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¿Tienes fuego?

Javier Sierra: «El epitafio que me gustaría marcar en mi tumba es “La duda me hizo libre”»

El escritor sostiene que «para mí el friki es el que tiene una mirada libre, no condicionada, respecto al entorno que lo rodea»

Esta foto fue tomada hace solo unos días en Wyoming: el escritor Javier Sierra posa delante de la Devils Tower, la montaña que Spielberg inmortalizó en «Encuentros en la tercera fase».
Esta foto fue tomada hace solo unos días en Wyoming: el escritor Javier Sierra posa delante de la Devils Tower, la montaña que Spielberg inmortalizó en «Encuentros en la tercera fase».LA RAZÓN

Aún gasta ese aire de ratón de biblioteca o de infante empollón que cumple años solo en el carné de identidad (ya quisiera Jordi Hurtado envejecer tan bien como él), pero este señor es al mismo tiempo un hombre de acción que entiende que el único hogar es el camino y que no concibe su oficio sin el (bendito sea) trabajo de campo. Periodista especializado en temas esotéricos y en grandes enigmas históricos, y escritor de éxito internacional (ha sido traducido a las principales lenguas), obtuvo el premio Planeta en 2017 por su novela «El fuego invisible» y, en vez de echarse a dormir, desde entonces su actividad es más frenética que nunca. Podría levantar a Lázaro si se lo propusiera. Qué tío.

El enigma, el misterio, es el sustrato del que lleva alimentándose desde que empezó a hacer periodismo siendo solo un chaval. ¿Es un friki?

Ja, ja, ja. Bueno, sí, se puede decir eso. Pero para mí el friki es el que tiene una mirada libre, no condicionada, respecto al entorno que lo rodea y es capaz de relacionar cosas que, a veces, la educación o las creencias o la sociedad no nos pone fácil que relacionemos. Pero, claro, a eso también se le puede llamar ser una mente creativa. Yo soy, y me gusta establecer ese tipo de relaciones que otros no establecen.

Pero es que ser friki mola, porque un friki no deja de ser un apasionado por algo; alguien con inquietudes y curiosidad.

Mola ahora, cuando, digamos, has alcanzado un respeto o un nivel de aceptación. Pero cuando nada de eso estaba, créeme que se sufre. Yo he sufrido mucho en ese sentido.

Sí, porque aunque no ha sido de los pioneros (ahí estaba Jiménez del Oso, verbigracia), figura entre quienes llevaron el misterio a la televisión antes de que esos temas suscitaran un interés general.

Es un tipo de televisión, ahora que mencionas esto, que tiene la virtud de generar dudas en el espectador. Muchas veces la televisión que se hace busca simplemente entretener o, aún peor, convencer de una determinada idea o posición. La televisión que yo defiendo es una televisión que genera dudas, y la duda te hace libre. Creo que ese sería el epitafio que me gustaría marcar en mi tumba: «La duda me hizo libre».

Por no bajar el nivel de la charla: ¿cree que hay vida más allá de la muerte?

Y vida antes de la vida. Eso no es responder a la gallega, pero casi, ja, ja, ja.

¿Qué cree que nos espera tras el punto final?

Vivimos en un universo que todavía no comprendemos y, probablemente, este apego que tenemos a la carne nos hace entender que la muerte es el final. Pero hay algo que no es carne, que es conciencia, que algunos piensan que es un fenómeno cuántico y que yo creo que no tiene ni principio ni fin, y es ahí donde nosotros estamos. Por lo tanto, yo sí que creo que hay una continuidad y que lo que nos espera es «el eterno», la eterna continuidad, el eterno camino.

«Iker Jiménez es un tipo honesto que habla de lo que sabe y se hace preguntas en torno a lo que no sabe»

Javier Sierra

Sigamos en esta senda marciana: ¿hay vida extraterrestre más avanzada que la nuestra?

A ver cómo te respondo a eso. Me pides que te dé una opinión casi desde la creencia, ¿no?

Sí. Y desde una vida de estudio y de pasión por esos temas.

Claro. Lo que la ciencia está demostrando es que las condiciones para la vida no son exclusivas del planeta Tierra. Hay agua y oxígeno y planetas con océanos líquidos por decenas de miles en el universo. La cuestión es si la inteligencia también es algo común o no. Yo estoy convencido de que sí y de que, tarde o temprano, terminaremos encontrándonos con esas otras inteligencias de un modo abierto.

¿Cree que las dos grandes potencias, Estados Unidos y Rusia, tienen evidencias de esa vida extraterrestre? Y de ser así, ¿por qué no las dan a conocer a la opinión pública?

En el caso de los Estados Unidos, con toda seguridad sí tienen esas evidencias. Yo acabo de salir ahora de Roswell, Nuevo México, donde se produjo el famoso incidente de un platillo siniestrado en 1947. Parece folclore y así lo han transmitido series de televisión, películas y novelas. Pero cuando tú visitas Roswell y te encuentras con la cantidad de testimonios en torno a aquel incidente que todavía perviven, con familiares de los militares que recuperaron aquellos restos de un objeto que no habían visto nunca y cuerpos que no se correspondían a nada común, terminas convencido de que, efectivamente, los militares ocultaron algo y nos lo siguen ocultando.

Antes me ha contestado que deben darse una serie de condiciones para que haya vida en el resto del universo, y que las hay; ha sido, en fin, más científico en su respuesta. Pero ahora ya me está hablando de «evidencias», por parte de Estados Unidos, de vida inteligente fuera de nuestro planeta.

Sí, sí, sí. Yo hablo de evidencias o, por lo menos, de fuertes indicios. Hasta que las evidencias no se pongan sobre la mesa y todos podamos acceder a ellas, pues no serán pruebas incontestables. Pero sí, hay serios indicios. Esta cuestión no me gusta enfocarla desde la creencia, o sea, a mí no me interesa creer o no creer, lo que me interesa es saber. Y, claro, desde esa perspectiva yo soy un interrogador permanente de este tipo de cosas.

«Mi madre se creyó que yo era escritor el día que recibí el premio Planeta»

Javier Sierra

¿Existió el Santo Grial?

El grial se inventó en el siglo XII, probablemente por trovadores aragoneses que luego transmitieron su historia a trovadores franceses que lo introdujeron en la literatura universal. Hasta el siglo XII, nadie se había ocupado nunca de la copa que tuvo Jesús en la mesa de la última cena. Y eso se debe, sobre todo, a la influencia de las Cruzadas. Los cruzados, en el año 1000, empezaron a ir a Tierra Santa y tenían que traerse algo de recuerdo que justificara esas campañas militares. Y ahí es donde nace la pasión por las reliquias. Todo lo que nosotros hoy consideramos reliquias surge a partir de ahí, del siglo XI, siglo XII, todo se inventa ahí. No hay evidencia histórica de que se haya preservado nada de esos objetos sagrados.

Luego se construye un relato, que es una palabra tan de moda hoy día.

Sí, sí, sí, efectivamente. Se construye un relato.

Entonces, ¿Jesucristo no posó en esa copa sus sacros labios?

Los evangelios dicen que Jesús, en la mesa de la última cena, tomó una copa. No se cita ni siquiera la palabra grial, y se la describe con un artículo genérico: una copa. No hablan de la copa. Por lo tanto, no tenía ninguna importancia simbólica ni histórica en ese momento. Es mil años después cuando se le empieza a dar esa importancia porque hay intereses geopolíticos en torno al control de las reliquias. Pensemos que muchos de los países europeos se construyen en torno a reliquias. No pensamos habitualmente en ello, pero es una historia que merece la pena ser revisada de vez en cuando. Por ejemplo, el caso de Francia: ese país se construye en torno a la corona de espinas, que se compra por el producto interior bruto de la Francia medieval a unos comerciantes turcos. Imagínate. Y era para justificar una dinastía real, que aquel que poseyera la corona que tuvo Jesús en la cruz era el rey más legítimo del mundo. Porque, en fin, tenía una corona que era mística. La corona de espinas, por cierto, se salvó por los pelos del incendio de Notre Dame hace poco.

Lo de «por los pelos» está bien traído en este caso, tratándose de una corona.

Ja, ja, ja. Sí, sí, desde luego.

Y respecto a la Sábana Santa o Santo Sudario, ¿envolvió el magro cuerpo de Jesucristo?

Mira, es un trozo de tela que cuando se sometió a análisis de carbono-14 dio entre el siglo XII y el siglo XIII, es decir, en el mismo periodo en el que se inventan todas las reliquias. Pero aun así es un misterio, porque la imagen que contiene la Sábana Santa no es pintura. De hecho, tiene unas características muy peculiares porque es verdad que sometido a un ordenador pueden sacarse relieves tridimensionales de esa figura y eso solamente puede conseguirse hoy utilizando técnicas fotográficas. Es decir, alguien, en el siglo XII o XIII, utilizando técnicas fotográficas, creó la Sábana Santa. Y eso para mí es casi tan misterioso como que la Sábana Santa pudiera haber sido del tiempo de Jesús, que no lo es.

¿Iker Jiménez es un héroe, un valiente o solamente un periodista que busca la verdad?

Iker Jiménez es un tipo honesto que habla de lo que sabe, que se hace preguntas en torno a lo que no sabe y las transmite a los demás con una capacidad comunicativa que ya quisieran para sí muchos grandes comunicadores de este país.

Es premio Planeta (por «El fuego invisible»). ¿Cuando el escritor consigue ese laurel ya se puede echar a dormir o todo lo contrario?

Pues es justo lo contrario. Porque es cuando se adquiere un compromiso mucho más profundo con el lector, que te exige que tu siguiente libro esté a la altura del premio Planeta. Eso es lo que hace que yo sea un escritor que cocine a fuego lento sus obras. Le tengo mucho respeto al lector y vengo a tardar del orden de tres o cuatro años entre libro y libro porque les dedico mucho esfuerzo.

Luego el Premio Planeta fue un punto de inflexión, empezó una nueva etapa en su vida.

En mi caso fue un punto de inflexión para mi consideración familiar. Mi madre se creyó que yo era escritor el día que recibí el premio Planeta. Antes había vendido cientos de miles de ejemplares de mis novelas en todo el mundo, había sido traducido a 50 idiomas, alcanzado el top ten de la lista de bestsellers del «The New York Times», y nada de eso había convencido a mi madre de que su hijo era escritor, y el premio Planeta sí. Porque ella es lectora de premios Planeta desde que era jovencita.

Estamos hablando por teléfono y nos separan 9.000 kilómetros. ¿Qué diablos está haciendo ahora mismo en Nuevo México?

Ja, ja, ja. Pues estoy repasando los escenarios de algunos de mis libros, porque siempre ocurren cosas a posteriori que me interesan, ya que mis novelas no se despegan de mí ni yo de ellas después de publicadas. Pero, a la vez, estoy descubriendo nuevos escenarios. Acabo de visitar en profundidad el Very Large Array Telescope, que es el mayor telescopio del mundo. Se extiende por un territorio que es como la ciudad de Nueva York, en medio del desierto de Nuevo México, y que es el que aparece en la película «Contact», la adaptación que hizo Robert Zemeckis de la novela de Carl Sagan. Ese lugar es nuestra oreja para escuchar señales procedentes del espacio profundo. Si hubiera un mensaje o un tren de ondas de una civilización extraterrestre, ahí es donde se captaría. Y yo quería verlo, así que he venido a la oreja del mundo a ver qué es lo que se puede escuchar desde allí.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». ¿Usted lo tiene?

Sí, fuego invisible, ja, ja, ja. Esta era muy fácil. El fuego es la creatividad. Y yo no solo la tengo, sino que la vivo y la alimento. Y me gustaría que eso sirviera de ejemplo para la gente joven que está empezando y que piensa que el futuro que tiene por delante es negro, y nunca lo es. Todo depende de la creatividad que le pongamos a lo que tenemos dentro.