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Juan Mayorga, un «carterista de la lengua» en la RAE

El dramaturgo se definió así en su discurso de ingreso en la Docta Casa, que versó sobre el silencio y en el que recordó emocionado a Carlos Bousoño

La Razón
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El dramaturgo se definió así en su discurso de ingreso en la Docta Casa, que versó sobre el silencio y en el que recordó emocionado a Carlos Bousoño, cuyo sillón M ocupa

Pleno en la RAE para dar la bienvenida a Juan Mayorga, que entró en la Docta Casa. El dramaturgo, ayer uno de los jóvenes valores y hoy una realidad refrendada, leyó su discurso, que versaba sobre el silencio. Le contestó Clara Janés. El mundo del teatro acudió en masa a respaldar a quien es una de sus grandes voces. Y él no defraudó con un texto en el que primero se situó, después recordó a Carlos Bousoño, cuyo sillón "M"vacío tras la muerte del académico él ocupa desde ayer, y en tercer lugar desgranó los silencios del teatro, de la literatura. «No soy un científico de la lengua; soy más bien un carterista y un trapero y un remendón. Camino al acecho de palabras que, pinchadas en la plaza o en el metro, quizá merezcan una noche, cosidas a otras, subir al escenario».

Así se definió quien abrió el fuego con una declaración de su estado de ánimo: «Me siento realmente feliz de hallarme aquí, y realmente preocupado. Feliz por tener el privilegio de acercarme a personas a las que acaso pueda compararme en la pasión por la lengua, no en el conocimiento de ella. Preocupado porque, además de un honor que me excede, trabajar en esta casa es una responsabilidad para la que no puede avalarme lo poco que hasta hoy he hecho, sino lo mucho que desde hoy debo exigirme. Llego con gratitud y ganas de faena (...). Enfermo de teatro, vivo pendiente de lo que las personas hacen con las palabras y de lo que las palabras hacen con las personas».

Cerca estaban sus compañeros de tablas, dispuestos al aplauso al terminar su alocución, su mejor función teatral. Tiró de memoria para recordar a dos de su predecesores en la Casa, Francisco Nieva y Antonio Buero Vallejo: «Pensaré en ellos cuantas veces pise esta casa, así como en todos mis maestros en la escritura teatral, empezando por José Sanchis Sinisterra, Josep Maria Benet y Jornet y Marco Antonio de la Parra».

Y volvió a tirar del ayer para recordar a un Bosuño que admira: Además de un poeta inteligente fue un pensador de la poesía Uno de los primeros poemas que leí de Bousoño es el titulado La puerta, y redescubrirlo me ha hecho imaginar a un hombre alto y flaco, como dicen que era él, en un escenario. Después llegó el silencio y lo mejor y el mejor Mayorga: «Sucede que el teatro, arte del conflicto, encuentra en silencio la más conflictiva de sus palabras: esa que puede enfrentarse a todas las demás. Mientras que unos lo temen, otros necesitan el silencio. Para ver. Para tocar. Para oler. Para saborear. El silencio nos es necesario, desde luego, para un acto fundamental de humanidad: escuchar las palabras de otros. También para decir las propias. El silencio, frontera, sombra y ceniza de la palabra, también es su soporte. Por eso, los que hablan bien dominan, tanto como la palabra, el silencio, estructurador fundamental del discurso, cuya arquitectura, atractivo e incluso sentido dependen en buena parte del saber callar».