La última película de Bin Laden
¿Fue arrojado al mar o está en las montañas de Hindu Kush? Seymour Hersh avanza nuevas hipótesis. El personaje, objeto de libros, filmes y series de televisión, no da tregua
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El periodista y Premio Pulitzer Seymour Hersh cuestiona la muerte del terrorista mediante un documentado análisis que ha incendiado las redes sociales. Asegura que estaba retenido por el Ejército paquistaní y que saber el paradero le costó a EE UU 25 millones de dólares
El difunto Osama Bin Laden regresa de entre los muertos para volver a ser noticia. El premio Pulitzer Seymour Hersh ha desenterrado los secretos que se ciernen sobre la muerte del que fue el líder de Al Qaeda. En su revelador artículo en la revista «London Review of Books», Hersh contradice la versión oficial sobre la operación secreta de los comandos de élite SEAL, que acabó con la vida del terrorista más buscado del mundo en mayo de 2011 en Abbottabad. Este veterano, el colaborador del periódico «The New Yorker» prefirió vender su fidelidad y publicar en la revista londinense por el terremoto que iba a provocar en Estados Unidos con su demoledor artículo. El premio Pulitzer desmiente que dicha maniobra fuera exclusivamente preparada y ejecutada por la administración Obama y afirma que recibió la cooperación de Pakistán. Además, asegura que los restos del terrorista no yacen en el fondo del mar sino que fueron lanzados desde el helicóptero en algún lugar entre la cordillera del Hindu Kush.
El papel del ISI paquistaní
Como si se tratara de un nuevo guión cinematográfico hollywoodense sobre la caza de Bin Laden, los testimonios del reputado periodista han sorprendido a la opinión publica estadounidense, que ahora se cuestiona el relato que en su día dio la Casa Blanca sobre el asalto a la guarida de Bin Laden y su ejecución. Sin embargo, las declaraciones de Hersh no resultan tan impactantes para aquellos conocedores del juego sucio entre la Administración estadounidense y los servicios secretos de Pakistán. Mi colega paquistaní Imtiaz Gul, director del Centro de Investigación y Estudios de Seguridad, lleva cuatro años defendiendo el papel cooperativo de la todopoderosa agencia de Inteligencia –el ISI–, en la caza del enemigo número 1 de EE UU. Gul escribió en su libro «Pakistán: antes y después de Osama», publicado en 2012, que el ISI conocía de antemano la operación. La dramática sobreactuación del entonces jefe del Estado Mayor, el general Ashfaq Parvez Kayani fue un signo revelador de que no había tal sorpresa. Hersh corrobora esas misma sospechas tras su investigación y una esclarecedora entrevista con un ex jefe de los servicios de Inteligencia, el general retirado Asad Durrani. «Cuando tienes a alguien como Osama Bin Laden no vas a entregarlo sin más a Estados Unidos», declaró el ex director del ISI en una entrevista a Al Jazeera.
En la primavera pasada, Hersh se puso en contacto con Durrani para compartir la información que tenía sobre este delicado asunto. El periodista estadounidense le reveló al ex jefe del Inteligencia paquistaní que Bin Laden «había sido prisionero del ISI en el complejo de Abbottabad desde 2006». Tanto el general Kayani como el director general del ISI, Ahmed Shuja Pasha, «conocían de antemano la operación», indicó Hersh, antes de agregar que ellos mismos se habían asegurado de que los dos helicópteros que iban a transportar al equipo de los SEAL a Abbottabad «podían cruzar el espacio aéreo paquistaní sin activar ninguna alarma».
Según el periodista estadounidense, la CIA no supo sobre el paradero de Bin Laden mediante «el seguimiento de algún mensajero que estuviera utilizando» el terrorista, como ha dicho la Casa Blanca desde mayo de 2011, sino a través de un ex oficial de inteligencia paquistaní que «traicionó el secreto a cambio de gran parte de la recompensa de 25 millones ofrecidos por los EE UU».
El ex jefe del ISI le dijo que le habían dicho poco después de la incursión de «gente de la comunidad estratégica» que sabían «que había habido un informante que había alertado a los EE UU» de la presencia de Bin Laden en Abbottabad, y que después del asalto «sus promesas se vieron traicionadas por EE UU lo que dejó a Kayani y Pasha expuestos».
Hay una máxima que dice que «el mejor escondite es donde todo mundo te ve pero nadie te conoce» y esto es lo que sucedió con Bin Laden. El ISI lo mantuvo prisionero desde 2006 en una mansión en Abbottabad, cerca de una base militar y una prestigiosa academia del Ejército del Aire. El lugar era perfecto ya que en esta turística localidad paquistaní, a 60 kilómetros de Islamabad, están acostumbrados a que vengan desconocidos a alquilar una vivienda para las vacaciones.
Además, Abbottabad está a menos de 15 minutos en helicóptero desde Tarbela Ghazi, una base importante en las operaciones encubiertas del ISI «para mantenerlo bajo supervisión constante».
El autor cuenta que lo más complicado fue conseguir el apoyo del presidente Barack Obama. En agosto de 2010, un ex oficial de inteligencia paquistaní se acercó a Jonathan Banco, entonces jefe de estación de la CIA en la embajada de Estados Unidos en Islamabad, para ofrecerse a contar a la CIA dónde encontrar a Bin Laden a cambio de la recompensa que Washington había ofrecido en 2001. Para corroborar la información se llevó a cabo una prueba del polígrafo.
Una prueba de ADN, clave
«El temor era que, si se hacía eco de la existencia de la fuente conocida, los propios paquistaníes moverían a Bin Laden a otra ubicación. Así que sólo un pequeño número de personas conocían la revelación de la fuente», explica Hersh a partir de las declaraciones de un ex funcionario de la Administración estadounidense. El complejo se puso bajo vigilancia por satélite y la CIA alquiló una casa en Abbottabad para usar como base para el seguimiento, con personal paquistaní y extranjeros. Más tarde, la base serviría como punto de contacto con el ISI.
El funcionario paquistaní también le dijo al jefe de la estación de la CIA que Bin Laden estaba muy enfermo y que, al principio de su reclusión en Abbottabad, el ISI había ordenado a Amir Aziz, un médico y un mayor del ejército paquistaní, que se mudara a una vivienda cercana para proporcionarle tratamiento.
Este mismo médico fue la clave para que Obama diera luz verde a la operación. El presidente de EEUU no iba a autorizar nada hasta tener una confirmación de que realmente se trataba de Bin Laden. Para ello se tendría que conseguir una prueba de ADN. Entonces Washington pidió ayuda a los generales Kayani y Pasha, quienes mandaron al doctor Aziza a que realizara la prueba.
Precisamente, poco después del asalto a la cárcel de oro de Bin Laden, periodistas locales descubrieron en una vivienda cercana una placa con el nombre del doctor Aziz escrita en urdu. Funcionarios paquistaníes negaron las evidencias y dijeron que el médico no tenía ninguna conexión con Bin Laden. Sin embargo, el ex funcionario estadounidense le reveló a Hersh que el doctor Aziz había sido recompensado con una parte de los 25 millones dólares ofrecidos porque la muestra de ADN había demostrado de manera concluyente que quien estaba en la vivienda de Abbottaba era Bin Laden.
Un reputado y controvertido Pulitzer
No ha escatimado detalles a la hora de escribir su artículo, que podría convertirse en un sesudo ensayo a medio plazo, para referirse a la Casa Blanca, de quien dice que «ha alimentado con mentiras la historia de cómo Estados Unidos mató a Osama Bin Laden. El texto, publicado en «London Review of Books» pretende ser «una historia alternativa de la guerra contra el terror». Hersh (en la imagen, a finales de los sesenta en Vietnam) obtuvo el Pulitzer por «la masacre de May Lai» en Vietnam (1969). Ha trabajo en la revista «The New Yorker» y en «The New York Times». Nació en 1937 en Chicago (Illinois).
Carne de series animadas
Si, como decimos, el líder de Al Qaeda ha protagonizado libros, filmes y documentales, las series de televisión no han sido ajenas al personaje, que ha hechos «cameos» en algunos de los episodios de las ácidas «South Park», donde un soldado de EE UU acababa en directo con su vida, acribillándole a balazos (junto a estas líneas, a la dcha.), y en «Padre de familia», en uno de cuyos capítulos lanzaba un discurso y hablaba sin tapujos de su cautiverio. La familia amarilla de la televisión no fue ajena al fenómeno y decidió liquidarle introduciéndole en una batidora y apretando el botón de «start» (arriba).
El detalle
PELÍCULA EN BOLLYWOOD
Antes de salir a la calle en EE UU, el libro sobre la muerte del terrorista ya era un «best seller». El personaje ha sido hasta protagonista de una comedia musical con dosis de ironía en Bollywood, cuyo cartel levantó ampollas (incluso llegó a estar prohibida su exhibición en Pakistán) al representar a Bin Laden con la efigie de la Estatua de la Libertad.