La resurrección de Tony Soprano
Dos décadas después de estrenar la mítica serie sobre un capo de la mafia de Nueva Jersey que se somete a regañadientes a psicoanálisis, su creador, David Chase, anuncia una precuela que abordará los años de infancia de Tony.
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Dos décadas después de estrenar la mítica serie sobre un capo de la mafia de Nueva Jersey que se somete a regañadientes a psicoanálisis, su creador, David Chase, anuncia una precuela que abordará los años de infancia de Tony.
Imaginen que es 1999 y han decidido ir al cine –Netflix no es ni siquiera un sueño– a ver un filme sobre mafiosos. La película comienza con Robert de Niro, para entonces consagrado como el capo por excelencia, en la sala de espera de una psiquiatra con la que se ve obligado a discutir su reciente ataque de pánico. Detalles más, detalles menos, así había soñado David Chase que sería «Los Soprano». Pero la agencia que le representaba entonces le aseguró que una comedia sobre mafiosos no tenía futuro: «Olvídalo, no va a funcionar», insistieron. HBO la estrenaría unos años más tarde, el 10 de enero del 99, convertida en serie y protagonizada por el inigualable James Gandolfini en el papel de Tony Soprano, el temible pero igualmente entrañable jefe de la mafia de Nueva Jersey que analiza sus sueños en el despacho de Jennifer Melfi, su atractiva psiquiatra.
«Lo único que yo quería hacer era llegar tan cerca del cine como pudiera», confesó Chase en una reciente entrevista al «New York Times». De hecho, su intención era rodar el piloto con HBO, que estaba seguro lo rechazaría, y utilizarlo para conseguir financiación para su soñado filme. Logró en cambio una serie de seis temporadas y 86 capítulos y el derecho de ufanarse, veinte años después de que se estrenara el primer episodio, de haber cambiado por completo lo que era posible hacer en televisión, antes vista como la hermana un poco andrajosa del cine, y de introducir al antihéroe, que continúa reencarnándose en Walter White y Ray Donovan, por mencionar a los más obvios. «Me satisface haber tenido algo que ver en el modo en que las cosas cambiaron a partir de entonces. Sí quise cambiar la televisión. Hay una canción de Elvis Costello en la que él dice: “I want to bite the hand that feeds me; I want to bite the hand so badly” (Quiero morder la mano que me da de comer. Quiero tanto morderla). Así me sentía trabajando en las cadenas de televisión. Y creo que la mordí».
Y aunque haya tenido que esperar dos décadas, Chase finalmente podrá llevar una historia de los Soprano al cine. «The Many Saints of Newark» contará los orígenes de la mafia en Nueva Jersey en los años sesenta y setenta, así como las tensiones raciales latentes entonces entre los afroamericanos y los italoamericanos. El punto de partida será Dickie Moltisanti, padre de Christopher, el protegido de Tony Soprano, interpretado en la serie por Michael Imperioli. Dickie era primo de Carmela, la esposa de Tony, combatió en la guerra de Vietnam y fue asesinado por un detective al que su hijo Christopher mata en el primer capítulo de la cuarta temporada.
Los años dorados
Aunque escrito por Chase, el filme será dirigido por Alan Taylor («Thor: The Dark World»), que ya estuvo a cargo de nueve episodios de «Los Soprano». El creador de la serie ha confesado a «Deadline» que durante años se opuso a la película, y que aún no está demasiado convencido, pero que finalmente se interesó por la vida en Newark, donde se criaron sus padres, y por las protestas de aquellos años: «Solía ir allí todos los sábados a cenar con mis abuelos. Pero lo que más me interesaba era explorar la infancia de Tony». Durante la serie, el protagonista hace referencias a su juventud y se queja de que el negocio de la mafia ya no es lo que era; «The Many Saints of Newark» será una ventana a aquellos años que Tony recuerda como dorados.
Además de un festival de una semana en el Centro IFC de Nueva York, donde se reunirán nuevamente el guionista y algunos de los actores como parte de las celebraciones del aniversario de la serie, los periodistas Matt Zoler y Alan Sepinwall acaban de publicar el libro «The Sopranos Sessions» (Abrams), en el que analizan cada capítulo al detalle y conversan con su creador, entre otras cosas, sobre sus enrevesados orígenes. Narran, por ejemplo, cómo antes de transformarse en la película sobre la mafia que fue rechazada por la agencia, «Los Soprano» se había gestado como una historia sobre la inusual relación entre Chase y su madre, de la que ha dicho que «estaba bastante loca». «Mi esposa fue la que lo sugirió. No especificó qué tipo de serie debía ser, pero me dijo: “Deberías hacer un programa sobre tu madre, es histéricamente divertida”. Yo estaba de acuerdo, aunque no sabía cómo hacerlo, ¿quién iba a querer un “show” sobre la madre de David?”». Después de idas y venidas entre agencias y cadenas de televisión que rechazaron la historia una y otra vez, el guion del piloto fue enviado a HBO por sugerencia de Chase. Allí, finalmente, le dieron luz verde. De Niro fue reemplazado por Gandolfini y a Anne Bancroft, a quien Chase había imaginado en el papel de su madre, Livia, la sustituyó Nancy Marchand, por entonces conocida por su papel de Margaret Pynchon en la serie «Lou Grant». El guionista recuerda así su audición: «Cuando la vi llegar, pensé: “¿Qué carajo es esto?” (risas). Pero en cuanto comenzó, eso fue todo. El personaje estaba basado en mi madre, y verla a ella era como mirarla. Más tarde, Nancy le dijo a mi esposa: “Querida, confío en que esta entidad a la que estoy representando está muerta” Ella la canalizó, te lo digo. No puedo explicarlo». Marchand estaba enferma de cáncer cuando se presentó para el papel, y Chase lo sabía, pero como no creyó que la serie iría más allá del piloto, ni lo tomó en cuenta. La intérprete falleció en 2000, meses antes de comenzar a rodar la tercera temporada.
Elemento psicológico
No olvidemos que Livia intenta manipular a Junior, el tío de Tony, para que lo asesine. «¿Qué clase de persona puedo ser si mi propia madre quiere verme muerto?», le pregunta Tony a su doctora. Justamente por esa tormentosa relación la psiquiatría, los traumas de infancia y los sueños debían tener un papel importante en la serie. De hecho, igualmente relevante era el vínculo entre Jennifer Melfi (Lorraine Bracco) y su paciente, que estaba basado en el que existió entre Chase y su propia psiquiatra. «Fue como una nueva experiencia de la maternidad. Ella era muy buena en hacerme sentir bien conmigo mismo», confiesa a los autores del libro sobre su terapeuta. Sin embargo, CBS, una de las cadenas que la consideró antes de HBO, no se mostró interesada en la historia justamente por ese elemento psicológico. Incluso entre los seguidores de la serie existió una corriente que abogaba por «less yapping more whacking» («menos charlar y más asesinar»), pero Chase insistió en representar a Tony tal cual como lo había imaginado.
Quien sí le hizo mudar de parecer fue Gandolfini, tanto que ha dicho que la idea original cambió por completo una vez que el protagonista se sumó al reparto: «Yo entendía la serie como una versión de acción de “Los Simpsons”, y estaba muy convencido de ello. Pero una vez que apareció Gandolfini fue bastante obvio que su cara y sus palabras me dirigieron hacia lo que realmente debía ser». Su llegada a «Los Soprano» tampoco estuvo exenta de teatralidad. Chase cuenta que en su primera audición, el actor comenzó a leer el guion y de pronto dijo: «Tengo que parar. No puedo... no puedo concentrarme. Algo pasa aquí, volveré el viernes», y se marchó. El viernes, sin embargo, no apareció. «Juro que esto fue lo que nos dijeron: que su madre había muerto. Pero resultó que había fallecido años atrás», recuerda el guionista. Pero unas pocas líneas fueron suficientes para convencerse de que era perfecto para el papel, por lo que siguieron insistiendo hasta que Gandolfini visitó a Chase en su casa de Los Ángeles e hizo allí la audición.
Al explicar cómo el actor transformó al personaje, Chase suele referirse a una escena del primer capítulo en la que Christopher le dice a Tony que piensa escribir un guion de cine e irse a vivir a Hollywood. En la versión original, Tony le contesta algo así como «pero ¿te has vuelto loco?», mientras le da un golpecito casi afectuoso a su sobrino. Sin embargo, cuando rodaron la escena, Chase asegura que «Jim lo cogió por el cuello de la camisa y lo sacó de su silla de un tirón. Recuerdo que Christopher tenía una botella de cerveza en la mano que se cayó sin querer. Mientras Tony hablaba con él, podías escuchar la botella rodando por el suelo de concreto. ¡Fue genial! Y me dije a mí mismo: “Sí, este es el verdadero Tony”».
Su capacidad para interpretar a un personaje a la vez vulnerable y malvado le valió tres premios Emmy y un Globo de Oro, y convirtió a “Los Soprano” en una ficción de culto en Estados Unidos. Y si despertó pasiones cuando se estaba emitiendo, la nostalgia del pasado de la que todos somos víctimas no ha hecho sino otorgarle mayor brillo. Por eso, Chase no olvida por un minuto que el filme que estrenará el año que viene tendrá que competir con la serie, así como tampoco olvida los incesantes reproches de muchos seguidores que nunca le perdonaron el famoso corte a negro con que cierra –más bien deja abierta a la interpretación– la sexta y última temporada. Por eso afirma: «Siento que están allí fuera con escopetas, esperando».
Gandolfini, con el «hedor» del personaje encima
Además de las seis temporadas de «Los Soprano» que hicieron juntos, Chase y Gandolfini compartieron también en «Not Fade Away», el primer filme que Chase dirigió (ambos en la imagen durante el rodaje) en 2012, un año antes de la muerte del actor. Y aunque se llevaban bien, el guionista ha confesado que para el momento en que terminaron la serie Gandolfini «estaba cansado del programa y de mí. Y yo estaba cansado de sus pequeños fallos. Solía llamarme vampiro. Y también a los demás guionistas porque utilizábamos detalles de la vida personal de los actores para la serie». En una entrevista antigua con Matt Zoler, Gandolfini le dijo que Tony Soprano era el mejor papel que había interpretado pero que, a la vez, «no importa cuánto tiempo pase en la ducha, no puedo quitarme de encima el hedor de este tipo».