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Ken Follett: “Se nos olvida que el fascismo y el comunismo no funcionan”

El galés comenta la versión musical de «Los pilares de la Tierra», un libro que en su cabeza sonaba «a monjes cantando en la iglesia», pero que sobre el escenario tomará un carácter «épico»

Ken Follet, un artista del "Best seller" / Foto: Cristina Bejarano
Ken Follet, un artista del "Best seller" / Foto: Cristina Bejaranolarazon

El galés comenta la versión musical de «Los pilares de la Tierra», un libro que en su cabeza sonaba «a monjes cantando en la iglesia», pero que sobre el escenario tomará un carácter «épico».

Hace más de 25 años que a Ken Follett (Cardiff, 1949) le aconsejaron que olvidara el marrón y el amarillo en su vestimenta y, aplicado él, todavía hoy se acuerda del aviso. «Ni se le ocurra», le dijeron, así que en su enésima visita a Madrid opta por un traje negro, aunque, en esta ocasión, poco tiene que ver con la etiqueta del dandi británico que se le presupone. Lejos de acorbatarse, el galés se sube los cuellos, los dos, el de la chaqueta y la camisa, y activa el modo «showman». Batuta en mano, Follett aparece en el foso del Teatro Nuevo Apolo para dirigir, como si de Barenboim se tratase, a un coro que canta «Los pilares de la Tierra»; sí, el libro. Porque si de este «best-seller» se habían hecho series de televisión y de radio y juegos de mesa y de ordenador, todavía no se había tocado el tema musical. Y el escritor, encantado, no se corta: «Tengo un agente que maneja el tema de las productoras teatrales. Trabaja en Nueva York, así que le llamé para preguntarle si eran buenos y tenían dinero, y me respondió que son fantásticos», comenta de la propuesta de Iván Macías y Roberto Argudo, compositor y productor, respectivamente, del proyecto que se ha anunciado para otoño de 2020.

–¿Sonaba así la novela en su cabeza?

–No, más bien pensaba en monjes cantando en la iglesia.

Pero Follett da plena libertad a los creadores: «No voy a ser yo el que les diga cómo tienen que hacer su trabajo», y ríe de un mundo, el de la música, que no desconoce, pues tiene un grupo: «He escrito muchas canciones, pero todas malas, horribles». Pero, aunque no haya triunfado con los ritmos tanto como con la pluma, lleva a cuestas el aura de «rock star». «Lo que pasa es que en el mundo editorial los fans son mucho más mayores», dice entre una veintena de personas que aguardan un solo segundo libre del protagonista para rogarle una foto. Porque la vida del galés es la de una estrella.

–¿No se anima a escribir del presente?

–Quizá sea hora de cambiar, que llevo con la novela histórica demasiados años y puede que la próxima no lo sea. Un artista siempre tiene que estar cambiando. Aun así, no termina de acercarse a nuestra actualidad un autor que lucha contra la televisión en estos tiempos de Netflix. Sabedor de «las mil formas que tenemos ahora de entretenimiento», Follett solo tiene en mente «que la gente diga “no” a todo eso para ponerse a leer, cuando es mejor que cualquier otra cosa», dice de un presente en el que reconoce que hay material para coger ideas: «Tendría para muchos dramas».

–¿Por ejemplo el Brexit?

–(Resopla) Eso es una tragedia.

–¿Le ve solución?

–Nadie sabe lo que va a pasar. Lo único que sé es que no solo es malo económicamente, sino también para el ánimo. Eso de decir que no queremos a los extranjeros y que estamos bien por nosotros mismos me parece fatal. Cerrar las puertas siempre está mal. Creo que sé algo de Historia por toda mi trayectoria y me ha enseñado que muchas de las cosas que hay en Reino Unido se las debemos a los que han venido de fuera, nos hemos beneficiado de los extranjeros. Sin ir más lejos, en «Los pilares de la Tierra» los artesanos y los constructores de la catedral son franceses... De otra forma, habría muchas cuestiones que no conoceríamos, que nadie nos hubiera enseñado.

Pues parece una moda, o plaga, de estos tiempos...

–Las independencias la verdad es que no son los movimientos más tolerantes de la actualidad. Pero,yo puedo hablar de mi tierra no solo, no puedo decir qué deben hacer, por ejemplo, en Cataluña, únicamente que para mí la independencia no está bien. No estamos en la Edad Media, aunque encuentro una reacción de rechazo a las luchas sociales, por eso creo en la tolerancia y no en los movimientos separatistas.

–En «The Century» pasaba revista al siglo XX y criticaba los totalitarismos. ¿Los ve asomarse de nuevo?

–Entonces el mundo experimentó diferentes formas de sociedad: fascismo, comunismo, dictaduras... y hemos comprobado que el sistema que funciona es el que impera en España y Reino Unido: un capitalismo con democracia que nos ha llevado al Estado de Bienestar. Todos los países libres y prósperos poseen este mismo sistema y los que no, no les está yendo demasiado bien. Todo lo malo que hubo durante el XX nos ha dado la solución para el hoy. Ya sabemos que el fascismo, el comunismo y las dictaduras no funcionan, pero parece que se nos está empezando a olvidar.

–Antes hablaba del capitalismo, ¿nos hace demasiado dependientes del dinero y, por tanto, nos quita libertad?

–Son dos conceptos que pueden estar en la misma frase. A las pruebas me remito: en EE UU existe el capitalismo y tienen un Estado de Derecho, derechos humanos y libertad, aunque también existen muchas otras cosas malas que no voy a negar. Mientras, en Venezuela no hay capitalismo y no por ello son libres. Creo que en cierta medida sí da libertad, aunque no digo que sea del todo perfecto. Siempre hay conflictos, pero me parece que cuando las grandes corporaciones quieren gestionar todo para su propio beneficio, los demás tenemos la posibilidad de elegir si lo queremos realmente o no. Existe un cierto margen.