Cine

Comunidad de Madrid

La gala menos vista en cinco años

Javier Cámara, en el centro, celebró como ninguno el triunfo tras cinco oportunidades perdidas
Javier Cámara, en el centro, celebró como ninguno el triunfo tras cinco oportunidades perdidaslarazon

Las mañanas de resacas suelen empezar con un sentimiento de «no lo voy a hacer más». Conociendo al cine español, es poco probable que hayan amanecido con la intención de no politizar más los Goya. Otros, como Javier Cámara, prefirieron no tirar de oratoria política. Era su primera galardón después de cinco intentonas. No es de extrañar que colgara una foto en Instagram y tuiteara el nuevo inquilino de las estanterías de su casa: «Cuando desperté el Goya aún seguía ahí. (No soy el único que tiene que acostumbrarse)». A lo que tienen que empezar a estar habituados en la Academia es que, a mayor ruido político, peor registro de audiencia televisiva. La gala del «¿dónde está Wert?» se saldó con el peor resultado de los últimos cinco años. Justo el tiempo que hace que el entonces presidente Álex de la Iglesia decidió poner la ceremonia en manos de verdaderos profesionales de la televisión (primero Andreu Buenafuente y el Terrat, que marcaron récord histórico en seguimiento televisivo durante su primer año, y luego Eva Hache). La emisión consiguió una cuota de pantalla del 19,8% y 3,5 millones de espectadores, menos que en los cuatro años anteriores: en 2010 logró un 26,4%, que fue bajando a un 25,4 en 2011, el 23,3 en 2012, y el año pasado, el último de Eva Hache, un 22,2 (ver gráfico arriba). El divorcio entre el público y nuestra cinematografía no es, por tanto, sólo en las salas, sino que durante la gran noche televisiva dedicada al séptimo arte, el interés ha vuelto a ser menor. En las redes sociales uno de los momentos más criticados de la noche fue el número musical, que en ocasiones anteriores tuvo cierto brillo, pero que, según la opinión general, careció de la profesionalidad que el evento requiere. Tampoco dejaron indiferente a la nube mediática las palabras de Javier Bardem, que tachó de «ministro de anticultura» a Wert. El actor recibió muestras de apoyo, pero también bastantes censuras. Mucho de los internautas tacharon su postura de «hipócrita»: «Javier Bardem apoya a la marea blanca, critica la privatización de la sanidad... pero cierra una planta de hospital para que nazca su hijo», fueron algunos de los reproches.

Quien sí estuvo con la familia del cine español representado al Gobierno fue José María Lassalle, el secretario de Estado de Cultura, que acudió acompañado de Susana de la Sierra, la directora general del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales). «Hay que hacer una valoración positiva e interpretarlo como lo que fue, una gala del cine, y en ese sentido tenemos todos que felicitarnos», asegura el responsable, que subraya que se toma «con naturalidad» las críticas. Con respecto a la reivindicación de la bajada del IVA cultural señaló que «estamos trabajando en ello y espero que, pronto, podamos dar una alegría al respecto». Sí se mostró crítico con la banalización de las películas como simple producto de consumo: «Siendo un reto la crisis, lo más grave que pesa sobre la cultura y el cine en particular es ese cambio de paradigma social a través del culto al utilitarismo, la simplificación del discurso político y la elevación de la cultura de masas consumista y especializada a un absoluto que ha debilitado la fuerza estilística del cine».

Quien no se toma la actitud de los académicos con la misma filosofía es una ex ministra de Cultura como Esperanza Aguirre: «Creo que en ese Ministerio hay que poner el acento en esos profesionales que son mucho más oscuros que los actores, y que pueden ser más importantes en nuestras vidas, como los científicos que investigan el cáncer o los grandes físicos», señaló en declaraciones a la Cope. La presidenta del PP de Madrid ha recordado que siendo responsable del departamento nunca la abuchearon en la cita del cine pero sí en los Max de las artes escénicas y decidió no volver. «No está en el sueldo» aguantar abucheos, y sí «hacer todo lo posible para que mejore la calidad del cine, del teatro o de la literatura», zanjó. El presidente de la Comunidad de Madrid, el popular Ignacio González, que sí asistió a los premios, asegura que lo hizo para mostrar su respaldo a la Cultura. «Me parece muy bien que en la fiscalidad que afecta a la cultura también hagamos una política de fiscalidad selectiva a la baja para incentivar la actividad cultural", ha remarcado González, que fue citado ayer durante la gala por esta apuesta de bajar el IVA cultural», aseguró González.

Tampoco pasó desapercibido para muchos el recado que González Macho dejó a su antecesor, tras recordar que el entusiasmo de este último por el modelo de internet –motivo por el cual dejó la presidencia antes de tiempo– y, sin embargo, el futuro, que era tan cercano para el director de «Las brujas de Zugarramurdi», «aún no ha llegado», como recordó el presidente actual. Los Goya dejaron, como suele ser habitual, un reguero de pólvora política. Hace años que han convencido a los protagonistas de la gala de vestir de fiesta, ¿pero se convencerán alguna vez de que los discursos también pueden contribuir a ello?