Festival de Cannes

Kechiche, una Palma apasionada

El franco-tunecino triunfa en Cannes con la sensual y arriesgada «La vie d'Adèle»

Kechiche, una Palma apasionada
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Si algo saben Steven Spielberg, Ang Lee y Mingiu, las cabezas visibles del jurado de este año en Cannes, es de emoción. La duda era si para la escritura del palmarés iban a optar por aquello de que la sorpresa es el camino más directo para emocionar, o, por el contrario, por la máxima de que darle al público lo que quiere nunca falla. Lo que deseaba la audiencia de la muestra, que está formada fundamentalmente por prensa y profesionales, es que recompensaran al mayor fenómeno de esta edición, «La vie d' Adèle (chapitre 1 &2)», a su director, Abdellatif Kechiche, y, sobre todo, a sus protagonistas, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux. Lo de menos, en el filme, es que el despertar homosexual de esta joven se muestre acercando la cámara, sobre las sábanas, hasta el último rincón de la anatomía de las protagonistas; lo de más es que, como decía un periodista italiano en una cola durante estos días: «No es una película realista, sino real». Las leyes del certamen impiden otorgar el primer premio y otro del palmarés al mismo filme, por eso las actrices no fueron distinguidas, pero el director de «E.T.» destacó durante la lectura del gran premio que con él se recompensaba, además de al título, a tres grandes artistas: el realizador y las dos protagonistas.

No deja de ser curioso que un jurado presidido por el rey Midas del cine familiar haya destacado a una película que contiene una de las secuencias de sexo más larga y explícita de la historia del cine en un largometraje no pornográfico. Spielberg subrayó ante la prensa que «la película es una gran historia de amor. Somos unos privilegiados por haber sido invitados a ver una historia con esta gran profundidad y en la que el director observa las actuaciones de los actores como si fuera la realidad». No contentos con ello, los periodistas insistieron en que si no habían reparado que en un país como el suyo no podrá emitirse en cines convencionales: «No hemos pensado en si se va a ver o no en Estados Unidos», respondió tajante.

La revolución de Túnez

La homosexualidad centró buena parte de las explicaciones del jurado porque esta bendición del amor entre dos mujeres coincidió con una nueva manifestación multitudinaria en París contra los matrimonios gays que acaba de aprobar el gobierno de Hollande y en Estados Unidos el tema está en pleno debate en las cámaras de representantes de muchos estados. Tampoco lograron que se pronunciara en este sentido el resto del jurado, formado por Nicole Kidman, Daniel Auteuil, Christoph Waltz, Vidya Balan, Lynne Ramsa y Naomi Kawase.

La productora española Vértigo cuenta con un 10% de producción en el galardonado filme de Kechiche («Cuscus»), que se acordó durante los agradecimientos de los revolucionarios de su país de origen, Túnez. La cinta se estrenará en los cines en una versión reducida, pues la que hemos visto en la Croissette duraba dos horas y 57 minutos, aunque no se ha confirmado si van eliminarse o a reducirse las polémicas secuencias.

El apabullante triunfo de «La vie d´Adèle», basada en la novela gráfica «El azul es un color cálido», de Julie Maroh, y la incompatibilidad con otras distinciones supuso que el premio más sorprendente de la noche fuera el de mejor actriz para Bérenicé Bejo, la intérprete de origen argentina que conocimos en la oscarizada «The Artist» y que protagonizaba el primer filme en Francia de Asghar Farhadi, distinguido en Hollywood como mejor película de habla no inglesa por «Nadir y Simin: una separación». El otro premio de interpretación no fue tampoco para el favorito Michael Douglas por su asombrosa composición de la estrella de los años 70 Liberace que en «Behind the Candelabra», de Steven Soderbergh, muestra su romance con su joven secretario Scott, interpretado por Matt Damon. Pero un jurado tan hollywoodiense no se olvidó de las producciones norteamericanas; de hecho, el mejor intérprete fue Bruce Dern, que encarna a un tozudísimo anciano en «Nebraska», la comedia familiar agridulce en blanco y negro de Alexander Payne, quien recogió el premio en su nombre. Tampoco acudieron a la ceremonia los hermanos Coen, que obtuvieron el Gran Premio del Jurado por «Inside Llewyn Davis», sobre la escena de la canción de autor en el Nueva York de los años 60: los representó Oscar Isaac, otro de los favoritos en la categoría de interpretación por su recreación de un Bob Dylan fracasado.

En un festival con un nivel medio tan alto, se echaron en falta algunos nombres en la lista de laureados; el más comentado fue el de Paolo Sorrentino, que en «La grande bellezza» dibuja un disparatadísimo fresco de la «high class» romana que algunos han interpretado como una actualización de «La dolce vita». «Siempre se tiene la sensación de que falta algo esencial», explicó Mingiu, que, como el resto del jurado, admitió que hubo discusiones por la gran variedad de propuestas, pero ninguna destructiva.

Quien tuvo que conformarse de nuevo con un premio menor (el del Jurado) fue el japonés Kore-Eda, habitual del Festival de San Sebastián, donde también ha obtenido galardones de compensación en las últimas ediciones. Hacia oriente también viajó el diploma de mejor autor, concretamente para el chino Jia Zhangke, que en «A Touch of Sin» arremete contra los altos niveles de violencia que vive su país. «China está cambiando muy rápido», acertó a decir en inglés durante su agradecimiento.