La Academia de Cine se divide

Hay quejas en la Academia por las duras opiniones que vertió la presentadora durante la gala. «Hemos vuelto a los tiempos anteriores a Buenafuente, donde la fiesta no importaba.

«El cine español no es de los de la ceja, ni de los del bigote, ni de los de la barba, ni de los de ningún otro apéndice capilar. El cine nos pertenece a todos, es un derecho de los ciudadanos, y como cultura, no es un complemento: es parte esencial de la vida». Ésta fue la frase más celebrada del discurso de Enrique González Macho, durante la ceremonia de los Goya, pero no todos los momentos de la gala obtuvieron la misma unanimidad. Fueron muchos los que jalearon los chistes más contundentes de Eva Hache sobre cuestiones que nada tenían que ver con la actualidad cinematográfica, como la Casa Real; pero otros creyeron que la presentadora había traspasado algunas líneas rojas. El presidente de la Academia recibió ayer quejas sobre la agresividad de la presentadora: «No puede ser que la postura oficial de la Academia la fije Eva Hache», le transmitieron algunos destacados socios de la institución. «Hemos puesto el cine español al servicio del discurso de la presentadora y no al revés, como debería ser», añadían.

En el mismo momento en que terminó la gala surgieron las primeras voces críticas con el carácter reivindicativo que había reinado durante toda la celebración. «Hemos vuelto a las galas anteriores a Buenafuente, en las que también había reivindicaciones, pero eran elegantes. Lo importante era el humor. Ahora se ha vuelto a la fórmula precedente, en la que la fiesta, que debería ser lo primero, pasa a un segundo plano», se lamentaba un grupo de académicos. Mientras, muchas voces mostraron su rechazo a la frecuencia con la que durante la velada se hicieron alusiones políticas y sociales, olvidando la promoción de la industria nacional, que era el objetivo principal.

Respecto al discurso del presidente, hubo más unanimidad. Algunos hombres fuertes de la industria, como Enrique Cerezo cerraban filas alrededor de González Macho.

Los premiados con menos pelos en la lengua, como José Sacristán, fundador de la Academia, le respaldan, pero, además, piden una voz más uniforme en la institución, lo que desagradó a Tristán Ulloa hasta el punto de no acudir a la gala. Sobre el discurso del presidente de la Academia también se destacó su defensa de la ausencia de color político de la cultura. «Me parece muy bien que haya sido tan tajante al afirmar que la cultura no es de ningún partido político», señalaban algunos. «Creo que es importante que haya sólo una voz que lo diga porque los problemas están muy claros, en lugar de que cada vez que saliera uno a recoger un premio lo repitiera», declaró después de la fiesta. Y, además, quiso marcar distancias respecto a las circunstancias del «No a la guerra» y las que se produjeron ayer. Fue mucho más extendida la censura a José Corbacho por haber hecho chistes sobre la Infanta como aspirante a actriz revelación: «Fue de muy mal gusto», se escuchó en los corrillos después de haberse desalojado el auditorio Príncipe Felipe, que este año albergó por primera vez la entrega. El propio González Macho declaró ayer a Onda Cero: «No voy a censurar a nadie, pero no me hubiera gustado en absoluto que toda la gala hubiera sido política».

Otros lamentaban en privado que González Macho hubiera desaprovechado los millones de espectadores para hablar directamente a la audiencia y no de problemas internos del colectivo como el canon digital. «Hubiera sido mucho más interesante decir, por ejemplo, que el IVA cultural afecta más al bolsillo de los que acuden al cine que a la propia industria», comentaba un académico. Entre los más comprometidos, también había preocupación por la imagen que podía proyectarse fuera al haber sido algunos de los académicos con más patrimonio los que insistieran una y otra vez en el tema de los desahucios. «No podemos veranear en las Seychelles y hablar de lo que nos preocupa la educación pública», señalaron respecto a los comentarios de Javier Bardem.