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El cuarto mosquetero

«El sentido de un final», o el regreso del mejor Julian Barnes. «EL sentido de un final». Julian Barnes. Anagrama. 192 págs., 16,90 eur. (e-book, 13,99)
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Finalmente lo logró. Después de haber quedado finalista en tres ocasiones (en 1984 con «El loro de Flaubert», en 1998 con «Inglaterra, Inglaterra» y en 2005 con «Arthur & George»), Julian Barnes recibió el prestigioso premio Man Booker. Y lo hizo en 2011 con una novela de corte clásico, que indaga en las raíces de una amistad y que acaba de publicar, como toda su obra, Anagrama.
Dividida en dos partes, «El sentido de un final» cuenta una historia de relaciones adolescentes. Tony Webster, después de una vida vivida en lo sucesivo, acepta que ésta no tiene nada que ver con la que imaginó en la década de los años sesenta, cuando formaba una pandilla junto a Colin y Alex, sus dos compañeros de clase. El propio hervidero de la sangre los invitaba a la acción y a rebelarse contra sus padres. Eran heroicos, confiaban en el sexo y creían en ellos mismos. Eran capaces de cuestionarse todo y a su manera filosofaban. Eran tres mosqueteros sin rumbo a los que pronto se les unió Adrian y a partir de entonces todo fue distinto: el recién llegado les enseñó a ponerle un poco de pensamiento a la vida y se convirtió en el cuarto mosquetero. Los años han pasado y Tony, que ya es un hombre jubilado, con una hija casada, rememora todo aquello. Su abogado le envía una jugosa carta con noticias de Adrian.
Los diarios de Adrian
La madre de Verónica, su novia de esa época y con quien las cosas terminaron muy mal, le escribe porque tiene algo que ofrecerle: los diarios de Adrian. «Nosotros sobre todo nos cachondeábamos, excepto cuando hablábamos en serio. Él hablaba sobre todo en serio, menos cuando se cachondeaba», rememora Tony sobre su viejo amigo, cuyos manuscritos desea ansiosamente leer lo antes posible.
Julian Barnes ha construido una novela genial marcada por un suspense medido, acorde a lo que se narra en las páginas: una historia marcada por el pulso de la propia naturaleza humana.Una pequeña joya que brilla por su estilo y por su inteligente trama, narrada en un tempo ajustado y estructurada como un rompecabezas que siempre quedará en suspenso, absorbido por la imposibilidad de otorgarle un sentido único, final.

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