La cueva de Altamira fue un santuario visitado y pintado durante 22.000 años
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Un estudio de las universidades del País Vasco, Barcelona, Bristol y Southampton ha revelado que la cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Santander), fue un santuario y un lugar de visita durante el Paleolítico y que su arte rupestre se dilató en el tiempo al menos durante 22.000 años.
El estudio, que se publica hoy en la edición en línea de la revista norteamericana "Journal Archaeological", demuestra que las primeras pinturas fueron realizadas por los primeros Homo Sapiens que poblaron Europa hace 35.000 años, por lo que son más antiguas de lo que se creía hasta ahora.
Según ha informado la Universidad de Barcelona (UB), el estudio acredita que el arte paleolítico de Altamira se dilató en el tiempo al menos entre hace 35.000 y 15.200 años y documenta "el alto valor simbólico que la cueva tuvo para los grupos paleolíticos y la reutilización e integración simbólica progresiva de los motivos previamente existentes en cada una de las nuevas fases de construcción del santuario".
Los investigadores, químicos y arqueólogos liderados por el Grupo Consolidado de Alto Rendimiento en Prehistoria de la Universidad del País Vasco, han concluido que Altamira fue "un referente, un santuario, un lugar de visita durante el Paleolítico".
El trabajo, en el que también ha participado el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos, ha analizado las figuras que decoran el techo de la cueva de Altamira y éstas revelan que la distribución espacial de las obras artísticas tiene una vinculación entre "el espacio simbólico, asociado con un entorno de oscuridad/penumbra, y el espacio doméstico, relacionado con un entorno iluminado".
El trabajo ha consistido en la datación por series de Uranio, no de la propia pintura sino de las costras de calcita que están por encima y debajo de las figuras pintadas.
Según la UB, este nuevo método no tiene las limitaciones que impone la prueba del carbono-14 AMS utilizada frecuentemente en las dataciones y que sólo es aplicable a un reducido número de motivos rupestres realizados con materia orgánica, además de no perjudicar la pintura porque no hace falta extraer materia colorante alguna de las imágenes.
El equipo de investigadores continuará trabajando en esta investigación durante este año y el próximo con la financiación de la National Geographic Society de EEUU y a partir de 2014 con otro proyecto de tres años financiado por el Natural Environment Research Council (NERC) del Reino Unido.
La cueva de Altamira se encuentra a 160 metros sobre el nivel del mar, en un cerro compuesto por calizas del cretácico y es conocida como "la Capilla Sixtina del Arte Cuaternario".
Fue descubierta en 1868 por Modesto Cubillas, un aparcero del naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola, a quien aquél comunicó el hallazgo.
No fue hasta principios del siglo XX, coincidiendo con otros hallazgos del paleolítico en la Dordoña francesa, cuando las pinturas de Altamira obtuvieron la relevancia y autenticidad merecida.
El 25 de abril de 1924, la cueva, el más importante yacimiento paleolítico de España, fue declarada monumento nacional por decreto ley y se convirtió en uno de los lugares más visitados de España.
Posee una planta con dos tramos acodados de 270 metros de longitud, a lo largo de los cuales se ha datado un yacimiento de ocupación, hallazgos mobiliarios y las obras de arte rupestre en todo el recorrido.
Aunque Altamira, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, conserva más de 260 pinturas o grabados, el conjunto más importante se encuentra en el techo de la sala de los polícromos, a unos 30 metros de la entrada.
La bóveda de 18 metros de largo por 9 de ancho, contiene más de treinta figuras, siendo el bisonte el animal más representado, junto con caballos, jabalíes y ciervos.