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Iñaki Arakistain: «El jazz y el saxo son sexuales»

En su cuarto álbum de estudio, «Another Road», el artista entremezcla esta música con sonidos exóticos y de raíces tan profundas como el flamenco

Iñaki Arakistain / Luis Díaz
Iñaki Arakistain / Luis Díazlarazon

En su cuarto álbum de estudio, «Another Road», el artista entremezcla esta música con sonidos exóticos y de raíces tan profundas como el flamenco.

Él es un hombre pegado a un saxo. Uno de los saxofonistas más transgresores del panorama jazzístico actual. Un músico capaz de hacer hablar a su alma, a través de un instrumento «sexual y sensual», según sus propias palabras. Tras publicar «Tiempos de búsqueda», «Plan B» y «Saxual», Iñaki Arakistain presenta «Another Road», su cuarto álbum de estudio. Un disco en el que entremezcla el jazz con sonidos exóticos y de raíces tan profundas como el flamenco, la música de Brasil, el folclore afrocubano y la música afroamericana como el jazz funk. «Mi estilo me buscó a mí», dice. Y se encontraron.

–Su primer disco lo tituló «Tiempos de búsqueda». ¿Encontró lo que buscaba?

–(Risas) No, todavía no lo he encontrado. Pero, entre otras cosas, lo que busco es ser muy feliz. Aunque ya sabes que la felicidad son momentos... En la música busco plasmar mis vivencias, lo que he vivido y vivo.

–¿Con sonidos?

–Por supuesto, el alma habla a través de los instrumentos.

–Usted fusiona diferentes estilos con el lenguaje común del jazz...

–Sí, pero mi estilo me buscó a mí, no yo a él. Escuché en la radio a Grover Washington Jr. y me enamoré del saxo.

–¿Es el jazz ese ingrediente con el que mezclar distintos sabores?

–Así es, como si fuera la matriz. El jazz es la pulsación, el corazón de la música.

–¿Y a qué sabe su música?

–A melancolía, a tristezas, a alegrías, a ilusión por vivir y por crear...

–Es que usted toca el saxo hasta por bulerías...

–Y por lo que haga falta. El flamenco es una pasión tardía en mi vida, que me llegó cuando escuché al gran Sabicas, quien fue una aparición para mí. Luego vinieron Paco de Lucía y todos los demás. En realidad, el jazz combina bien con todo.

–¿En la variedad se encuentra el gusto?

–Se puede encontrar, sí, como en la gastronomía. No puedes comer siempre lo mismo, ¿no? Hay que variar.

–Además, en la música no todo está inventado...

–Para nada. Quedan muchas cosas por hacer y bastantes caminos por explorar.

–¿Tiene el jazz en España el reconocimiento que merece?

–No. En España se dejan de lado estas músicas, a pesar de que hay muy buenos músicos y corrientes. El jazz no está donde debería. De hecho, nos ven mucho mejor fuera que en nuestro país.

–¿Por qué?

–Quizá por un complejo que tenemos los españoles hacia lo que sea anglosajón o americano, como si lo extranjero fuera mejor que lo propio.

–En cualquier caso, aquí no es fácil vivir del jazz.

–En España es muy difícil vivir de la música. Sin embargo, lo más importante en la vida es hacer lo que te gusta y luchar por ello.

–¿El jazz se baila?

–Se puede bailar, claro, depende. Dentro del jazz hay mucha variedad.

–Pero en las discotecas convencionales no ponen...

–Ya. Habría que preguntar a las multinacionales por qué marginan la música de calidad.

–¿Cree usted que está marginada?

–Nos hemos acostumbrado a los ritmos facilones. La gente se hace a escuchar lo que le pongan. Y las multinacionales y los que tienen el poder de difundir la música no apuestan por los géneros de calidad sino por la radio-fórmula.

–¿Qué pasaría si se escuchara más jazz?

–Beneficiaría a toda la sociedad y nos haría hasta mejores personas. La música tiene un gran poder para cambiar las cosas. Pero no únicamente el jazz, sino todas aquellas que pasen un filtro de calidad y que tengan esencia.

–¿Y España está falta?

–Sí. De flamenco, de jazz, de músicas que se hacen con el alma y que requieren estudio y preparación.

–¿El jazz es divertido?

–Existen muchos estilos dentro del jazz. Algunos te hacen pensar de una manera determinada, otros te divierten...

–¿Y qué más?

–Mi cuñado decía que el jazz calienta más (risas).

–¿El jazz es «Saxual» –título de su tercer disco–?

–(Risas) Efectivamente. El saxo es sexual. Y sensual.

–¿Sensual o sexual?

–Las dos cosas. El jazz y el saxo son sexuales. Te metes la boquilla en la boca... Tiene connotaciones sexuales.

–Elija un momento y un lugar para escuchar jazz.

–Cualquier momento es bueno para escuchar buena música. Cuando te levantas, cuando te vas a acostar...

–De todos los artistas con los que ha actuado, ¿con quién se iría de cañas?

–(Piensa) Me lo pones difícil. Pero me iría mejor con un músico de mi gremio, con un instrumentista, que con un jefe.

–¿A qué personaje le recomendaría su disco?

–A los políticos, para que se abran un poco a la música y no estén tan pendientes de sus luchas y guerras internas. A más de uno le vendría muy bien.

–¿Cuál es su comida favorita?

–Tengo varias, pero me gusta mucho la comida japonesa, en general, y el sushi en particular.

–¿Me cambiaría un plato por su saxo?

–No (risas). Mi saxo no lo cambio por nada. Es la expresión de mi alma y de mi personalidad. Es a lo que he dedicado toda mi vida. Siempre va conmigo.