La felicidad de los pesimistas

Wajdi Mouawad vuelve al CDN con una reflexión sobre el fin de la inocencia y la herencia que los hombres dejamos en este mundo.

Se ha convertido en una rutina para el público español, una hermosísima rutina, disfrutar una vez cada dos años del trabajo de uno de los autores y directores teatrales más relevantes del mundo: Wajdi Mouawad. El Centro Dramático Nacional acoge una vez más al creador canadiense-libanés, que, en esta ocasión, llega con un elenco de dieciocho actores con edades comprendidas entre los 23 y los 30 años para poner en escena una historia que intenta reflexionar sobre la herencia que dejamos en un mundo del que no hemos heredado nada excepcional. Cuando Victoire cae desde una ventana, sus amigos dudan si la tragedia obedece a un suicidio o a una muerte accidental. Una vez más con la muerte como núcleo de la acción, Mouawad trata de otorgar a la juventud, a partir de este planteamiento argumental, la capacidad establecer un nuevo tipo de vínculo con sus seres queridos.

De lo que «Nottre Innocence» habla, según su autor, es de la capacidad del ser humano para sobrellevar el desmoronamiento de la inocencia; de la tristeza que provoca darse de bruces con una realidad hostil que muestra desmantelada la idea de una felicidad generalizada. Sin embargo, el autor rinde homenaje a esos pesimistas o realistas, que no renuncian a la vida, porque, a pesar de todo, saben que cada instante de felicidad merece la pena. Siguiendo esa curiosa estela de relaciones dramatúrgicas y argumentales que guía habitualmente el trabajo de Mouawad, esta obra nace conectada a otra anterior, titulada «Victoires», que el autor de «Incendios» desarrolló en un taller de investigación con doce alumnos del Conservatoire National d’Art Dramatique de Paris.

Si bien, asegura él, esta nueva pieza «no tiene vínculo narrativo con el texto publicado en 2016». Aclamado allá donde va, con estrenos tan aplaudidos como «Littoral» o «Seuls», el actual director del Théâtre National de la Colline en París, que es quien produce este montaje, extiende sus preocupaciones teatrales, fuertemente relacionadas con su propia biografía en muchas ocasiones, a un universo, el de la juventud, en el que cree que hay una enorme capacidad para saber ser feliz y no dejarse aplastar por el pasado.