¿Dónde hay un buen escondite?
Desde que en 1975 Foucault publicara su célebre obra «Surveiller et punir», comparando la sociedad moderna con los panópticos de Bentham, quedó claro que el fenómeno de la vigilancia y el control social eran definitorios del Occidente actual. Pero Foucault no podía intuir el poder que las nuevas tecnologías, internet y las llamadas «redes sociales» les darían al estado y a las grandes compañías. Hoy, «no parece quedar sitio donde esconderse», como apunta este libro en formato de conversación de los sociólogos Zygmunt Bauman y David Lyon. El primero es conocido por su idea de «modernidad líquida», que define nuestra sociedad por su carácter cambiante y falto de certezas.
El segundo ha dedicado una intensa investigación al fenómeno de la vigilancia. El mundo post 11-S está marcado por la obsesión de vigilar al individuo a través del rastro que deja, no solo físico sino también virtual, en una dimensión paradójica en la que el procesamiento de datos personales que implicaría una creciente deshumanización. Puede alegarse, como hace esta obra, que la vigilancia no es solamente política o policial, sino que se centra en las amistades en redes sociales y en las preferencias de consumo. Pero ésta implica y refuerza aquéllas y la trabazón entre consumo y poder se demuestra cada vez más indisoluble. Algo así se intuyó en la película de 2002 «Minority Report», donde se escaneaba al paseante y se le ofrecía al punto lo que necesitaba consumir. Nuestro rastro cibernético puede ser usado para fines diversos y este libro nos alerta inteligentemente sobre los peligros de esta vigilancia etérea e inasible, «líquida» si quieren, que puede ejercer un control demasiado omnipresente para ser tolerado por la sociedad democrática.