Cinco horas con Savage
«Cristal». Sam Savage. Seix Barral.240 páginas, 18 euros. (e-book, 13)
Nos fascinan los escritores tardíos que han vivido para contarlo. Aquellos que han acumulado mojones de existencia hasta encontrar el momento de pasar a limpio el contenido de toda una travesía. Tienen savia que narrar con un poso más elegante y reflexionan sin estridencias a partir de una poderosa fuerza centrífuga y no partiendo de su ombligo, como muchas novelas triviales que engullimos poniendo a prueba nuestro aguante. Por eso nos gustó «Firmin» y «El lamento del perezoso» de este narrador sesentón, doctor en Filosofía por Yale: por una honestidad acuñada en la experiencia que le permite rumiar sobre la naturaleza y el origen de los elementos. Se sirve de personajes contradictorios, atractivos y exasperantes. Tragicómicos. Necesita todos los registros para no dar nada por entendido y sí sugerir mucho. Aquí, la voz de Edna es un volcán en erupción.
Única e hipnótica -entre evasivas y omisiones-, contará «sus cinco horas con Mario» americanas al sentarse a redactar el prólogo para la edición de una novela de su difunto marido. Su mente serpenteará, se desviará por laberintos en un proussiano maratón introspectivo y lo que empieza por casualidad termina siendo el libro de una ofrenda y un agravio a la «memoria histórica de un matrimonio» que no terminaremos de comprender si es un homenaje o una venganza. ¿Es ella la víctima sensible de un marido egoísta? ¿O era su fallecido esposo el resignado cuidador de una neurótica y delirante mujer?
Tendrá que descubrirlo el lector antes de que el viejo Sam Savage caiga en la tentación de convertirse en un Bartleby y seguir viviendo sin contarnos nada. Libro hermoso con rigor narrativo que se lee como un experimento elíptico y resulta extrañamente memorable.