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teatro
Juan Margallo, la cara más entrañable del teatro independiente
El dramaturgo, que ha fallecido a los 84 años, había marcado la escena española desde los años setenta. Este año estaba pensado que recibiera ex aequo con Petra Martínez, su mujer, el Premio Max de Honor

Indiscutible referente del teatro independiente, en la época en la que en este convergían de manera inexorable lo artístico, lo social y lo político, el actor, dramaturgo y director escénico Juan Margallo ha fallecido a la edad de 84 años con una carrera profesional a sus espaldas en la que se podría estudiar la propia evolución del teatro y de la sociedad en la segunda mitad del siglo XX.
Nacido en Cáceres en 1940, hijo de un militar y una maestra, Margallo entró en el mundo del espectáculo siendo casi un adolescente, haciendo trabajos tan curiosos como el de mago, con el pseudónimo de Margus, o el de bufón, contando chistes o imitando a personajes populares bajo el nombre artístico de Margarito. No tenía vocación para los estudios y soñaba con la interpretación como única perspectiva de futuro. Fue así como se vino a Madrid para intentar ingresar en la Escuela de Arte Dramático. Aunque la prueba no resultó del todo exitosa, por su marcado acento extremeño, los examinadores advirtieron su potencial y le animaron a presentarse, mejor preparado, en la siguiente convocatoria. Obtuvo entonces la plaza e inició unos estudios que no concluiría hasta 30 años después, ya que en segundo curso decidió interrumpirlos para incorporarse al teatro profesional. Eso ocurrió en 1962, con "La loca de Chaillot", una obra de Jean Giraudoux dirigida por José Luis Alonso en la que apenas tenía dos frases, pero donde pudo ya coincidir con actores de la talla de José Bódalo, Alfredo Landa, Antonio Ferrandis, Julieta Serrano, Agustín González o Amelia de la Torre. Decidido a seguir formándose, después de haber incorporado algunos personajes muy secundarios con grandes directores como José Tamayo, ingresó por esos años en el Teatro Estudio de Madrid, rebautizado poco después como Teatro Estudio Independiente (TEI), la mítica escuela de William Layton en la que se iniciaban por aquellos tiempos tantos desconocidos que acabarían siendo, con el paso del tiempo, reputados profesionales.
Layton supuso un hito fundamental en la carrera de Margallo: “Fue el mejor profesor que hubo, y también la mejor persona”, reconocía en una entrevista concedida al Centro de Documentación de las Artes Escénicas y la Música en 2022. Pero también su vida personal dio un giro al pasar por aquella escuela, dado que allí conocería en 1966 a una aspirante a actriz, cuatro años más joven, que se convertiría a la postre en su inseparable compañera dentro y fuera del teatro: Petra Martínez.
Andadura personal
Futo de su experiencia compartida en torno al Teatro Estudio de Madrid, Enriqueta Carballeira, Alberto Alonso, José Luis Alonso de Santos y el propio Margallo deciden fundar en 1967 el grupo Tábano, al que también se sumaría, entre otros, Petra Martínez. Comienza así la andadura del actor y director en el teatro independiente, una época jalonada de dificultades económicas, pero repleta asimismo de ilusión en la creación colectiva como medio de expresión artística y como herramienta para percutir en la todavía rígida realidad social.
En 1974 abandona "Tábano" para fundar "El Búho" y más tarde, en 1978, El "Gayo Vallecano junto a Fermín Cabal y Luis Matilla. Petra Martínez le acompaña en esas aventuras. Con no pocos contratiempos políticos en esa década de los 70, como la famosa huelga de actores o un atentado en la Sala Villarroel perpetrado por el grupo terrorista de ultraderecha conocido como la Tripe A, el actor extremeño consigue junto a sus compañeros dinamizar la vida cultural de Vallecas como no había ocurrido hasta entonces: la formación, la sala de exhibición, la producción, los festivales, el fomento de la lectura y el encuentro vecinal son solo algunas de las patas en la que se asentó aquel proyecto colectivo y multiforme cuyo espíritu aún se reivindica hoy ante determinados conflictos municipales.
Concluida en 1983 la iniciativa de El Gayo Vallecano, y al margen de otros proyectos individuales para el cine o la televisión, Margallo y Martínez siguieron trabajando juntos hasta hoy en un sinfín de espectáculos a los que el público respondía con un incondicional cariño. Estrenada en 2007, tal vez haya sido Adosados la obra definitoria de un estilo que se fue puliendo a lo largo de muchísimo tiempo y trabajo. Tanto en sus propias obras como en la selección de títulos ajenos, se percibía siempre una preocupación social y existencial, más allá de las habituales consignas políticas de partidos, que, no obstante, se expresaba sobre el escenario, de manera eficaz y muy original, con inusitada cercanía y amabilidad. Las suyas han sido propuestas en las que la vocación empática iba más allá del marco de la historia que representaban y de las propias dimensiones del escenario; propuestas en las que la ternura desbordaba los límites de la ficción para instalarse junto al espectador en el patio de butacas.
Curiosamente, estaba previsto que ambos, Margallo y Martínez, recibieran ex aequo este año el Premio Max de Honor en la 28ª edición de estos importantes galardones que concede la SGAE y cuya ceremonia tendrá lugar el 16 de junio en el Teatro Gayarre de Pamplona.
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