Crítica de libros

Atwood reinventa al bardo

Atwood reinventa al bardo
Atwood reinventa al bardolarazon

Revisar, revisitar, reescribir, reinterpretar, homenajear... Leer a Shakespeare bajo una nueva perspectiva actual. Esa fue la idea de Penguin Random House a la hora de encargar a distintos novelistas que tomaran prestadas historias del Bardo, a la que se sumaron Anne Tyler, Howard Jacobson, Jeanette Winterson, Tracy Chevalier y Margaret Atwood. La Premio Príncipe de Asturias se decantó por «La tempestad» y el resultado es una novela ingeniosa, divertida, cálida y sofisticada que, al tiempo, nos proporciona una lectura minuciosa de la obra original.

En esta «Semilla de la bruja» nos cuenta la historia de Felix, un próspero legítimo duque de Milán moderno que es usurpado de su posición como director artístico del teatro Makeshiweg, en Ontario por las maquinaciones de su hombre de confianza, Tony, encarnación actual de Antonio –el hermano que despoja de posición y poder al legítimo duque, en el drama original–. Él y sus secuaces escoltarán a Felix hasta su coche, en el que vagará sin rumbo hasta recalar en una chabola donde terminará viviendo en la más absoluta miseria y llorando la muerte de su pequeña hija Miranda. Pasado el tiempo y cansado de sus obsesiones, nuestro Felix se reinventará como monitor en el Instituto Correccional del Condado de Fletcher, formando parte de un proyecto literario en las cárceles. En lugar de exigir a los reclusos que lean «El guardián entre el centeno, como hacía su predecesor, los motivará para interpretar obras de Shakespeare. No serán, pues, prisioneros, sino actores. «Julio César», «Ricardo III» y «Macbeth», son las primeras obras en llevar a escena. Crímenes, traiciones, luchas de poder.... esos son códigos fáciles de comprender y revivir para los penados. Pero cuando llega la hora de «La tempestad» el instructor encontrará no poca resistencia en sus pupilos, entre otros motivos, porque ese «romance tardío» shakesperiano retrata a un espíritu libre, una especie de hada que nadie quiere encarnar hasta que les convence de que es un extraterrestre con superpoderes. Todos, entonces, desearán ser Ariel.

venganza en frío

Lo que ningún alumno-recluso sabe es que el motivo por el que su profesor ha elegido esa obra es porque su antiguo enemigo, Tony, hoy convertido en asesor del Gobierno con capacidad de terminar con el programa del correccional, acudirá a la representación.Y quiere servir su venganza en el plato más frío de todos. El libro se lee con pasión, lo que no obsta para que tenga algunos «peros»: el primero pasa por el maniqueísmo a la hora de retratar a los encarcelados: la mayoría son negros, cantan rap, se les describe de un modo arquetípico y se nos muestran como caricaturas de seres comprensivos motu proprio. Otra cosa que chirría es la manera en la que leen un texto con cuatro siglos de vida. Pese a lo dicho, el libro es un hallazgo. El humor, arropado de una precisa y preciosa prosa, convierte esta revisitación de Shakespeare en una hazaña fecunda... ¿El Nobel, por fin, para este año?