Teatro Real

La mejor temporada de la historia del Teatro Real

Así definió el presidente del patronato a la 2018-2019. Ecléctica y variada, con 7 estrenos, 10 nuevas producciones, grandes voces y el proyecto de la «Tetralogía» wagneriana con Heras-Casado al frente. ¿Se puede pedir más?

Uno de los alicientes de la temporada 2018-2019 será la puesta en escena de «La Calisto», de Cavalli (en la imagen, en su representación en la Ópera de Baviera, en Munich)
Uno de los alicientes de la temporada 2018-2019 será la puesta en escena de «La Calisto», de Cavalli (en la imagen, en su representación en la Ópera de Baviera, en Munich)larazon

Así definió el presidente del patronato a la 2018-2019. Ecléctica y variada, con 7 estrenos, 10 nuevas producciones, grandes voces y el proyecto de la «Tetralogía» wagneriana con Heras-Casado al frente. ¿Se puede pedir más?

A los acordes del «Nessum dorma» arrancaba la presentación de la temporada 2018-2019 del Teatro Real. Un guiño, sin duda, a uno de los títulos que estará presente en la programación, «Turandot» de Puccini. Gregorio Marañón, presidente del patronato del coliseo, tomó la palabra y por si alguno de los presentes albergaba la menor de las dudas dijo que quería destacar «lo bien que estamos con Joan», que haciendo casi gala de un inusual don de la ubicuidad, aterrizaba en Madrid tras recoger el lunes por la noche en Londres uno de los premios más importantes del mundo de la lírica dentro de los International Opera Awards, el de mejor nuevo montaje por «Billy Budd», de Benjamin Britten, cuya dirección de escena firma Deborah Warner. Y de paso mencionó al resto de trabajadores de la casa, a los que, dijo, une una palabra: «entusiasmo».

Dejó claro que a Matabosch, director artístico, se le quiere y cuida y que va a quedarse en la capital unos cuantos años más: «Tiene contrato hasta 2017», dijo medio en broma Gregorio Marañón. Que renueva es un hecho, lo mismo que Ivor Bolton, que estará en el foso hasta 2023. «Es la mejor temporada que el Real ha tenido nunca», se despachó, a lo que Matabosch apostilló que «es un modelo, la temporada ideal». Los motivos que esgrimió fueron cuatro. A saber: habrá siete óperas nuevas para el repertorio, la nómina apabullante de artistas, diez nuevas producciones y el liderazgo internacional en la mayoría de las coproducciones, que se estrenarán primero en Madrid y posteriormente en otros teatros. Si a esto se añade que Pablo Heras-Casado, principal director musical invitado, será el nuevo responsable del proyecto de la Tetralogía, que arrancará el año que viene con «El oro del Rin»; que se ha cuidado especialmente la dirección de escena, con Robert Carsen, Peter Sellars, Robert Wilson, Laurent Pelly, Àlex Ollé y Christof Loy, entre otros; que se han incorporado los nombres de dos artistas para la labores de escenografía, los de Julie Mehretu (de quien expuso obra la Fundación Botín a finales del año pasado y principios de 2018) y la española Dora García, a quien el Museo Reina Sofía dedica desde el 18 de abril una importante retrospectiva, y que se podrá ver «La Calisto», de Francesco Cavalli, para Matabosch, uno de los acontecimientos de la temporada, la cosa tiene fuste. Mucho fuste.

Una lección magistral

Matabosch volvió, como hace en cada una de las presentaciones, a impartir una lección magistral y desgranó título a título, contó anécdotas y explicó lo que era desconocido para muchos. Después se habló de la Fundación que englobará al Real y al Teatro de la Zarzuela, cuyo real decreto sigue adelante, a pesar de contar con la oposición frontal de los sindicatos del Instituto Nacional de las Artes escénicas y la Música (Inaem), que no están por la labor de desconvocar los paros que se han llevado ya por delante el estreno absoluto de una zarzuela de Tomás Marco y algún concierto. Y avisan de que van a seguir adelante si el proyecto no se retira, lo que es difícil que suceda.

Pero antes era el turno de explicar la importancia de la ópera de Cavalli, la primera vez que se podrá ver en Madrid. Una obra obscena, procaz y sexualmente subida de tono. «Llega 368 años después de su estreno y es la mejor del autor. Un drama poético, sulfuroso, obsceno, de una osadía increíble y un atrevimiento insólito», aseguró el director artístico de este pieza del siglo XVII. Como siempre se le pregunta por el hilo conductor que hay o puede haber avanzó que en esta ocasión será «una selección que invita a reflexionar sobre por qué la ópera ha tendido a asociarse con lo mitológico». En sus palabras, «Idomeneo» (nueves funciones desde el 19 de febrero de 2019), de Mozart, es una relectura ilustrada de los mitos griegos, mientras que «El anillo del Nibelungo» sustituye a este mito por la mitología germánica y habla del fracaso de que una camarilla de inexpertos gobiernen el mundo; «Fausto», de Gounod (13 funciones desde el 19 de septiembre y título que abrirá la temporada lírica), explora el pacto entre el hombre y satanás para poder ir contra las leyes de la naturaleza, al tiempo que «La peste», de Robert Gerhard, hace hincapié en la insensibilidad humana ante el horror. «Only the Sound Remains», de Kaija Saariaho (uno de los siete estrenos, con dirección escénica de Peter Sellars y con el contratenor Philippe Jaroussky en lo vocal) y «Turandot» se apropian de una leyenda oriental.

Respuestas en el aire

Verdi estará presente en tres de sus etapas más importantes con la endiablada «Il trovatore», dirigida por Maurizio Benini, «Falstaff», con Rustioni en el foso y Pelly en la escena, y «Giovanna d'Arco», que se ofrecerá en versión concierto. «Dido & Eneas», de Henry Purcell, se representará por primera vez en el Teatro Real, lo mismo que «Capriccio», de Richard Strauss, la última ópera del compositor alemán. «Com que voz», de Stefano Gervasoni unirá ópera y fado en las voces de Cristina Branco y el barítono Frank Wörner y se estrenará la obra de Raquel García-Tomás «Je suis narcissiste», primera colaboración del coliseo con el Teatro Español. Es decir, 115 funciones de ópera, con un presupuesto de 30.200.000 euros y la posibilidad en el horizonte de la temporada siguiente de recuperar una importante pieza de patrimonio barroco español. Sin embargo, la cuestión estaba en el aire: ¿La temporada 2019-2020 será conjunta del Real y al Zarzuela? La respuesta era harto complicada. Este año van separadas, sí «y a partir de ahí se abre el futuro. Si no hay operación el año que viene volveremos a hacer nosotros la presentación y la Zarzuela la suya, y si la hay habrá una sola temporada artística, que tendrá un desglose en ambos coliseos» ¿Habrá real decreto antes del verano? «Se admiten apuestas. Si eres optimista y estás en esta mesa dirás que está cerca, y si eres pesimista, que está lejos. Y los señores que no quieren que se haga lo dirían de otra manera», responde Marañón sin pillarse los dedos. Desde el Ministerio de Cultura aseguran que «las conversaciones siguen a buen ritmo, que se está trabajando en el proyecto» y se muestran optimistas. Los sindicatos, por su parte, se niegan a dejar los paros y han preparado para mañana jueves, día en que comienza el World Opera Forum, una manifestación a las puertas del Real para que los invitados que llegan desde los cinco puntos del globo a debatir sobre el futuro de la lírica «se enteren de lo que está pasando», aseguran.

«Gloriana», un retrato fieramente humano de Isabel I de Inglaterra

El estreno en 1953 de «Gloriana» de Britten en Londres no pudo ser más desalentador para el compositor. Desde el patio de butacas el público se quedó estupefacto ante lo que estaba viendo en escena y la crítica vapuleó al autor de manera inmisericorde. El resultado es que la ópera que iba a celebrar de manera solemne la coronación de la actual reina Isabel II quedó condenada al ostracismo y durmió un larguísimo letargo hasta que la calidad intrínseca de la partitura brilló como debía. Mañana subirá al escenario del Teatro Real en el que David MacVicar sitúa ala soberana en el centro de un mundo palaciego corrompido e hipócrita que controla con mano de hierro. Ivor Bolton estará al frente de un doble elenco encabezado por las sopranos Ana Caterina Antonacci y Alexandra Deshorties (en la imagen), secundadas en un reparto muy coral. El impresionante vestuario isabelino lo firma Brigitte Reiffenstuel y está inspirado en las pinturas de la National Gallery de Londres y se convierte en un elemento más de la escena.