De Hory: ¿cuál es el fraude?
Una exposición rescata la fascinante y provocadora figura del mayor imitador de obras de arte
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Puede que, y que nadie se moleste, vayan ustedes a las exposiciones del Thyssen o la Fundación Mapfre sobre el impresionismo y sientan una emoción verdadera ante pinturas que no son más que imitaciones alquiladas a precio de oro. No sería la primera vez que ocurre. Elmyr de Hory, el más grande falsificador de la historia, vendió series enteras de pintores impresionistas y postimpresionistas que en realidad salían de su pincel maestro. Y presumía de que estuvieron colgadas en museos de arte contemporáneo de todo el mundo. Dicen que hizo pasar mil obras por auténticas, y que sus marchantes llegaron a vender lotes enteros de cuadros «al estilo de» Picasso, Modigliani o Monet. No será el caso de las grandes exposiciones que nos visitan, pero como ficción carnavalesca es bonita. «¿Falsificador? La palabra me desagrada y no la encuentro justa. Soy víctima de las costumbres y las leyes de la pintura. ¿No es el mercado el verdadero escándalo?», se preguntaba el presunto falsificador en un discurso que no puede sonar más actual, tanto para las subastas como para las instituciones. Algunas de sus auténticas y juguetonas pinturas ya tienen su exposición verdadera en Madrid.
Verdad y autenticidad
«Disfrutemos del disfraz y de la mentira, de la ficción como hecho», dijo ayer Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes, que afirmó que la intención de esta exposición era la de «molestar» y añadió: «La autoría es un concepto moderno que solo tiene sentido en el mercado, y que sólo sirve para vendernos coches subvencionados, pero que nada tiene que ver con la verdad del arte. Por cierto, que verdad y autenticidad son cosas diferentes también».
La exposición propone dos juegos igual de interesantes: el primero es sobre el concepto de autoría, y el segundo, sobre la propia identidad de Elmyr de Hory, un dandi, un vividor que se relacionaba con rentistas en Ibiza, un personaje novelesco que inventó decenas de seudónimos y participó de una trama de marchantes de película. Las 21 obras de la muestra están tituladas con «A la manera de...» Picasso, Modigliani, Monet, Matisse, Renoir, Derain... y todas fueron pintadas por el farsante. Su estrategia y la de sus agentes no era la copia de obras cuya existencia se conocía pero estaban perdidas, sino el «descubrimiento» de obras maestras. De Hory llevó la farsa y el engaño hasta sus últimas consecuencias: «Simuló hasta su propio suicidio... y falleció por un error de cálculo», dijo ayer la comisaria, Dolores Durán. Su historia fue contada por Clifford Irving (autor de una biografía falsa sobre Howard Hugues por la que terminó en la cárcel), pero «es imposible saber qué es verdad, porque De Hory contaba las cosas de mil maneras diferentes», explicó. En un juego de espejos deformantes infinitos, se desdibujan las verdades de este personaje esquivo y ya perdemos los perfiles del autor. «La identidad es una frontera que constriñe», dijo Ana Useros, autora del documental incluido en el espléndido catálogo. «Lo importante es reflexionar sobre la esencia del arte, qué es lo que se valora en el arte», añadió Durán.
Dónde: Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. Madrid.
Cuándo: hasta el 12 de mayo. Cuánto: 2 euros.