostumbradas ahora a trabajar a temporada cerrada, pero la interconexión provocada por la concentración empresarial (cada «major» cuenta con su propio conglomerado) bien puede ejercer como mecanismo de presión para encontrar un acuerdo en breves, sobre todo teniendo en cuenta que la siguiente crisis, relacionada con la Inteligencia Artificial, también está encima de la mesa.