«La cena»: Fuera de carta
Oren Moverman, según la novela de Herman Koch. Richard Gere, Steve Coogan, Laura Linney, Rebecca Hall. EE. UU., 2017, 120 minutos.
Podría ser el escenario de una comedia sofisticada firmada por Yasmina Reza, pero en la mesa de este restaurante de lujo, ocupada por una doble pareja de matrimonios en crisis, se come algo más que una ensalada de risas perladas. Si nuestros hijos han cometido un crimen, ¿hay que protegerlos o denunciarlos? ¿Hay que destrozarles la vida como ellos han hecho con la ajena o hay que cubrirlos con una red de mentiras para poner a salvo nuestra responsabilidad moral sobre el asunto? Las respuestas serían obvias, dice Moverman, si sus personajes hicieran lo correcto, pero el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. El problema de «La cena» es que tarda demasiado en desvelar sus misterios, y luego no puede despegarse de ellos. La película es más convincente cuando describe enfermizas dinámicas familiares en el transcurso de un menú degustación interrumpido por constantes idas y venidas al jardín del local y, desafortunadamente, por «flashbacks» que asesinan la ambigüedad del crimen en cuestión y de los celos y rivalidades que enfrentan a los dos hermanos a la mesa, un profesor de Historia que lucha por superar una reciente crisis nerviosa (excelente Steve Coogan en insólito registro dramático) y un político en plena campaña (Richard Gere). La obsesión de Coogan con la batalla de Gettysburg funciona como metáfora de la facilidad que tienen los americanos para borrar las huellas de la Historia que pueden empañar su honor, como si lo que ocurre en los confines de esa incómoda cena fuera un signo de identidad cultural. Es una buena idea, que critica indirectamente a un país olvidadizo con los delitos de sus presidentes (léase la América de Trump), y que aspira a amplificar su alcance con una mirada nihilista hacia las nuevas generaciones. Sin embargo Moverman no sabe cómo escaparse de la dimensión moralizante de la trama, hasta el punto de que termina los circunloquios de sus personajes con un final de lo más abrupto.
LO MEJOR
Descubrir al estupendo actor dramático que Steve Coogan lleva en su interior
LO PEOR
Al dilema moral que vertebra el relato se le dan más vueltas que a una pizza de autor