Chica nueva en el internado
Novela de iniciación que versa sobre la pérdida de la inocencia. Transcurre en un internado, donde el feudalismo es metáfora de la inadaptación, la rebeldía y la ira de sus moradoras, tanto como lo es el telón de fondo político-social de los años de transición democrática argentina. Al igual que las inquilinas del colegio, la narradora pone todo en cuestionamiento: los fantasmas, la familia, las cicatrices, la sexualidad, las habilidades sociales, los clanes fraguados en todo microcosmos... La historia se desarrolla en tensión permanente hasta hacernos mimetizar con «El grito» de Munch. De la disciplina a los momentos sórdidos; de lo natural a lo sobrenatural; de lo policíaco a lo psicológico....
Actitud desafiante
Exposición de temáticas en la intersección de un caos ambiguo donde el despertar de las adolescentes se intercala con su actitud desafiante ante la herencia de los adultos, así como la atmósfera de un internado que es el trasunto de un país que sale de una dictadura. Toda una suerte de vertido tóxico, de violencia íntima, sobre un ser que está en plena formación. Complace que la autora haya abordado un subgénero transitado y salido airosa a merced de su buena prosa, acaso sus vivencias personales y el magnífico poso narrativo que destila cada página. Desoye el canto de sirenas del «chick lit» y también huye del ajuste de cuentas. Betina González ha encontrado en la opresión y la rabia el mejor motor para esta obra que hace buenas las palabras que escribiera Flannery O'Connor: «Aquellos que sobreviven a su infancia tienen suficiente material para una novela».