Lawrence de Arabia bajo las bombas

Jean Rolin toma la historia como pretexto para tejer este conjunto de artículos. A medio camino entre las páginas de viajes y la crónica más periodística, el autor, con un notable sentido del humor y un acertado talento para detectar los detalles que mejor describen las atmósferas, recorre las tierras de Oriente Medio siguiendo la ruta que emprendió en su juventud T. E. Lawrence. En 1909, antes de que se convirtiera en el héroe de Arabia, él solo era un estudiante de 21 años, recientemente licenciado en Oxford, que deseaba completar su tesis doctoral sobre los castillos de los cruzados. Durante varias semanas recorrió los principales baluartes medievales, desde el Crac de los Caballeros hasta Masyaf o el Kerak, nombres que todavía hoy están impregnados de leyenda.

Jean Rolin retoma la figura del aventurero británico, descubre aspectos anecdóticos de esta parte de su biografía, eclipsada en gran parte por su fama posterior, como su obsesión por la leche y el agua de seltz, su manía de bañarse en los ríos, el odio que sentía a montar en camello y el violento robo que sufrió en uno de sus traslados y que trató de ocultar. Unos detalles que enriquecen la semblanza minimalista, pero amena y divertida, que ofrece de esta primera parte de la vida del mito.

Pero T. E. Lawrence, solo es la excusa para regresar a esos paisajes sacudidos recientemente por distintos conflictos bélicos y que él visitó a lo largo de 2017. A través de su viaje, Jean Rolin evoca las batallas que acontecieron en el pasado y las que se han dado en el presente. Consigna los daños que las bombas han dejado en sus muros y compara las descripciones de Lawrence con los derruidos torreones que él observa. Pero, ante todo, aporta un retrato emocionante, y a ratos melancólico, de las gentes que encuentra y que viven allí.