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Novela

Julia Varela: "La televisión ya no es lo que era, hay postureo"

Reportera de TV y comentarista de Eurovisión debuta en la novela con «¿Por qué me pido un gintonic si no me gusta?» (Ediciones B).

Foto: Luis Díaz larazon

Reportera de TV y comentarista de Eurovisión debuta en la novela con «¿Por qué me pido un gintonic si no me gusta?» (Ediciones B).

«¿Por qué me pido un gintonic si no me gusta?» es el título del debut en la novela de Julia Varela (Pontevedra, 1981) pero la historia no trata de bebidas espirituosas sino de vivencias que ha tenido en sus reportajes en televisión y, sobre todo, del momento vital de los treinta y tantos.

–La protagonista es periodista de televisión... ¿Basado en hechos reales?

–Pues es un alter ego, pero es todo ficción. Ya me gustaría ser tan resuelta y tan viva como es.

–¿Olga es su super yo?

–Toma decisiones que yo nunca me he atrevido a tomar, así que no es tanto mi alter ego o no todo el tiempo. Pero hay en todos los personajes algo de mi vida y de mi entorno. Y de las personas que he conocido en el trabajo, pero, aunque suene a tópico, al final ellos actúan solos.

–Usted es madre y la maternidad tiene un papel central en la novela.

–A la protagonista lo que le sucede es que se enfrenta al sueño que tenía de sí misma al cabo de diez años. Y resulta que no coincide en nada. Se tambalea todo: su plano sentimental, el familiar y el laboral. Y en esa edad sucede también la maternidad, de la que no me gusta hablar mucho y no me va dar lecciones ni leerlas demasiado.

–¿Por qué está entonces en el centro de la novela?

–Porque a los treintaytantos o cuarentaytantos es algo que te cuestiona siendo mujer. Para bien y no tan bien. Yo abordo las soluciones que se plantean. Negarse a ser madre o afrontarlo de manera práctica o incluso mística, que también lo hay. a mí no me gusta esa mística, considero que es un faceta más de la mujer.

–Como hacen los hombres.

–Exacto. Biológicamente es distinto, pero eso de que «te va a cambiar la vida»... Yo sigo siendo la misma, me gustan las mismas cosas y me apetece hacer lo mismo aunque ahora tienes que encajar con las prioridades. No considero que sea la realización máxima de la vida.

–Hablemos de la televisión. También tiene su mística...

–Sí, pero ya no es lo que era... El medio está muy segmentado y cada vez se consume menos. La gente joven la ve poco y de otra manera, pero tiene esa magia y ese misterio. Hay un maquillaje y un postureo. Y hablo de eso, de las bambalinas de la tele.

–Lo pinta un poco frívolo.

–Yo creo que es el medio que tiene más artificio. Porque en la radio hay menos barreras hasta la oreja del público, menos teatro. En la tele hay «performance».

–Habla también del mundo rural y la ciudad.

–Sí, es un asunto que se ha vuelto a poner de relieve. Hay contraste todo el rato, porque a raíz de hacer muchos reportajes por pueblos de España, me he dado cuenta de que hay cierta pose en las ciudades. No sé si estamos más enfadados por estar todos más agobiados.

–Explíquemelo.

–Pues yo me encuentro en los pueblos unas miradas y un trato de autenticidad que no existe en las ciudades. Para bien y para mal, porque hay muchos celos y muchas envidias en los pueblos, pero hasta la comida parece más de verdad. Es más auténtico, aunque yo soy de provincias, claro. Cuando hago un reportaje para la tele, cuentas solo un cinco por ciento. Pero quedan muchas historias, muchos sentimientos, maneras de ver las cosas.

–¿Tenía un objetivo, una hoja de ruta o lo fue descubriendo?

–Hay una rama de una intriga que no se puede contar aquí para no destripar que tiene que ver con el periodismo, como cuando te obsesionas con un tema y lo persigues. Olga hace un hallazgo en su trabajo y también tiene una situación sentimental. Tiene que reconducirlo todo.

–¿Hay una presión extra para las mujeres?

–Es un retrato de la mujer del siglo XXI, que intenta lidiar con todo y piensas que llegas a después de los treinta con la vida resuelta y está llena de inestabilidad. Porque tienes trabajo precario, divorcios, angustias físicas y biológicas...

–¿Es una novela para hombres?

–Hay muchos personajes masculinos. Los hombres se sentirán identificados.

–¿Y lo del gintonic?

–Tiene que ver con todas esas cosas de la vida que haces porque se espera de ti aunque realmente no quieres. Se supone que debes hacerla. Se lo pregunta la protagonista y al final resuelve sus dudas.

La recomendación

«Recomiendo leer ''La dependienta'', de la japonesa Sayaka Murata. Ha creado un nuevo ''Bartleby, el Escribiente'', sin ella haber leído jamás a Melville. Cómo vivir en una sociedad en la que no encajas emulando ser normal. Esa dependienta me ha hecho pensar mucho en todo eso que ''preferiría no hacer'' pero que acabo haciendo porque el guión de la rutina lo exige. Me ha atraído y exasperado a partes iguales».

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