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Libros
Isaac Rosa: «El insomnio retrata las condiciones de vida actuales y nuestro sistema laboral»
«Las buenas noches», su nuevo libro, explora las causas y las consecuencias que tiene que las personas no puedan dormir

Un hombre que no duerme; una mujer que camina por su insomnio; dos desconocidos que se encuentran y, como en las mejores historias de amor, descubren que juntos pueden descansar y dormir. No hay sexo entre ellos, no hay amor. Su clandestinidad es solamente para poder cerrar los ojos durante unas horas. En «Las buenas noches» (Editorial Seix Barral), Isaac Rosa teje una obra compleja y conmovedora que explora uno de los grandes problemas del siglo XXI: la imposibilidad para dormir que padecen muchas personas.
¿Ha sido insomne?
Sí, si no hubiera tenido temporadas de insomnio no habría podido escribir la novela o no la habría escrito así. La obra nace de una vivencia personal, de una temporada larga en la que he dormido poco o nada. Es a partir de esa experiencia cuando empiezo a pensar en mi insomnio y en qué está pasando para que tanta gente duerma mal, porque, de repente, te das cuenta de que los de tu entorno duermen mal. La novela está relacionada con esas noches, que me han dado para pensar mucho. Durante la noche, tu cabeza no para y empieza a trabajar y, de hecho, no duermes porque tu cabeza no para y tu cabeza no para porque no duermes. Esta historia crece en las noches de insomnio.
¿Qué es lo primero que piensa?
Que es un problema del momento de tu vida, de tu edad, de tu situación personal, que estamos en la edad en la que uno duerme menos, pero luego te das cuenta de que hay gente de toda condición, edad y situación personal que descansa mal. Concluyes que es un problema extendido.
¿El insomnio es el gran mal del siglo XXI?
Es una enfermedad, una alteración propia de las sociedades desarrolladas, y no se le presta la atención que se debería. Es evidente que tenemos un problema con el dormir. Y en el caso particular de España está especialmente presente. Hay un dato que descubrí cuando me documentaba para la novela y que me sorprendió: España es el país líder del mundo, no de Europa, sino del mundo, en el consumo de benzodiacepinas. Los españoles somos los que más ansiolíticos, hipnóticos y calmantes consumimos. Esto dice mucho de lo que nos pasa.
«España es líder en el mundo en consumo de ansiolíticos y calmantes para poder dormir»
Pero hay más.
Es cierto. Otro tema que me interesaba es esa obsesión de nuestro tiempo de buscar la forma de dormir mejor y de que el dormir sea productivo, que durmamos menos, pero de más calidad, para aprovechar más el tiempo, en definitiva, para trabajar más y hacer más cosas. Esto también delata esta sociedad.
Dormir es para flojos. Parece un lema del neocapitalismo. Dormir se ve ya como un tiempo que sirve para recuperarte de los destrozos del trabajo y la vida que hemos llevado y prepararte para lo que viene después, igual que las vacaciones. Lo entendemos como aquello que nos permite al día siguiente estar otra vez dispuestos. Eso es propio del capitalismo del siglo XXI. Es muy neoliberal. Buscar técnicas para sacarle más partido a las horas de sueño porque es un tiempo desaprovechado y el día ya no da para nada. Y, al final, de donde queremos ganar horas es de las horas de sueño.
La precariedad laboral, la hiperproducción, los alquileres abusivos... ¿Cómo influye esto?
Hay un insomnio de autónomos, igual que existe un insomnio de divorciados. Entre las muchas causas del insomnio, la primera es el trabajo. El no tener empleo, la sobrecarga laboral, la precariedad. La gente duerme bien en las vacaciones. Un dato. La última vez que la gente durmió bien, y no voy a romantizar el momento, fue durante el confinamiento de la pandemia. Era capaz de dormir porque teníamos tiempo para la familia, cocinar, leer; veíamos a los amigos por Zoom. ¿Por qué? Porque este mundo laboral en el que nos encontramos se había detenido y todos podían hacer lo que no pueden hacer normalmente: dormir, vivir tranquilos. Nos dimos cuenta de que llevamos vidas incompatibles con todo eso, vidas incompatibles con vivir.
¿Y qué deduce de eso?
Que hay una inadaptación con el sistema laboral, la economía y las condiciones actuales de vida. La gente pierde el sueño por el exceso de trabajo, el nivel de excitación que tenemos, porque no puedes apagar la cabeza. Si queremos vivir mejor, necesitamos dormir mejor, porque todo lo demás son remedios que tapan el problema. Nuestro día a día no nos prepara para dormir, nos deja en un estado de agotamiento y agitación que te impide dormir. Esto es un problema colectivo, como sociedad, y la solución tiene que ser colectiva, como sociedad. Tenemos que cambiar nuestra forma de vida. En este mundo que vivimos, al final, lo raro es dormir; lo raro es dormir bien, dormir bien durante la temporada, acostarte, quedarte dormido y levantarte ocho horas después. Eso es lo sorprendente.
Hay una preocupación por las enfermedades mentales, pero no por la falta de sueño.
Pero es una enfermedad muy grave porque, en el fondo, influye en la productividad, el trabajo, la relación con la gente y en la salud de una forma tremenda. Una de las cosas que me preocupó al documentarme para el libro eran las consecuencias que tenía sobre la salud no dormir bien durante largas temporadas. Nos preocupamos de la alimentación o nuestra actividad física, estamos preocupados por si comemos ultraprocesados o si hacemos o no deporte, pero descuidamos dormir, que es incluso más grave.
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