Cuando no salí de Cuba
Pareciera que no pueden escribirse novelas que transcurran en Cuba sin referirse (ya sea para oponerse o para apoyar) al régimen castrista, como si la realidad política de la isla lo envolviera todo y penetrara en lo más íntimo, incluso en el simple acto de escribir. Ronaldo Menéndez, escritor cubano pero residente en Madrid desde hace diez años, tampoco parece escapar de esa referencia llamada Revolución, aunque los méritos de su nueva novela, «La casa y la isla», trascienden la realidad política que en ella aparece. Centrada en la vida de tres personajes, tres jóvenes que alguna vez creyeron en la Revolución y fueron formados según los ideales socialistas en la elitista Escuela Vocacional Vladímir Ilich Lenin, la obra se propone de entrada como una novela generacional (la de aquella generación que, tras unos cuantos años de castrismo, ha dejado de confiar en el régimen y sólo encuentran refugio en una especie de exilio interior, en la confidencia compartida), pero, tras ella, hay también una riqueza literaria que se traduce en un lenguaje colorido, en el uso de diversos recursos narrativos y en una estructura sólida que sostiene el movimiento del relato.
Un relato cuyo centro es un exilio de puertas adentro, en una casa en la que conviven dos mujeres: Anabela, que aún conserva algo de ingenuidad y sabe de memoria poemas de José Martí, y Rebeca, que es más crítica con el régimen, y a quienes se suma Julio César, un médico que escribe poesía, que estuvo en la guerra de Angola, que padeció la cárcel y que, harto de todo, decidió encerrarse y protegerse, junto a esas dos mujeres, de una realidad imposible de encadenar.
El resultado, sin embargo, no es una novela asfixiante y de puertas adentro, pues el narrador, que al principio parece camuflado detrás de escena, se convierte, con el correr de las páginas, en un personaje más: alguien que también asistió a la escuela de élite y que, valiéndose de la biografía, de la crónica y la ficción, entreteje la historia de sus personajes, que es, de algún modo, su propia historia.