Buscar Iniciar sesión

La conciencia de la dignidad

La Razón

Creada:

Última actualización:

La Numancia es la mejor tragedia española. Nadie dio más en esa tesitura. Sean estas palabras de Max Aub, santo y seña o salvoconducto, de quien con tanta lucidez supo desentrañar esta tragedia. ¿Pero dónde reside la originalidad de Numancia? Cervantes transforma la tragedia clásica, en moderna, contemporánea. Rompe con el modelo imperante hasta entonces para construir tragedias. Desaparecen los dioses. Los dioses ni están ni se les espera. Otra novedad: lleva al pueblo llano al centro de la escena. La tragedia estaba vedada a los humildes, era propiedad de los nobles, de los aristócratas. Aquí solo encontramos hombres y mujeres de carne y hueso. Unos ejerciendo su tiránico poder, otros, soportándolo. Pero todos tomando las riendas de su destino y completamente solos. Cervantes es el gran defensor de las mujeres. Las mujeres aparecen ocupando un lugar y un papel privilegiados. No podemos entender su universo sin ellas. Las mujeres deciden, las mujeres cuentan (¡y mucho!) en su obra y en su vida. No olvidemos que ellas irrumpen en la asamblea de Numancia cuando los hombres han decidido saltar el muro y morir matando. Otra gran novedad cervantina en Numancia es conferir la dignidad a la ciudadanía. Ahora que parece que todo lo hemos inventado, hay que reconocer con cierta humildad que es Cervantes quien devuelve al pueblo numantino la dignidad de ser ciudadanos. Pero la columna vertebral que sustenta todo el armazón de Numancia es la libertad. Del sufrimiento de los oprimidos, de los parias, de los humildes, llega la conciencia de libertad, y de ahí surge la dignidad: la conciencia de la dignidad. De la tragedia surge también la esperanza, la posibilidad de un mundo mejor, más justo, más digno. Aquí Cervantes se muestra en toda su plenitud y su mensaje se hace revolucionario. Los que tienen el poder, sobre todo el poder político, podrán arrebatarnos casi todo: el pan, la casa, el trabajo, la libertad... incluso la vida; pero la dignidad, nunca. Repito: la dignidad, nunca.

Archivado en: