Cuando Delphine de Vigan no pudo escribir la lista de la compra
«Unos meses después de la aparición de mi último libro, dejé de escribir». Así arranca la nueva obra de Delphine de Vigan y su camino hacia el terror. Y el pánico, sentido tras el bloqueo que le trajo su último libro – «Nada se opone a la noche», donde narraba la historia de su madre, una mujer bipolar que terminó suicidándose– y el pavor que vive en la presente obra, muy francesa en el mejor de los sentidos, perteneciente a lo que podríamos denominar autoficción, a medio camino entre el thriller paranoico y ese «pacto oximorónico» creado por Doubrovsky, donde la autora aborda el cruce entre su relato real y una experiencia ficticia vivida.
Estamos ante una novela aterradora. No de las que hablan de fantasmas, muertos vivientes o visitantes de dormitorio, sino de un pavor que golpea el alma como una gota malaya, de una forma perturbadora y asfixiante. El punto de partida pasa por la notoriedad repentina que llegó a angustiar a De Vigan hasta puntos inesperados. Arranca donde terminaba su anterior libro y narra el proceso que siguió su vida hasta alcanzar el momento en que se le hizo imposible, incluso, escribir la lista de la compra. Pánico ante el folio en blanco; horror antes de abordar una carta burocrática. La verdadera protagonista es, sin embargo, L., una mujer enigmática a quien conoce por casualidad e invade su vida de forma vertiginosa e intrusiva. Es la perfecta amiga: atenta y desprendida, tiene el consejo correcto para cada ocasión, intuye lo que le pasa a De Vigan en todo momento y sabe manejar su horario de tal forma que siempre puede dedicarle su tiempo. L., no obstante, esconde un Darth Vader del que ya nos avisa la narradora en el prólogo: ella es «la sola y única razón de mi incapacidad». A medida que pasan las páginas, el lector descubre cómo L. se interesa sobremanera por la vida de la escritora, cómo está siempre cerca de su casa y cómo coinciden hasta un extremo sospechoso en gustos literarios y artísticos. L. es asfixiante. Para la autora y para el lector.
Novela maldita
Y mientras De Vigan intenta en vano crear una nueva novela, esta vez de ficción pura y dura, L. se va haciendo la dueña de la situación y le insiste en volver a escribir partiendo de su experiencia real. Seducción, depresión y traición son las tres partes en las que se divide este libro y, cada una de ellas se abre con una cita del grandísimo Stephen King. Narrado con la misma prosa seca y rocosa a la que nos tiene acostumbrados esta autora añade a esta novela grandes dosis de delicada fluidez al servicio de un tiempo plomizo, con un transcurrir asfixiante –su punto fuerte narrativo–, así como una sutil y exquisita inteligencia natural para el relato escrito bajo una tensión tan matemática como creíble. Una novela «matrioska» sustentada en íntimas frialdades, el análisis cuasisiquiátrico de una personalidad devastadora. Nada debería interponerse entre el lector y este indispensable libro, con una autoridad emocional infinita. Una novela, sin lugar a dudas, «maldita» de éxito.