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Jaime Gonzalo: «El rock & roll ya es una pieza de museo»

Escritor y periodista
larazon

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Es una autoridad en materia de periodismo musical, así que algunas preguntas sobre la materia merecen un comentario aparte. Gonzalo fue director de «Rock Espezial», antecedente de «Rockdelux», y fundó «Ruta 66», además de haber trabajado en «Star» y «Disco Exprés», entre otros medios.
-Antes había una prensa musical que creaba mitos.
-Porque era nuevo. Ahora el rock es una pieza de museo. Tiene más de medio siglo de vida. La prensa «underground», el cómic, todo cumplió su función y está en decadencia. La contracultura surge en torno a ellos, pero ya no tienen relevancia.
-¿Le interesa el rock que se hace hoy?
-No. ¿Piensas que hay algo que desarrollar o que explorar en ese lenguaje tan básico y escueto? Y es igual con el flamenco o el blues, que son músicas más antiguas. Creo que vivimos en una cultura que es reacia a admitir que las cosas son finitas. No admite eso. Pensamos: «¿Y ahora qué, el vacío? ¿El horror vacui?». La sensación que tengo es que queremos mantener fantasmas porque forman una industria y no la vamos a tirar por la ventana porque culturalmente no tenga nada que decir. Hay mucha gente viviendo de ello.
-Del cine o la novela se podría decir lo mismo.
-Sí, pero yo no tengo las antenas tan largas como para entender todo lo que está sucediendo. Hay gente brillante, pero los lenguajes se han agotado. Mucha gente se tira de los pelos cuando lo digo y dicen que soy un majadero.
-¿Por eso habla de su pesimismo?
-El optimismo es un engaño, como la fe. Pero es que muchas cosas han sido un engaño y nos lo hemos creído. Teníamos un bipartidismo en España como en los tiempos de Cánovas y Sagasta y en cambio pensábamos que nuestra democracia era perfecta. Imagínate, en algo más trivial como es el rock, e innecesario para la sociedad, el engaño es total. Nos vuelven a vender lo mismo de hace 20 años. En el caso del rock hay otro lastre. Es la negativa a crecer, a madurar. Su mensaje es esconder todo lo que esté relacionado con hacerse mayor. Yo estoy en contra de eso y me he hecho muy mala prensa por decirlo, por aspirar a que el rock crezca y se haga adulto. Y luego senil. Me interesaría mucho más que Keith Richards me explicase cómo ve la vida con casi setenta años en lugar de simular que vive en un bucle temporal patético. Con casi todas las bandas jóvenes que oigo me ocurre que casi sé qué acorde van a tocar va continuación y el gesto que van a hacer con la guitarra. Todas las canciones me van a sonar a algo. El rock es una manera como otra cualquiera de no tener que decidir quién eres y apuntarte a una cáscara en la que vivir la ociosidad. No tener que pensar otras cosas. Y de eso me siento cada vez más lejano.