Jonatan Relayze: «Es demasiado fácil decir lo que se quiera sin dar la cara»
El peruano visita Madrid para presentar su ópera prima, «Rosa Chumbe», una película en la que documenta la «dura realidad», dice, de su país.
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El peruano visita Madrid para presentar su ópera prima, «Rosa Chumbe», una película en la que documenta la «dura realidad», dice, de su país.
onatan Relayze (Lima, 1981) es una nota diferente dentro del cine peruano. No se pierde en diálogos insustanciales, va al grano. Ni tampoco habla de las élites, se centra en la calle, en esos rostros cansados que llegan a casa de madrugada y se refugian en el alcohol, el azar o la televisión para mirar lo menos posible a su mundo, uno muy difícil. Así es el de Rosa Chumbe, protagonista que da nombre a una ópera prima –le ha valido para competir por la nominación al Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa– que le ha costado años poner en pie al director. Dice Relayze que no ha hecho más que mostrar su país, el mismo al que le critica que tenga a la cultura abandonada.
–Narra una historia dura...
–Sí, bastante. Pero no deja de ser nuestra realidad. Se muestra la sociedad sin juzgar y contando con los que viven en la inmundicia.
–No es una trama de gente «guapa», más allá de la belleza, que suele verse en pantalla.
–Eso es culpa de la publicidad, se ha encargado de crear estándares de belleza y en el cine ocurre lo mismo. Yo quería una película en la que el peruano de a pie se identificara, donde se vea el transporte público, los rostros de los que regresan de trabajar a la noche, el sufrimiento, el dolor que no se puede revertir. Simplemente es el estado de la situación.
–Preocupante.
–Solo hay que ver que policías y maestros son de los peores pagados en Perú y, además, tenemos muchos problemas de corrupción. Los agentes, los primeros, por los ingresos que tienen. Me interesaba mostrar a Rosa como un organismo de control que no puede gestionar su propio hogar. Y, aun así, debe aparentar que todo está perfecto.
–Habla de dos instituciones que deberían sostener buena parte de un Estado.
–En cuanto a la educación, los gobiernos lo cambian todo cuando llegan y los planes varían cada cuatro o cinco años para empezar de cero. Y el problema de la clase política es que lo controla todo y buscan un pueblo sin educación para que no puedan pensar.
–Triste, ¿no?
–Mucho. De ahí viene mi denuncia. Es muy fácil juzgar a un policía, yo mismo tengo familiares, pero la suya es una vida dura y en muchos casos hacen cosas terribles. La gente prefiere los extremismos, o blanco o negro, y las redes sociales han influenciado mucho porque ahora es demasiado fácil decir lo que se quiera sin dar la cara. Y de ahí que se vaya haciendo grande la bola de nieve.
–Ese ambiente se transforma en un largometraje con mucho de documental.
–Todo el tratamiento es documental. He vivido en once lugares diferentes de Lima, barrios de todo tipo, y es lo que quise presentar, lo que no se ve en el cine peruano, que se centra en la clase media-alta. «Rosa Chumbe» se abre a otro tipo de gente. Liliana Trujillo, después de 30 años de carrera, es el primer papel protagonista que hace. Hay muy pocas mujeres en nuestro cine.
–En su película es lo contrario, tienen todo el protagonismo.
–Sí.
–¿Qué le ha pasado a Rosa con su hija?
–No quería explicar cómo se llegó a ese punto, muchas familias hemos tenido momentos de comunicaciones rotas. Buscaba empezar sin ello porque a veces uno se pierde con el qué pasó. En las primeras versiones de guión, mi asesor me dijo que había que meter algún «flashback», pero creo que desvirtuaría la película. De esta forma nos centramos en su día a día y pasamos del realismo a lo mágico, los dos extremos que me gustan.
–Una realidad de la que la protagonista se evade con alcohol, tragaperras y con la televisión, el único momento en el que se la ve reír.
–Sí, con el Gordo Casaretto. Los peruanos tenemos pocas cosas en común, que son la comida y la televisión como vía de escape. Por eso no se ven demasiados dramas y entiendo que haya quien se sienta contrariado por el tono del filme, pero para mí es esencial meterse en la vida de Rosa.
–¡La comida! En España están de moda.
–Igual pasa en Suramérica, sobre todo en Chile. Junto al fútbol, es lo poco que nos une a la sociedad peruana. En las procesiones también. Yo, en lo personal, no tengo esas creencias, soy más oriental por mi familia –de procedencia china–, pero no hay una apología al catolicismo como se ha querido ver. Creo en la energía de la fe y la creación.
–Volviendo a la protagonista, ¿quién es Rosa Chumbe?
–Una policía común que vive en Lima. Mantiene una relación muy mala con su hija, que tiene un bebé y se acaba de quedar embarazada; tanto, que le roba sus ahorros y se marcha dejando al pequeño. Es una redención de la maternidad.
–Historia que presenta sin mucha conversación.
–El cine es mostrar acciones, cómo le suceden las cosas a los personajes y que eso te lleve a otra acción. Precisamente en Perú el problema es el exceso de diálogo, contar todo lo que sucede.
–¿Y cómo ven el cine español desde allí?
–Es muy difícil encontrar películas de otros países en las salas. El único cine que hay es el latinoamericano. No tenemos grandes festivales, pero de aquí nos llega poco: «Truman» y «Ocho apellidos vascos». Por Netflix sí podemos ver algo más.
–Hollywood si llegará...
–Eso es imparable.