Historia

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La leyenda de «El renegado»

Gonzalo Guerrero llegó a América como un valiente conquistador español y terminó siendo un ejemplo del mestizaje y referente de los pueblos mayas

El aspecto de Gonzalo Guerrero se transformó por completo desde su llegada como español hasta convertirse en un maya más y en el «padre del mestizaje»
El aspecto de Gonzalo Guerrero se transformó por completo desde su llegada como español hasta convertirse en un maya más y en el «padre del mestizaje»larazon

Naufragaron cerca de la costa de Jamaica a causa de la feroz tormenta. Llevaban trece días a la deriva a bordo de una barcaza sin víveres.

Naufragaron cerca de la costa de Jamaica a causa de la feroz tormenta. Llevaban trece días a la deriva a bordo de una barcaza sin víveres. Al principio, eran unos veinte tripulantes pero la mayoría de ellos ya habían muerto de hambre y sed. Cuando parecía que iban a correr la misma suerte que sus infortunados compañeros, los supervivientes divisaron el litoral en la lejanía. ¡Estaban salvados!

O eso era lo que ellos pensaban... Porque nada más pisar las arenas de la playa, se vieron rodeados por una multitud de indios con pinturas de guerra que daban gracias al cielo por haberles enviado víctimas para sus sacrificios sin necesidad de salir a buscarlas; unas víctimas de aspecto tan chocante para ellos, que parecían venir de una extraña dimensión situada al otro lado del océano.

Sucedió en el año de Nuestro Señor de 1511, cuando este grupo de españoles arribó por vez primera a la tierra de los mayas, ocho años antes que Hernán Cortés. Y no lo pudieron hacer con peor pie, pues varios de ellos perecieron con el pecho abierto y el corazón arrancado, inmolados en lo alto de un altar. El resto de la tripulación fue introducida en jaulas y atiborrada de alimentos durante días enteros para que recuperase el peso perdido. De esta forma constituirían un manjar mucho más apetecible en las próximas celebraciones. Pero a uno de ellos lo dejaron milagrosamente con vida. Su nombre: Gonzalo Guerrero.

Guerrero volvió a nacer aquel día. Era un tipo irreductible, que aprovechó una noche sin luna para darse a la fuga. Avanzó penosamente desbrozando la ponzoñosa selva de lianas, mientras los mayas seguían su rastro antorcha en mano. Pasó semanas oculto en lo más profundo de aquel sofocante infierno, lacerado por los mosquitos y sorteando a los fieros ocelotes. Hasta que al final fue capturado cerca de una ciénaga.

El esclavo que gustaba

Convertido en esclavo, lo pusieron a tejer. Pero Gonzalo Guerrero poseía otras muchas habilidades que le sirvieron de gran ayuda. Cierto día construyó un instrumento musical con el caparazón de un armadillo y unas cuerdas arrebatadas a las tripas de un felino, que se aprestó a tañer ante los demás. Los mayas, conocedores tan sólo de los instrumentos de percusión y de la ondulante música de las caracolas, quedaron extasiados ante aquel sorprendente sonido, que marcó el inicio de una fulgurante popularidad. Lejos de conformarse con ser un intérprete de éxito, Guerrero construyó diversos objetos de ebanistería que causaron de nuevo la admiración de sus captores. Pero fue en el campo de batalla donde logró consagrarse por completo.

Tras la caída de la civilización clásica, los mayas vivían en plena decadencia. Sus antiguas ciudades deslumbrantes de blancura llevaban mucho tiempo engullidas por la jungla. Ahora vivían en chozas de caña. Sus tácticas de guerra también se habían quedado obsoletas. Por eso, Guerrero, de quien se creía que había sido arcabucero en la toma de Granada, tenía mucho que enseñarles haciendo honor a su apellido. Nuestro protagonista los adiestró en una estrategia militar que se demostró muy avanzada en las continuas escaramuzas con los clanes rivales. Hasta tal punto fue así, que el cacique le ofreció la mano de su hija en agradecimiento.

Fue entonces cuando Guerrero se convirtió en un auténtico maya. Se hizo horadar las orejas, tatuándose luego el rostro y uniéndose finalmente a los bravos guerreros tras superar los terribles ritos de iniciación.

Años después, en 1519, cuando Hernán Cortés estaba a punto de iniciar la conquista de México, tras desembarcar en la isla de Cozumel, supo de la existencia de un hombre barbudo que habitaba a seis días de camino de allí. Le hizo llegar un mensaje para que regresase con sus compatriotas españoles. Pero Gonzalo Guerrero rehusó: ahora tenía esposa, tres hijos y una nueva patria por la que luchar. Durante las dos décadas siguientes, Guerrero se convirtió en uno de los más importantes jefes militares de los mayas, a quienes comandó en varias batallas contra los conquistadores españoles, de las que salió casi siempre victorioso. Hasta que un día su buena estrella dejó de lucir. Sucedió en la batalla de Honduras. En este otro choque cruento contra sus antiguos compatriotas, resultó herido en el costado por un disparo de ballesta. Y allí mismo murió, acompañando al sol en su recorrido, a semejanza de los temibles guerreros-jaguares. Desde entonces, su figura dio rienda suelta a la leyenda. Hubo así soldados españoles que aseguraron verle durante los combates. Barbado, ataviado como un indio y blandiendo la espada...