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La "Traviata"feminista del MeToo

Paco Azorín estrena hoy en Peralada una versión de la obra de Verdi en la que la protagonista es una mujer empoderada, con pantalones y que deja los tacones a un lado

Ekaterina Bakanova, junto al tenor René Barberá, en el ensayo general de "La traviata", a su paso por Peralada
Ekaterina Bakanova, junto al tenor René Barberá, en el ensayo general de "La traviata", a su paso por Peraladalarazon

El director de escena plantea una versión en la que la protagonista es una mujer empoderada, con pantalones y que deja los tacones a un lado

Violetta Valery sufre y se desgarra por amor. Se le va la vida entre las manos, la pierde aunque sea una mujer fuerte. Esta mujer existe, es, y sube a los escenario de medio planeta. Sin embargo, el escenógrafo que triunfa desde hace tiempo como director de escena por derecho propio ha ideado para el Festival de Peralada a otra mujer que estaba en ella, en esa que otrora se desgarraba por amor. Del siglo XXI.

La suya, la que se verá hoy y el día 7 es una fémina empoderada para la que ha tomado como versión a George Sand, empantalonada y destaconada. Una mujer que se vendem al cabo, y que hace valer su voz adonde quiera que vaya.

Azorín no es nuevo en esta lides. El festival la le dejó su escenario en 2015 para ofrecer un "Otelo"a su manera y lo volverá a hacer el año que viene con una "Aida"que, no nos equivocamos al aventurarlo, estará bien alejada de los cánones al uso. El director de escena, bien curtido en la zarzuela, por cuyo escenario se pasea como si lo hiciera por el pasillo de su casa, ha lanzado una mirada más allá de este mito inmortal verdiano que tomó forma después de una lectura de "La dama de las camelias", de Dumas.

Dice que su Violetta es un espíritu libre ("sempre libera", como la cabaletta que el personaje canta en el primer acto), "una mujer que no necesita consejos o tutelas para ser ella misma y disfrutar de la vida y para amar con total libertad ". Para ello se ha decidido por una arriesgada lectura en la que ha transformado a Giorgio Germont, padre de su amado Alfredo "en el enemigo y luchando contra la visión machista y opresora que la designa como una mujer extraviada”.

Anuncia que el primer acto tendrá una concepción más realista, "a modo de bienvenida, y, subiendo la montaña, llegará a un tercer acto prácticamente onírico". Para poner en imágenes sus ideas ha contado con el diseñador Ulises Mérida, a quien le sugirió un modelo muy claro y concreto de mujer para moldear a esta Violetta: la escritora George Sand, "que se vestía de hombre para entrar en todas las fiestas; por tanto, es una Violetta cómoda, con pantalones, y aunque también llevará tacones, hay un momento en el que los quita".

El director ha ido al significado del término, pues "'traviata'' quiere decir extraviada: "En el siglo XXI, sería imperdonable juzgar a un personaje ya en el título. Ella obra libremente y se merecía una segunda oportunidad, especialmente cuando se trata del terreno de las mujeres, donde todo han sido imposiciones", subraya Azorín.

El reparto está encabezado por Ekaterina Bakanova, una de las Violetas del momento desde que en 2015 debutó en el Covent Garden con este rol por una sustitución de última hora, logrando un gran éxito gracias a su poder vocal. El tenor estadounidense René Barbera se meterá en la piel de Alfredo, y el barítono Quinn Kelsey dara voz a su padre, Giorgio Germont, papel con el que debutó también en la Royal Opera House en 2016.

Junto a ellos el coro Intermezzo, que volverá al festival junto a la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu bajo la batuta del director Riccardo Frizza.