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Javier Reverte: «La épica es necesaria en estos momentos de desánimo»

Javier Reverte: «La épica es necesaria en estos momentos de desánimo»
Javier Reverte: «La épica es necesaria en estos momentos de desánimo»larazon

En «Confines» (Plaza & Janés) relata su recorrido por las aguas árticas y antárticas, una aventura en las regiones más remotas de la Tierra.

Javier Reverte ha hecho del viaje su oficio, convirtiendo eso de salir al mundo, o sea, la aventura que supone el encuentro con el otro o lo otro, una manera de vida. Javier Reverte, que es un díscipulo de Ulises, un heredero de Heródoto, ha viajado a los confines del planeta: a los polos, una tierra de hielo, nieve y soledad.

–¿La soledad es un valor?

–La soledad buscada, sí; la impuesta, no. Hay elementos sociales para acabar con la soledad y siempre es necesaria para reflexionar, calibrar tus capacidades como ser humano y descansar de los otros, porque los otros fatigan. Yo amo la soledad y soy sociable. En el Yukón, cuando sabes que no hay nadie a cien kilómetros a la redonda, sientes una sensación gratificante.

–¿Ha estado en un lugar así?

–No quedan. Algo en la selva del Petén, los bosques del Yukón o en las selvas del río Congo. En Guatemala estuve con un geógrafo que iba bautizando cerros. Un monte lo bautizó con mi nombre. Me gusta pensar que hay un sitio que se llama «Javier» por mí.

–¿Confines es un sinónimo de aventura?

–(Risas). Tiene algo. Este libro trata de los dos espacios de la Tierra más alejados entre sí y los más duros, los polos, donde los hombres han tenido dificultades para adaptarse. Hay gente que lo ha conseguido, como los Inuit, en el norte, porque en el sur no hay poblaciones. El viaje hacia estos lugares ha supuesto una aventura humana a lo largo de los siglos. Muy pocos han ido. La épica de los polos es enorme. Y la prueba está en personajes co-mo John Franklin, Amundsen, Scott o Shackleton. Es una épica tan grande como la africana del siglo XIX.

–¿Es necesaria la épica?

–En ella hay una ejemplaridad enorme. Shackleton y Franklin tuvieron que sobreponerse a di-ficultades y peligros enormes. La épica es necesaria en este sentido. Los hombres necesitamos ejemplos que nos engrandezcan el alma, gente que nos haga pensar que podemos ser mejores. Y en estos momentos de desánimo, la épica es necesaria.

–¿Qué le dice el peligro?

–Me hace sentir vivo. No he tenido esa sensación en el Ártico, pero sí en África. Cuando hay riesgo, me aparto, pero a veces me he metido en líos sin buscarlos. Al salir de esas situaciones he tenido una impresión de reconciliación con la vida. Te das cuenta de lo fácil que es perderla.

–Habla del cambio climático.

–Es un problema terrible. Cuando tenía 10 años y mi padre alquilaba una casa en el campo, recuerdo el mundo animal que había. Ahora vas y hay muchos que han desparecido: saltamontes, escarabajos, apenas hay ranas... Desaparecen especies y eso debería hacernos pensar que a lo mejor desaparece también la nuestra.

–¿Cuál es la clave para escribir un libro de viajes?

–Ponerte en el papel de los otros. La literatura de viajes es muy variada, pero el protagonista eres tú y puedes caer en el riesgo del egocentrismo. Eso se debe evitar. Hay que dar la voz a los demás. Y transmitir una emoción, hacer sentir al lector.

–Usted ha logrado vivir de su ilusión, viajar.

–(Risas). Y eso que viajé tarde. No salí hasta los 24 años. Luego no he parado. Es un privilegio viajar y poder vivir de ello, aunque no sea como esos constructores que han dado el pelotazo, un banquero o inversor que se ha enriquecido, pero he vivido de una manera digna, aunque no he acumulado dinero en el banco. Es un privilegio dedicarte a un trabajo creativo. Crear es lo que da más animo, vigor, fuerza y sentido a tu vida, porque de alguna forma la creación tiene algo de juego infantil. Los creadores tenemos alma de niño y no la dejamos de tener con el uso de la razón. Yo me he reconciliado con el niño que era. Espero estar a su altura.

–Estamos obsesionados con la idea de que la felicidad es el dinero y no las ilusiones...

–Es un valor que nos han inculcado en Occidente: o eres rico o eres un idiota. Aquí lo fundamental es tener el último coche, el último reloj... pero, ¿para qué? El exceso te sobra y hace que no te fijes en cosas que son esenciales como la amistad, viajar, tener ilusiones, vivir aventuras, el amor. El dinero te debe servir a ti. No al revés. Estos banqueros con millones y millones, ¿qué vida hacen? La encuentro necia. Es perder la vida acumulando dinero.

–¿No los ha visto de viaje?

–(Risas). No, pero sí a chicos con mochila o amas de casa con ganas de viajar.